Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Santiago

Mons. Miguel De Andrea, el gran obispo liberal argentino

07/07/2019 02:56 Santiago
Escuchar:

Mons. Miguel De Andrea, el gran obispo liberal argentino Mons. Miguel De Andrea, el gran obispo liberal argentino

La Iglesia Católica ha tenido un conflicto secular con el liberalismo. Desde los tiempos de la revolución francesa y la revolución industrial, la relación íntima entre el liberalismo político y el capitalismo económico dieron lugar a una toma de posición muy clara y rotunda por parte de la jerarquía eclesiástica en contra de ambos aspectos de la modernidad, sobre todo a partir de la doctrina papal durante todo el siglo XIX. Sin embargo, los grandes enfrentamientos en la primera mitad del siglo XX, a través de los documentos pontificios “Non abbiamo bisogno” contra el fascismo, del 29 de junio de 1931; “Mit Brennender Sorge” contra el nazismo, del 14 de marzo de 1937; y “Divini Redemptoris” contra el comunismo, del 19 de marzo de 1937, todas del papa Pío XI, marcaron una disminución en el entusiasmo contra el liberalismo, ya que la encíclica “Quadragesimo anno” del 15 de mayo de 1931, pondera menos críticamente que en el anterior siglo los valores de la democracia.

En nuestro país, luego de los embates anticlericales de la década de 1880, la formación del episcopado argentino en una actitud defensiva y en un contexto social bastante hostil, mantuvo una posición de solidaridad con las posturas de los papas, que se manifestaba en una constante alusión a los textos llegados de Roma para plantear la posición de la Iglesia en los temas vinculados a la realidad política y social del país. Sin embargo, aparecerá a principios del siglo XX un obispo con gran independencia en sus posiciones públicas, de gran adhesión a las posiciones democráticas, que se distinguirá de sus pares. Se trata de monseñor Miguel De Andrea, obispo titular de Temnos.

INFANCIA Y FORMACIóN

Miguel de los Santos De Andrea nace en la ciudad bonaerense de Navarro, originada en el fortín virreinal de San Lorenzo Mártir, en cuya iglesia fue bautizado el 5 de julio de 1877, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. Esta parroquia fue la sepultura original del malogrado gobernador Manuel Dorrego, luego de su fusilamiento a manos de Juan Lavalle. Miguel era el segundo hijo de los siete que tuvo el matrimonio formado por dos inmigrantes italianos: Nicolás y Josefa Parente. El padre de familia se dedicaba al comercio y ya para 1895 era propietario. Esto permite afirmar que los De Andrea tenían un buen pasar, sin llegar a la riqueza. En el censo de ese año consta que todos los De Andrea sabían leer y escribir.

El joven Miguel asistió a la escuela pública, pero su destino fue influido por el cura de Navarro, Francisco Savino, que bautizó, dio la comunión y confirmó al niño, y fue quien lo recomendó para que siguiera sus estudios en el Seminario Conciliar de Buenos Aires, adonde lo envió su familia a fines de 1888. Tenía sólo once años. Bajo la estricta formación de los jesuitas, a cargo del seminario, Miguel recibió las órdenes menores. En 1898 viaja a Roma para estudiar en el Pío Colegio Latinoamericano y luego, en la Universidad Gregoriana, donde recibirá el doctorado en Teología. El 23 de diciembre de 1899, a pocos días del fin del siglo XIX, fue ordenado presbítero por el obispo de La Plata, Juan Terrero.

El estudio de los escritos del deán Gregorio Funes, jefe revolucionario de Córdoba en 1810; de fray Cayetano Rodríguez, redactor del Acta de la Independencia; de fray Justo Santamaría de Oro, líder de la posición republicana en el Congreso de 1816; y de fray Mamerto Esquiú, el apóstol de la Constitución de 1853 fueron los fundamentos doctrinales para las posiciones democráticas y sociales del joven cura y del futuro obispo.

PRESBíTERO Y OBISPO

En 1900 el pueblo de Navarro se viste de fiesta para recibir al nuevo sacerdote, y Miguel celebra su primera misa en el pueblo natal. Pocas veces hará gala de su condición de “navarrero”, pero cuando lo hizo fue muy enfático. Esto desmiente las críticas que De Andrea iba a recibir a lo largo de su carrera eclesiástica en el sentido de haber intentado ocultar su humilde origen, en los tiempos en que era considerado como uno más en los círculos del poder argentino. Fue nombrado capellán del Convento de las Catalinas, en Buenos Aires, en 1902. En 1906 asume la subdirección de los Círculos Católicos de Obreros, secundando al padre Federico Grote, su fundador, y lo reemplaza a partir de 1912. En 1907 recibe el título honorario de monseñor.

