Santiago del Estero, pionera de la argentinidad Santiago del Estero, pionera de la argentinidad
Por Eduardo Lazzari, Historiador, especial para EL LIBERAL
La fundación de la ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo el 25 de julio de 1553 por el conquistador Francisco de Aguirre es el hecho primigenio de la implantación definitiva del dominio español y de la Iglesia Católica en el actual territorio argentino. Si se realiza el listado de las fundaciones que los adelantados y expedicionarios intentaron desde el descubrimiento de América por parte del almirante Cristóbal Colón en este “fin del mundo”, tal como lo mostró ante el mundo el papa Francisco en el atardecer del 13 de marzo de 2013, cuando asumió el trono de Pedro, el desafío es entender el impulso sagrado que llevó a la corona de España a seguir adelante en la construcción del más extenso imperio conocido hasta hoy. Hoy es día de conmemoración y ese desafío lo dejaremos para otro momento.
La lucha política entre el virrey del Perú y el capitán general de Chile: la fundación
Ese tiempo original no estuvo exento de pequeñas rencillas y grandes peleas entre los funcionarios imperiales que buscaban ganar el favor de la metrópoli conquistando tierras. Así nació el conflicto que estuvo presente en la fundación de Santiago del Estero. El virrey a cargo del Perú, Pedro La Gasca, intentaba ocupar tierras hacia el sur de las quebradas que bajaban del Alto Perú, para lo que envió a Juan Núñez del Prado a fundar ciudades con la doble finalidad colonizadora y defensiva de las tierras mineras del Potosí.
Pero desde Chile, el adelantado Pedro de Valdivia aspiraba a obtener el dominio de unas cien leguas al este de la costa del océano Pacífico y para ocupar las tierras envió a Francisco de Aguirre. El enviado peruano iba a fundar tres ciudades sucesivas con el mismo nombre: El Barco, en homenaje a su mandante nacido en el Barco de ávila. Pero cuando se toparon los dos expedicionarios, Aguirre se mostró más decidido, puso preso a Núñez del Prado y a un cuarto de legua de la tercera villa fundada por el llegado del Perú, fundo el 25 de julio de 1553 a la que con el tiempo sería la “Madre de Ciudades”.
Es curioso que este conflicto colonial volviera a aflorar cuando en 1881 se establecieron las fronteras definitivas entre las Repúblicas Argentina y de Chile. Nuestros hermanos trasandinos pretendieron sostener que, si se era fiel a la historia, a Chile le correspondían todas las tierras que a Valdivia le había concedido el emperador Carlos V en 1530, que llegaban hasta el meridiano de Santiago del Estero. Habían pasado tres siglos y medio pero las condiciones a ambos lados de los Andes habían variado y no pasó de ser una anécdota aquel reclamo santiaguino.
Santiago, primera y única ciudad imperial
Al tiempo de la fundación de Santiago, gobernaba el imperio Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, último monarca hispano en ostentar el título de Emperador. A su abdicación, en 1556, dejó divididos sus dominios entre sus hijos Felipe y Fernando, quedando el primero como rey de España con el nombre de Felipe II, dinastía de los Austrias que gobernaría estas tierras americanas hasta 1700, cuando serían sucedidos por los Borbones. Este hecho hace que ninguna otra ciudad del actual territorio nacional haya sido fundada en nombre de un emperador.
El recuerdo de los nombres de los primeros habitantes, que se radicaron junto a Francisco de Aguirre, un conquistador cuya azarosa y arriesgada vida merece una gran biografía o al menos un relato novelesco, es una obligación en este camino a los cinco siglos santiagueños: Miguel de Ardiles, Juan Cano, Pedro Díaz Figueroa, Andrés de Herrera, Juan Serrano, Pedro de Villarreal y decenas de otros, que tan bien detalla en su libro “Historia de Santiago del Estero, muy noble ciudad” del respetado historiador Antonio Castiglione.
La pionera en la fundación de ciudades
Ya como cabeza política del Tucumán (nombre del extensísimo espacio ubicado entre la precordillera de los Andes al oeste, el Altiplano al norte, el Chaco y el río Carcaraña al este y las sierras grandes al sur) comenzó el tiempo que aún hoy la nombra a Santiago del Estero como “madre de ciudades”. Juan Pérez de Zurita, emprende hacia 1558 las campañas fundadoras de los asentamientos de Londres de la Nueva Inglaterra (Catamarca), Córdoba del Calchaquí (Salta), Cañete (Tucumán) y Nieva (Jujuy), que fracasan al poco tiempo.
