Síndrome de Antón, ceguera cortical y lóbulo occipital Síndrome de Antón, ceguera cortical y lóbulo occipital
De entre todos los sentidos
orientados a la
percepción del mundo
exterior, el de la visión
es el que está más desarrollado
en el ser humano. Nuestra
capacidad visual nos permite detectar
y procesar información muy detallada
del mundo que nos rodea, dándonos
la capacidad de percibir una
gran cantidad de información respecto
de los estímulos que nos rodean.
Sin embargo, la vista es un sentido
que puede perderse o no llegar a poseerse;
existen una gran cantidad de
alteraciones que pueden provocar que
una persona nazca sin la capacidad de
ver o pierda en gran medida o incluso
totalmente la capacidad visual.
En
aquellas personas que nacieron con
la capacidad de ver pero que la pierden
abruptamente tras una lesión cerebral,
en ocasiones surge una extraña
condición en que pese a no ser capaces
de percibir el entorno a nivel
visual estas tienen el convencimiento
de que sí lo hacen. Se trata del síndrome
de Antón, sobre el que vamos a
hablar a lo largo de este artículo.
Síndrome de Antón:
características
principales
Recibe el nombre de síndrome de Antón una
condición médica caracterizada por la presencia
de anosognosia o falta de conciencia de la
presencia de alteraciones que se produce en
personas que a nivel objetivo han perdido por
completo la visión tras haber sufrido una lesión
cerebral que destruye las áreas corticales encargadas
de procesar este tipo de información.
Se trata de un tipo de agnosia visual, es decir
de una falta de reconocimiento de la información
visual que el sujeto recibe, aunque en este caso
se debe al no reconocimiento de la no visión.
Síntomas
La persona que sufre esta condición no está
disimulando ni fingiendo, sino que realmente
es incapaz de detectar que no puede ver y actúa
como si poseyera la capacidad de percibir
el entorno a través de sus ojos. En esta situación
el sujeto confabula visualmente, es decir
genera mentalmente y de manera inconsciente
el contenido que vería, en ocasiones empleando
para ello información de sus otros sentidos con
lo que a veces puede parecer que tienen cierta
precisión.
Aún si por lo general tropiezan a
menudo debido a su falta de visión, le negación
de la ceguera suele ser continua y persistente,
aunque en confrontación con estímulos visuales
suelen dar respuestas poco precisas. Si bien
sus órganos visuales son funcionales, la corteza
visual, que permite el procesamiento y la percepción
de la información visual, se encuentra
destruida o desconectada, con lo que la visión
no es posible (condición conocida como ceguera
cortical).
El síndrome de Antón por lo general
suele acompañarse de cierto compromiso de
las funciones cognitivas, que se dan comórbidamente
pero que no forman parte del síndrome
en sí, tales como problemas de memoria.
Dado
que no son capaces de percibir que no ven y
debido a que se mueven con normalidad como
consecuencia de ello, suelen tener con frecuencia
tropiezos y en ocasiones incluso accidentes
que pueden poner en peligro su integridad física.
Además de ello la mezcla de ceguera y negación
de esta implica que surjan disfuncionalidades en
esferas como la social, la académica (no es raro
que afirmen poder leer y escribir pese a no poder
hacerlo realmente) o laboral (en que por lo
general su rendimiento se verá obviamente reducido
y en el que dependiendo del tipo de empleo
incluso pueden llegar a cometer negligencias
debido a su problemática).
Causas
Por norma general, las causas de la aparición
del síndrome de Antón se encuentran en la
presencia de una lesión cerebral. Dicha lesión ha
de producir una afectación destrucción o desconexión
de las áreas visuales del lóbulo occipital
a nivel bilateral, es decir, afectando a la región
occipital de ambos hemisferios cerebrales.
Esta lesión es el origen de la ceguera cortical
que impide que puedan ver.
El motivo de
que aparezca la anosognosia no está tan claro,
si bien es habitual encontrar que la lesión sufrida
también ha generado daños o alteraciones
en las regiones occipitotemporales que servirían
de área de asociación. Las causas de que
aparezca la lesión pueden ser múltiples, siendo
la más habitual la presencia de accidentes cerebrovasculares
(sea por isquemia o hemorragia).
Además de ello, otras posibles causas de
su aparición son los traumatismos craneoencefálicos,
la presencia de infecciones o la compresión
causada por tumores cerebrales. La hipertensión
arterial, el tabaquismo o la diabetes son
factores de riesgo para que surjan problemas
vasculares que puedan afectar en este sentido.
Tratamiento
El síndrome de Antón es una alteración cuyo
tratamiento es complejo, y por lo general precisa
del trabajo conjunto de un equipo multidisciplinar
que tenga en cuenta las diferentes necesidades
y particularidades del caso en cuestión.
Para empezar es necesario comprender que la
ceguera cortical es por norma general crónica,
aunque en algunos casos puede haber cierta
mejoría si se conservan capacidades como la
captación de la luminosidad y/o si la causa de la
ceguera es parcialmente reversible (es muy poco
habitual pero en ocasiones la reabsorción de
una hemorragia o el tratamiento de algunas infecciones
causantes de la ceguera podrían implicar
cierta mejoría). A nivel neurológico o neuropsicológico
se procurará tratar la causa y la
lesión cerebral del mejor modo posible, algo que
puede incluir o no cirugía.
Sin embargo esto sería
para tratar la causa en sí y no tanto el síndrome
de Antón, que puede entenderse como
una complicación de esta. Independientemente
de ello, el tratamiento requerirá de una intervención
a nivel de concienciación del sujeto
de su situación actual y de la existencia de problemas
visuales. En este sentido puede ser necesario
reestructurar sus creencias proponiéndole
experimentos conductuales.
Ello es un primer
paso que puede ser fundamental para que
el paciente se adhiera a programas de rehabilitación
y estimulación neurológica, neuropsicológica
o funcional, de cara a que el paciente pueda
aprender mecanismos para disminuir las dificultades
que su condición le genera.
La psicoeducación
es primordial, especialmente para el
afectado pero también para su entorno próximo,
el cual además suele ser el motivo de que el paciente
acuda a consulta y suele estar más preocupado
que el propio sujeto (que al fin y al cabo
cree que ve perfectamente).