Funda la Federación de las Hijas de María en 1908. Su sermón de 1910, en ocasión del Centenario de la Revolución de Mayo, fue el medio para sostener la unión del cristianismo con la democracia liberal presente en la Constitución argentina, como la correcta solución de los problemas sociales. En 1912 es nombrado cura párroco de San Miguel Arcángel. El 18 de diciembre de 1919 fue nombrado obispo titular de Temnos, en una distinción de carácter personal, ya que no le fue dado un oficio como auxiliar y continuó hasta su muerte en el cargo de párroco. Fue consagrado en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires por el nuncio apostólico Alberto Vassallo di Torregrossa el 13 de junio de 1920.

Para ese entonces, ya era muy conocido por sus posturas liberales y fue estableciendo grandes vínculos con sectores de las elites políticas, sociales y económicas. En 1923 muere el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Antonio Espinosa. Le toca al presidente Marcelo T. de Alvear proponer al sucesor y elige a su amigo y confesor de su esposa, Regina Pacini, el obispo de Temnos, Miguel De Andrea. Por sus ideas de avanzada y su parecido con el sacerdote italiano Luigi Sturzo, cuyo compromiso político resultaba conflictivo para la Santa Sede, su nombramiento fue demorado y De Andrea decidió renunciar para evitar una escalada. Es curioso que el gobierno argentino lo nombrara como delegado diplomático ante el Vaticano como agradecimiento a su desapego.

Poco tiempo antes, en 1922 había fundado la que sería su herencia más notable: la Casa de la Empleada, que en su sede de Sarmiento 1272 de Buenos Aires fue a su vez la Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas, que brindo extraordinarios servicios de formación a mujeres dispuestas a trabajar en un mundo poco amable con ellas. Esta organización iba a ser el cimiento de su enorme popularidad y de su gran predicamento en la sociedad, sobre todo en la clase media. Promovió leyes como las de descanso dominical, la reglamentación del trabajo de mujeres y menores, y la de trabajo a domicilio. Apoyo la creación del Departamento de Trabajo y de la Caja de Ahorro Postal, participando además de la obtención de la ley de jubilación del empleado de comercio.

SU POPULARIDAD EN LA ARGENTINA Y EN EL MUNDO

Monseñor De Andrea dijo de sí: “Me he consagrado al pueblo. Desde el punto de vista de las ventajas humanas, no me ha resultado gananciosa esa consagración sin reservas... me llevó a la quiebra”. Y respecto a la posición de la Iglesia frente a los poderes temporales dirá: “Si el clericalismo significa intromisión del clero en la jurisdicción del Estado, la Iglesia condena el clericalismo… En toda democracia podría establecerse la fórmula: “¡Ni laicismo, ni clericalismo!”.

Los sectores que optaron por los aliados en la Segunda Guerra Mundial lo convirtieron en el símbolo del clero democrático, sobre todo ante su negativa a firmar la pastoral del episcopado argentino del 15 de noviembre de 1945, que llamó a votar a Juan Perón en 1946. Durante el conflicto bélico, monseñor De Andrea fue invitado a disertar ante los obispos de los Estados Unidos y culminó ese viaje por el país del norte dando un discurso ante el Congreso y entrevistándose con el presidente Franklin D. Roosevelt.

Se opuso firmemente al gobierno del presidente Juan Perón, pero son falaces las afirmaciones sobre acciones violentas fomentadas por él. El 16 de junio de 1955, en medio de los bombardeos a la Casa Rosada y a la Plaza de Mayo, y los incendios de las iglesias coloniales de Buenos Aires, monseñor De Andrea fue el sacerdote de mayor jerarquía puesto preso. Ya para 1957, cuando cumplió 80 años, estaba retirándose de la vida pública, y una enfermedad minó definitivamente su salud.

MUERTE Y HOMENAJES

Murió en Buenos Aires a los 83 años, el 23 de junio de 1960. Su funeral fue multitudinario. Está sepultado en su iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, donde se construyó un mausoleo que lo recuerda con estas palabras: “Pastor de la Iglesia y Prócer de su Pueblo. Apóstol de la caridad social”. La Casa de la Empleada que él fundara fue bautizada con su nombre, y hoy lucha por recuperar el esplendor de otros tiempos. Un monumento en la plaza principal de Navarro lo ubica como su hijo más dilecto. Calles, plazas, escuelas lo recuerdan en todo el país.

Las palabras dichas por Ambrosio Romero Carranza, multifacético líder laico argentino, son la mejor definición de De Andrea: “Ochenta años de una existencia realmente cristiana y argentina, que nunca se ha apartado del camino de la verdad, la justicia y la democracia. Una prédica que señaló y sigue señalando cuál es la verdad religiosa y social. Una vida plena de amor a Dios, al prójimo y a la patria; un pensamiento profundo y orientador en medio del caos ideológico y las convulsiones políticas que agitan nuestro siglo. Una obra fructífera y constante realizada en bien del pueblo trabajador y en pro de la pacificación social. Una luz que brilla marcando los escollos y el rumbo a seguir: rumbo de la justicia y la libertad”.

Por Eduardo Lazzari

Historiador


Lo que debes saber
Lo más leído hoy