Menor santiagueña recibió "manos nuevas" en Tucumán Menor santiagueña recibió "manos nuevas" en Tucumán
Camila Cajal tenía un año y medio, cuando el 26 de septiembre de 2002, sufrió un grave accidente doméstico que cambiaría drásticamente su vida. En su casa de Pozuelo, localidad cercana a Las Termas de Río Hondo, se quemó las manitos y los médicos en el Hospital de Niños de Santiago del Estero, tuvieron que amputarle todos los dedos.
A casi quince años de ese terrible episodio, Camila es protagonista de un milagro de la ciencia junto con el traumatólogo Claudio Brahim, santiagueño que tiene su consultorio en Tucumán, y un joven talentoso: Lucas Abdala tiene 27 años y está a tres materias de terminar Ingeniería Electrónica en la Facultad Regional Tucumán de la Universidad Tecnológica Nacional. Entre los tres trabajaron arduo para poder diseñar una prótesis que le permitió a Camila recuperar sus manos, según contó el diario tucumano La Gaceta.
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La pequeña, que desde que sufrió el accidente pasó por una serie de operaciones, puso sus muñones a disposición de los dos científicos para que pudieran ayudarla. Fue Claudio, quien comenzó a tratar el problema de Camila y pidió ayuda a su amigo Lucas, para fabricar una prótesis electrónica, "que además fuera de bajo costo, para una paciente. Ya le había armado una mecánica", contó el estudiante universitario al matutino tucumano.
Margarita Vera, madre de la menor, contó el largo vía crucis por hospitales de Santiago, de Buenos Aires, hasta que hace cuatro años conocieron a Brahim en el consultorio que el médico tiene en Santiago. "Me impresionó cuántas habilidades había desarrollado en la mano izquierda, donde había sido posible formar una especie de pulgar que tenía movilidad (se llama mano metacarpiana)", explicó el médico, quien contó que operó a la joven para mejorar la movilidad de su mano.
Pero luego fue por más, relató: lo primero que hizo fue construir una prótesis mecánica; compró una impresora 3D, estudió todos los tutoriales que encontró en internet y poco tiempo después Camila pudo sostener con su mano hábil objetos de gran tamaño. "Empezó a usarla apenas se la puse", destacó Brahim. Fue entonces que pidió la colaboración a su amigo Lucas para finalizar el proyecto de una prótesis electrónica para la adolescente que hoy tiene 16 años. Camila, disfruta de este espíritu solidario de ambos científicos: ahora puede agarrar cosas con las dos manos. "Logramos lo que queríamos; para comprar una extranjera hubieran hecho falta unos 30.000 dólares. ésta, en total, ¡no llegó a los 2.000 pesos!", apuntó Brahim.