Aprender del pasado

Muchas personas llevan un diario de sus vidas, es decir, un registro de todo lo que les va sucediendo en el tiempo. Resulta una herramienta útil a la hora de reflexionar sobre nuestras vivencias, positivas y negativas, para darles el valor exacto que merecen.

Todos, sin excepción, tenemos experiencias lindas que quedan en nuestra memoria a las que quisiéramos levantarles un monumento. Son esos momentos que merecen mucho más que unas líneas en un diario que mañana se convierten en una vieja noticia.

La mayoría de los seres humanos ponemos el foco en las vivencias negativas. Por ejemplo, si diez personas dejan un comentario agradable en una publicación nuestra en las redes sociales pero una sola deja un comentario feo, seguramente nos fijaremos en este último. Esto es así porque el cerebro tiende a detectar las situaciones peligrosas con el objetivo de protegernos.

Sin embargo, todos podemos aprender a confeccionar un registro, una especie de diario mental y emocional, de “batallas ganadas”. Eso fue exactamente lo que hizo el famoso rey David, antes de llegar al trono, cuando tuvo que enfrentar al gigante llamado Goliat. El joven pastor se ubicó en sus antiguos logros (cuando vencía a osos y leones al cuidar las ovejas de su padre). Así se llenó de coraje para vencer al gigante que todos temían.

Todos, ya sea que lo deseemos o no, atravesaremos tanto victorias como dificultades. Las etapas duras las superamos con recursos propios, con el apoyo de seres queridos, aplicando el pensamiento creativo o simplemente respirando hondo y creyendo que “eso también pasará”. Pero lo cierto es que aprendemos y crecemos mucho más de situaciones difíciles que de situaciones felices.

Aprendemos cuando nos caemos y nos levantamos, cuando cometemos un error y lo reconocemos y enmendamos, cuando debemos hacer uso de nuestra creatividad para solucionar un problema. Entonces somos capaces de transformar el dolor y el sufrimiento en experiencia y crecimiento que nos permiten avanzar.

Un recuerdo triste que traemos al presente de manera racional nos ayuda a tomar buenas decisiones. Mientras que un recuerdo alegre que traemos de la misma forma nos brinda la posibilidad de revivir en el nivel de nuestras emociones situaciones que nos generaron placer en su momento. Veamos dos ejemplos de esto:

-Juan recuerda que le prestó una suma importante de dinero a María y ella nunca se lo devolvió, lo cual le causó molestia pero también le enseñó a ser precavido y no volver a prestar dinero.

-Pedro recuerda el día de su casamiento y revive las mismas emociones que experimentó en ese momento (todos podemos aprender algo de un recuerdo del ayer).

Para concluir, para disfrutar de vidas plenas, determinémonos a aprender de todo lo negativo que alguna vez vivimos pero concentrémonos en todo lo bueno que nuestro Creador nos ha permitido vivir como el regalo de un papá amoroso a un hijo. Solo así el pasado doloroso dejará de abrumarnos y detenernos.