Asaim: volver a nacer con el corazón herido pero la fortaleza intacta Asaim: volver a nacer con el corazón herido pero la fortaleza intacta
Guardapolvos quemados. Paredes negras, con algunos espacios en los que apenas se dejan ver el color original. Allá, en los fondos, descansan los restos de una combi consumida por las llamas. Del techo nada queda; sólo hierros de una estructura que deberá ser reconstruida por completo. Y por momentos, sólo se escucha el ruido del viento, que se filtra por las aberturas que quedaron sin sus vidrios.
El dolor está latente en el Instituto Camino de Esperanza de Asaim. Hoy, a menos de 20 días del atentado, en el que al menos un delincuente prendió fuego la institución después de cometer un robo, sin entender aún qué fue lo que pasó, integrantes de la comisión directiva, padres y hasta los propios alumnos, intentan empezar de nuevo... de cero. Todo es difícil, pero nada es imposible, porque el mismo dolor los impulsa a salir adelante.
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En todo momento se vienen a la mente, aquellos interminables minutos en los que las llamas consumían todo lo que encontraban a su paso, y las lágrimas brotan de nuevo. El corazón está herido, pero la fortaleza intacta.
“Al principio dudamos, pero nos propusimos empezar el ciclo lectivo a término y así lo haremos. Tenemos esa firme convicción. Por eso, aunque cuesta mucho, trabajamos sin descanso para llegar a marzo con una institución óptima”, dice Raúl Garay, integrante de la comisión directiva de Asaim.
INSALVABLE. La combi en la que trasladaban a los alumnos quedó totalmente destruida.
Así se muestran hoy, optimistas a pesar del golpe. Un golpe que según ellos mismos, jamás lo hubieran imaginado.
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“No podemos entender por qué nos hicieron tanto daño, y no hablo del daño material, hablo del moral, por lo que representa la institución para nosotros. Ni siquiera nos robaron cosas de valor, sino más bien se ocuparon de destruirlas; rompieron todo, tiraron comida, dejaron caloventores encendidos, colgados de los enchufes, pero se llevaron muy poco. Fue pura maldad”, detalla, como buscando una explicación al atentado.
Sin embargo, hubo sentimientos aún de mayor pesar: “El peor de los dolores fue ver la cara de esos alumnos que en este incendio vieron amenazados su futuro y su vida en sí, porque para muchos de ellos, la escuela es su otro hogar, se desesperan por venir a encontrarse con sus amigos. Fue muy doloroso. Venían después del incendio y se largaban a llorar al ver el daño”, recuerda Raúl, también sumergido aún en el dolor que provoca la situación.
DETALLES. Raúl Garay, Adriana Romano y Reina Taboada, integrantes de la comisión directiva de Asaim, cuentan todo sobre el atentado a la institución.
El día después
Una vez que el fuego hiciera estragos en Asaim, sólo quedó el intolerable olor de humo en el interior de la institución. Nadie se animaba ni siquiera a ingresar para supervisar el daño, tal vez resistiéndose a la realidad con la que era inevitable encontrarse.
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Pero lo hicieron. Y después de tantos sentimientos encontrados, predominados por la tristeza y la impotencia, no quedó otra que soñar en grande: la reconstrucción del daño.
Y fue ahí, en el mismo instante, en el que toda la comunidad se puso manos a la obra: integrantes de la comisión directivas, docentes y algunos padres comenzaron a trabajar para limpiar al menos las secuelas de las llamas. Y en ese punto siguen todavía.
“Hay una ansiedad muy grande por volver a empezar. El compromiso de los docentes es muy grande al igual que el de algunos padres. Los alumnos también quieren colaborar, preguntan en qué pueden ayudar. Estamos todos comprometidos, por suerte”, sostiene Raúl Garay.