¡Él vive y actúa en nosotros y en la historia! ¡Él vive y actúa en nosotros y en la historia!
agradecido,
que nace
de un corazón
conmovido y
creyente por
que vio y experimento las maravillas
de nuestro Dios. El Dios
que nos creó, nos recreó en la Resurrección
de su Hijo Amado. Es
nuestra Esperanza. ¡La muerte
fue vencida!
Jesús es la Vida que se trasmite,
comparte y brinda a los hombres
y mujeres que caminamos
en la historia en medio de tanto
dolor, desesperanzas, egoísmos,
mezquindades y mediocridades.
En este Día renovamos el júbilo
que es como un óleo que se derrama
en corazones humildes y
confiados en la bondad de nuestro
Dios.
“La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable,
el Rey de la Vida estuvo muerto
y ahora vive” (secuencia pascual)
Una lucha muy desigual:
todos los poderes inmensos de la
Muerte y un Pobre hombre “casi
sin figura humana” que soñaba
y proponía y traía un mundo
distinto: un mundo donde hubiera
lugar para todos, viviendo con
dignidad, con esperanzas.
Cuando parecía que todo estaba
perdido, que no había esperanzas,
que el Proyecto de Amor
de Jesús había fracasado… hubo
un amanecer donde irrumpió la
Vida con toda su fuerza y renovó
la historia de la humanidad.
Parecía que todo el Amor entregado,
que la Verdad proclamada
era sepultada para siempre,
que no había horizontes para
la justicia, la dignidad, la fraternidad,
para un mundo más
humano, más justo, más digno,
más pacífico para todos.
Con María Magdalena podemos
cantar “hemos visto el sepulcro
del Cristo Viviente y la
gloria del Señor Resucitado”.
¡Toda la desazón, el descreimiento,
la tristeza quedaron atrás!
En la mañana del domingo
irrumpió con fuerza una Noticia:
el sepulcro está vacío: no robaron
el cuerpo de Jesús. ¡Ha resucitado
y está Vivo!
Es el Señor y está vivo para
siempre: esta noticia se divulgó
en todos los lugares del mundo…
y sigue siendo la Buena Noticia
para todos. Hay algo Nuevo:
hay Vida Nueva y para siempre!
el Amor ha vencido y vale la pena
apostar por el Amor. La Verdad
brilla en las tinieblas del error, de
la mentira y la hipocresía.
El Señor Resucitado nos regala
y recrea esta Vida. Ya la recibimos
en el Bautismo y la renovamos
en cada Pascua. Por eso
es nuestra obligación Cuidarla
y Defenderla. Es nuestra obligación
como Cristianos, como Bautizados,
defender la Vida desde
su concepción.
El Resucitado nos ofrece esta
Luz y este Amor como gracia
abundante. Solo necesita corazones
abiertos, corazones humildes
y necesitados. Solo necesita escuchar
“ven Señor y obra en nosotros”.
Creer en la Resurrección es
abrir las puertas a algo inédito: y
ese algo es el poder del Amor que
transforma la vida y la historia.
En este Año de los Jóvenes
sentimos que es un sueño que
puede ser realidad: CON VOS
RENO VAMOS LA HISTORIA.
Arraigados en Jesús Crucificado
por amor y Resucitado a una
Vida nueva se renuevan nuestros
sueños de un mundo, de una patria,
de un Santiago distinto.
Soñar es muy propio de los jóvenes:
sueñan con el amor, con
autenticidad, con belleza, con
igualdad de oportunidades, en
la realización de legítimas aspiraciones
para vivir en un mundo
más humano, más justo, fraterno.
¡El triunfo de Jesús es fundamento
serio de los sueños! Es posible
un mundo distinto: a pesar
que el Reino padece dolores de
parto…a pesar que muchos les
digan con palabra y gestos: “Son
sueños irrealizables”.
Desde aquella Bendita mañana
de la Resurrección se puede
soñar y esperar un mundo nuevo.
Solo necesitamos entrar en la lógica
de Jesús: “si el grano de trigo
que cae en la tierra no muere
no puede dar fruto”. Y nosotros…
¿a que debemos morir?
Nos hace falta morir al egoísmo,
a la búsqueda de intereses
mezquinos e individuales, a evasiones
que nos apartan de la realidad
a veces dura e incomprensible
que debilita. Morir a placeres
que nos hacen creer que es
amor. Morir a aislamientos que
nos impiden ver y sentir el dolor,
la marginalidad, la exclusión
de muchos jóvenes. Porque solo
muriendo a esto podemos soñar
y realizar un mundo nuevo.
Escuchamos “esto es muy duro”
¿quién puede entender este
lenguaje? ¿No serán bellos pensamientos
y sueños irrealizables?
El testimonio de tantos hombres,
mujeres, jóvenes es una
prueba irrefutable y viviente de
la realidad de sueños: la vida de
los apóstoles después de la Resurrección,
consagrados y laicos
que sembraron con la semilla de
la Buena Noticia recorriendo y
anunciando y dando la vida por
el Reino, los misioneros que dejaron
todo –familia, bienes, seguridades-
para ir “de pueblo en
pueblo” aún los más lejanos, proclamando
que Jesús Resucitado
está presente y actúa en la historia.
él puede cambiar todo. Es
una fuerza incontenible.
Tenemos evidentes ejemplos
de ese Sí a Jesús. Ejemplo de personas
que vivieron en carne propia
ese amor de Jesús Resucitado
y quisieron proclamarlo para
que los demás se enteren y lo vivan
como ellos…
Nuestro Santo Cura Brochero
y la Beata Mama Antula que escucharon
la voz del Señor y lo dejaron
todo para anunciar el Reino:
salieron a los caminos, se
acercaron a los alejados, los olvidados,
los castigados por sistemas
y personas, ofrecieron su
vida y su don para hacer vivo el
Amor de Jesús.
Hoy entre nosotros hay jóvenes
que olvidándose de sí, de sus
gustos y proyectos muy personales
dejaron afectos, comodidades
y seguridades: están sirviendo
junto a jóvenes heridos y sumidos
en las adicciones, otros asistiendo
enfermos y abuelos abandonados,
otros, haciendo de su
profesión un servicio a los pobres
y excluidos, otros, misionando
en lugares marginados, alejados
acercando el amor de Jesús. Jóvenes
que descubrieron que el
gesto de Jesús lavando lo pies a
sus amigos es una vocación que
llena el corazón humano.
Solo el amor hecho servicio
nos recompensa con una Alegría
que nadie nos puede dar. Esta
Alegría se renueva y rejuvenece
unidos a Jesús, la Vid verdadera,
sirviendo generosamente a nuestros
hermanos.
Con el Papa Francisco decimos
“la resurrección de Cristo
provoca por todas partes gérmenes
de un mundo nuevo; y aunque
se los corte, vuelven a surgir,
porque la resurrección del Señor
ya ha penetrado la trama oculta
de esta historia, porque Jesús no
ha resucitado en vano. ¡No nos
quedemos al margen de esa marcha
de la esperanza viva! E.G.
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Les deseamos una experiencia
viva del Cristo Resucitado. ¡él
Vive y actúa en nosotros y en la
historia! Con El servimos al Reino
de la Vida. Querido pueblo de
Santiago, reciban la Gracia y la
Paz de Jesús Resucitado.