“Las cosas de las que uno más se arrepiente son esas que uno no hace” “Las cosas de las que uno más se arrepiente son esas que uno no hace”
El economista añatuyense Gerardo Floridia, de 29
años, lleva el mismo nombre de su padre, el diputado
provincial radical de Juntos por el Cambio, y hoy su historia
de vida la escribe en Buenos Aires. Allí trabaja para
una multinacional de EE.UU. luego de haber sido funcionario
en el Indec.
“Nací y me crié en Añatuya, en una familia de 5; mis
padres y dos hermanos varones. Asistí toda mi niñez y
adolescencia a colegios católicos de mi ciudad, y jugaba
al básquet en mis tiempos libres. En mi adolescencia
empecé a interesarme mucho por temas económicos
como la pobreza, la inflación y esas palabras que tanto
nos suenan hoy en día”, contó a EL LIBERAL.
“A los 18 años me mudé a Tucumán y me recibí de
economista en la Universidad Nacional de Tucumán.
Empecé mi vida laboral cuando estaba a mitad de la
universidad en una empresa farmacéutica tucumana,
luego viví unos meses de intercambio en Colombia y
trabajé varios años en una ONG internacional”, continuó.
Hace cuatro años decidió mudarse a Buenos Aires,
donde vive con su novia.
“Desde que llegué a la ciudad
trabajé en el Indec y luego en una multinacional farmacéutica”,
apuntó.
Sobre la razón que lo llevó a instalarse en Buenos
Aires, dijo que “hubo dos factores que me llevaron a
migrar a la ciudad de Buenos Aires: la búsqueda de mayor
calidad de vida y la necesidad de realización”.
“Con respecto a lo primero -ahondó-, antes de mudarme
a Buenos Aires, yo vivía en Tucumán. En ese
momento, la ciudad estaba atravesando graves problemas
de inseguridad y de servicios públicos. Para
cualquier persona, y especialmente para los santiagueños
que estamos acostumbrados a la tranquilidad,
vivir en estado de alerta constante ante un robo, como
te exigía Tucumán, es algo realmente agotador. Hoy
puedo salir tranquilo a la calle a cualquier hora, disfrutar
de espacios verdes y eso no tiene precio para mí”.
“Aclaro también que no es lo mismo la realidad de
vivir dentro de los límites de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (Caba), que en el conurbano bonaerense,
dado que muchas veces en el
interior tendemos a pensar que son
el mismo distrito”, apuntó.
“Con respecto a lo segundo,
luego de finalizar la universidad
tenía dos objetivos muy
claros: realizar un posgrado
y desarrollarme en una empresa
grande que me desafíe
constantemente a seguir creciendo.
Y en ese sentido, Buenos
Aires es la ciudad que brinda
la mayor cantidad de oportunidades,
tanto laborales como académicas
en el país”. “Actualmente soy gerente de Data
Analytics para Argentina de la farmacéutica norteamericana
Merck (MSD)”, indicó.
Respecto de la dificultad de instalarse en la Caba
manifestó que “depende esencialmente de dos factores:
laboral y habitacional. En mi opinión, muchas personas
cometen el error de instalarse primero y después
buscar trabajo, el popular “probar suerte”. Cuando
hoy con la tecnología, se puede ahorrar mucho esfuerzo
y dinero, haciendo las cosas al revés”.
En su caso, recordó que “cuando tenía la decisión
tomada y aún vivía en Tucumán, empecé a enviar decenas
de currículos por día en distintas páginas de internet
como LinkedIn y a tener a entrevistas por videollamada.
En algunas me fue bien y en otras mal, pero
pude cerrar una oportunidad laboral antes de llegar a
Buenos Aires”.
Advirtió que “la cuestión habitacional es un poco
más compleja: alquilar un departamento en Caba no es
fácil ni barato, pero tampoco imposible. La mayor dificultad
radica en que el mercado inmobiliario exige una
garantía propietaria de alguien de capital, y no todos
tienen un amigo o pariente que sea dueño de un inmueble
en la ciudad. Lo bueno es que hoy existen empresas
a las que se les puede pagar un monto determinado,
y te sirven de garante para alquilar una propiedad.
También, se puede comenzar alquilando una habitación
que es mucho más sencillo y económico, y comenzar a
ahorrar hasta que se pueda alquilar algo propio”.
Acerca de lo que más añora y una costumbre que
mantiene, Gerardo dijo que “añoro dos cosas de Santiago.
La primera es ese encuentro con amigos, que
se convierte en una guitarreada de folclore hasta que
amanece”.
“La segunda es la comida, especialmente esa que
se hace en horno de barro. Cada vez que voy a Santiago
intento vivir las dos cosas sí o sí. Y la costumbre que
mantengo es la siesta, todos los sábados y domingos.
Incluso intento ‘evangelizar’ a mi equipo sobre los beneficios
de implementarla”, reveló.
Para finalizar, se dirigió a aquellos jóvenes que sueñan
con crecer fuera de la provincia, pero que sus dudas
los atan: “Las cosas de las que uno más se arrepiente,
son esas cosas que uno no hace. Muchas personas
llegan a grandes y se preguntan: ¿Qué hubiera
pasado si enviaba ese CV a esa empresa que
me interesaba?, ¿Qué hubiera pasado si
le hablaba a esa chica que me gustaba?,
¿Qué hubiera pasado si no
me rendía con el estudio?, ¿Qué
hubiera pasado si hacía ese
viaje que no hice?”.
“Los invito a no quedarse
en el ‘qué hubiera pasado
si...’ y a animarse más a dar el
paso, a salir de la zona de confort.
Porque como escribió Sabina:
‘No hay nostalgia peor que
añorar, lo que nunca jamás sucedió’”,
cerró.