Al ser designada capital de gobernación, empiezan las campañas de fundaciones exitosas y perennes: San Miguel del Tucumán y Nueva Tierra de la Promisión (1565), Córdoba de la Nueva Andalucía (1573), San Felipe y Santiago de Lerma en el Valle de Salta (1582), Todos los Santos de la Nueva Rioja (1591), San Salvador de Velasco en el valle de Jujuy (1593) y San Fernando del Valle de Catamarca (1683), además de decenas de villas que establecieron la traza de los caminos reales.
Santiago pionera en la colonia: obispado, seminario, gobernación
Como ciudad pionera de los argentinos, le cabe a Santiago del Estero haber dado inicio al episcopado cuando el 10 de mayo de 1570 se funda la diócesis del Tucumán, con sede en la madre de ciudades. El primer obispo “tucumanense”, tal como se lo llamaba, don Francisco de Vitoria fue además el primer exportador de frutos del país a través del puerto de Buenos Aires el 2 de septiembre de 1587, fecha en la que se conmemora el Día de la Industria. El 29 de junio de 1621 fue ordenado en la Catedral santiagueña el primer obispo de Buenos Aires,
El 25 de julio de 1609, exactamente 56 años después de la fundación, fue creado por Cédula Real el Seminario de Santa Catalina de Alejandría, denominación que fuera adoptada tiempo después por el noviciado de los jesuitas en Córdoba ubicado en la estancia que aún se llama así. Anteriormente se habían instalado tres instituciones que fueron las primeras del país: en 1576 el Hospital Real, en 1585 la escuela y en 1588 la primera biblioteca.
Pero sin duda, desde la organización política, le cabe el honor a Santiago de haber sido la capital de la primera tenencia de gobierno, con dependencia de Chile, desde 1553 y luego cabeza de la gobernación del Tucumán, desde 1563 bajo la tutela directa del virreinato del Perú. El siglo XVIII iba a ser testigo de la decadencia y el obispado, la gobernación y el seminario marcharon para Córdoba y Salta. Sin duda falta enumerar todas las acciones modernas en las que Santiago también fue pionera entre fines del siglo XIX y el XX.
Santiago y sus ilustres argentinos, algunos poco conocidos
Muchas veces el relato de las glorias santiagueñas pasa por los grandes protagonistas de la historia: los diputados del Congreso de 1816, Pedro León Díaz Gallo y Pedro Francisco de Uriarte; los gobernadores del siglo XIX, Juan Felipe Ibarra y Manuel Taboada; el gran redactor de la Constitución Federal de 1853, José Benjamín Gorostiaga; los ministros nacionales del siglo XX, el afincado Ramón Gómez y el doctor Ramón Carrillo; y las grandes mujeres, como María Antonia Paz y Figueroa, la querida beata “Mamá Antula”.
En las artes, no exagera quien pone a la “madre de ciudades” como cuna de la música argentina: el maestro Amancio Alcorta y don Andrés Chazarreta. Poetas como Homero Manzi. En las ciencias Orestes Di Lullo como historiador y de los hermanos Emile y Duncan Wagner como antropólogos y arqueólogos, junto los educadores que fundaron y sostienen las grandes instituciones educativas, dan a Santiago un lugar que debe ser más reconocido.
Pero en este nuevo aniversario de la ciudad hay que recuperar la sangre santiagueña en los grandes del país. El abuelo materno del general Manuel Belgrano fue don Juan Manuel González Islas, nacido, criado, muerto y sepultado aquí. Doña Cornelia Beltrán Alcorta fue la santiagueña que capturó el corazón de uno de los grandes intelectuales de la generación del ’80: Paul Groussac, por 44 años director de la Biblioteca Nacional. El presidente José Figueroa Alcorta fue hijo de la ilustre Teodosia Alcorta, santiagueña. Y sin duda, este corto detalle es injusto con muchos que dieron a la sangre argentina un origen santiagueño.
Lo aquí expresado es una ínfima expresión de la influencia, el aporte y la significación que a la argentinidad ha dado Santiago del Estero a lo largo de sus cercanos cinco siglos de historia. Por eso, desde estas páginas de “El Liberal”, no queda más que decir de parte de todos los argentinos FELIZ DíA DE LA FUNDACIóN, QUERIDA SANTIAGO DEL ESTERO, GLORIOSA PIONERA DE LA ARGENTINA
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