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Inhabitación divina, discernimiento y misión en Mama Antula

17/05/2023 21:04 Santiago
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Inhabitación divina, discernimiento y misión en Mama Antula Inhabitación divina, discernimiento y misión en Mama Antula

Por el Padre Mario E. Tenti

La inhabitación de Dios (presencia de Dios en la comunidad y en los creyentes en particular) esta referida en las Sagradas Escrituras en diferentes escritos. El Evangelista San Juan en 14, 23 señala: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él". Este "habitar" en el discípulo tiene su origen en la comunión intratrinitaria en la que participa por el don del Espíritu: "Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste" (Jn 17, 21). San Pablo subraya el papel del Paráclito: "Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros" (2 Tm 1, 14), y evoca para esto, llevándola a plenitud, la imagen veterotestamentaria del Templo, lugar de la shekinah: "¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" (1 Co 3, 16; cfr. 1 Co 6, 19).

La presencia de Dios en todos los creyentes está garantizada por la gracia bautismal, y en algunos, como en Mama Antula, de manera más patente y fecunda por su docilidad a la acción divina en su corazón.

El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios es "capax Dei", capaz de recibir a Dios. Juan Pablo II señala: "El hombre, "capax Dei": capaz de conocer a Dios y de acoger el don de sí mismo que él le hace…está capacitado para vivir una relación personal con él y responder con la obediencia de amor a la relación de alianza que le propone su Creador". (Audiencia General del 26 de Agosto de 1998).

Momentos

Me gusta pensar cuando contemplo la vida de Mama Antula esta "presencia" permanente de Dios en su vida, sobre todo en los momentos donde ella experimentó fuertemente el llamado del Señor: cuando decidió a los 15 años hacerse beata y cuando, tras la expulsión de los Jesuitas en 1767 inició su misión evangelizadora: "Ha de saber Vuestra Excelencia que desde el mismo año que fueron capturados los Padres Jesuitas, viendo yo la falta de ministros Evangélicos y de doctrina que había, y con medios para promoverla, me dediqué a dejar mi retiro, salir, aunque mujer y ruin, pero confiada en la Divina Providencia por las jurisdicciones y partidos… para mantener los Santos Ejercicios Espirituales del glorioso San Ignacio de Loyola para que del todo no pereciese una obra de tanto provecho para las almas y tanta gloria para el Cielo" (Carta de Mama Antula al Virrey Pedro de Cevallos del 6 de Agosto de 1777).

Podríamos decir, que en estos momentos Mama Antula experimento de manera más profunda y omniabarcante la presencia de Dios (inhabitación) que la llevó, previo discernimiento, a un cambio radical en su vida: dejar su estado para hacerse beata y su terruño, con todo lo que eso significa, para hacerse misionera de la misericordia de Dios.

Estos dos momentos fuertes del llamado de Dios, implica como parte de la respuesta dada, un proceso de discernimiento a la luz y con el auxilio del Espíritu Santo que Mama Antula acostumbra a realizar como hija de la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola. Discernir la voluntad de Dios no es otra cosa que ponerse en su presencia (en oración) para escuchar lo que Dios quiere de uno, reconociendo su voz que habla al corazón y observando atentamente los signos de la presencia del Reino de Dios en la realidad. ¿Qué quiere Dios de mí en este contexto histórico que me toca y nos toca vivir? El discernimiento espiritual si bien es un proceso interior tiene una dimensión histórica y eclesial que le dan sentido y lo encarnan en la realidad. Dios siempre habla en la historia y a través de ella. Mama Antula decidió "salir" como misionera: "Andar hasta donde Dios no es conocido para hacerle conocer" debido a la falta de "pasto espiritual" que observaba en los pueblos del virreinato tras la expulsión de los Jesuitas. Su "inspiración" de salir, como ella lo llama, nace de la acción del Espíritu que le permite observar la necesidad de evangelización de esos pueblos en es determinado momento de la historia.

El papa Francisco en la exhortación Apostólica Evangelii Gaudium señala: El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien se arraiga y se desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien. No deberían asombrarnos entonces algunas expresiones de san Pablo: "El amor de Cristo nos apremia" (2 Co 5,14); "¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!" (1 Co 9,16). ¿Cómo no iba a aceptar la misión de evangelizar, llevar a Jesús a todos, alguien tan sensible y dócil a la acción del Espíritu Santo como Mama Antula? Su celo misionero es la consecuencia de su experiencia de gozo y gratuidad por el don recibido, por el Espíritu Santo que habita en su vida, santificándola y enviándola a anunciar que Dios es amor y que a pesar de los males del mundo y sus sufrimientos, el Padre Dios seguirá anhelando y haciendo posible su salvación.

¡Cuánto tenemos que aprender los cristianos de Mama Antula¡ Hoy más que nunca sigue señalándonos el camino a recorrer como discípulos de Jesús.


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