Tras las huellas de Mama Antula Tras las huellas de Mama Antula
El fenómeno religioso suscitado en el pueblo santiagueño tras la beatificación de Mama Antula , trajo a luz los modos sustanciales de vivir la relación con la divinidad de los sujetos sencillos que habitan este territorio, mostrando su realidad socio-cultural. Un primer análisis cabe, ante la forma de denominarla: la beata Mama Antula, dejando de lado a la denominación de Beata María Antonia de San José, esto nos señala que el pueblo y su modo de nombrarla se impuso a la eclesial, y más aún, a la de los familiares colaterales que la señalan como María Antonia de Paz y Figueroa. El cardenal ángelo Amato, también lo expresó así: "Qué lindo suena beata Mama Antula". El pueblo creyente, que es artífice y consecuencia de la religiosidad popular, en sus modos singulares, se identifica con Mama Antula, y la sitúa a ella entre sus prácticas religiosas, con las particularísimas formas de celebrar a sus santos. La sienten próxima, mujer de pueblo, de gestos maternales, milagrosa, protectora. Hubo dos celebraciones litúrgicas que señalaron las vivencias únicas que se enmarcan en los conceptos anteriormente vertidos, la celebración de la beatificación, del próximo 27 de agosto del presente año, en el que, el ritual romano no opacó el sentir del pueblo, que se sintió parte y protagonista con los cantos de la "misa santiagueña", la sensibilidad a flor de piel, con aplausos genuinos y gritos de "Viva Mama Antula"; así también, en la celebración eucarística, por la inauguración del templo de Mama Antula, el 4 de septiembre pasado, en Villa Silípica, que fue acompañada por las distintas comunidades del departamentos Silípica, Capital y Loreto, con sus santos y santas, vírgenes e imágenes de Jesucristo, en sus distintas advocaciones; denominando de "Santuario" a la capilla, ya que designaron como un lugar sagrado de peregrinación. Ya hace tiempo, se peregrina al templete y ahora a este nuevo espacio de encuentro comunitario y religioso. Mama Antula, entre la marcha de San Esteban, el colorido de Santa Bárbara, el manto de la Virgen de Tuama y la cruz del Señor Forastero, entre otras imágenes, no desentonó. Un sujeto pueblo, muchas veces "ninguneado", es hacedor y constructor de una cosmovisión religiosa que se relaciona con la institución Iglesia, generando una convivencia fructífera que reúne en sí a los necesitados, desprotegidos, olvidados y descartados sociales. En segundo lugar, Mama Antula es mujer laica, no fue sacerdotiza ni monja, una novedad!, producto de superar la imagen que se tiene de ella por su vestimenta; dentro de la institución Iglesia Católica, laico o seglar es aquel fiel que no es miembro del clero. El término laico proviene del griego "laikós": alguien del pueblo, de la raíz, "laós": pueblo. La identificación de cada uno de los creyentes con Mama Antula, tiene que ver con la proximidad en el estilo de vida, en los desafíos de vivir una vocación laical dentro de una institución eclesial que sostiene una mirada patriarcal y clerical. El hacer presente de Mama Antula a los "expulsos" y "suprimidos" (los jesuitas) supone la vivencia plena de sus compromisos bautismales y su ministerio laical que confrontan con el poder político y con el poder eclesial. El desconocimiento de la vida y obra de Mama Antula de la jerarquía eclesial, de su apostolado laical, no les permite reflexionar a la luz de la experiencia pastoral de la beata, sobre el rol del laico, en la gran tarea evangelizadora que demanda la realidad del mundo actual. El pensar que la jerarquía y los religiosos son la iglesia, es sostener una mirada pobre el pueblo de Dios. Un gesto, la invitación a la celebración de la beatificación la realizaron un sacerdote, una religiosa y el obispo. Los jóvenes redescubrieron en Mama Antula, su lado rebelde y juvenil, sintieron que hay espacio creativo para los que sólo observan situaciones adversas, y que se puede vivir una fe comprometida sin dejar de lado una vida secular, donde los proyectos de vida, superadores, son posibles. Por último, Mama Antula tras su beatificación se constituye en un fenómeno religioso digno a destacar para el análisis y una mayor comprensión. El papa Francisco al designar a Santiago del Estero como lugar donde se celebre la beatificación de María Antonia de San José, despertó de la comodidad eclesial a muchos, que deseaban se realizará en Buenos Aires, para seguir en ánimo de siesta, y sacudió resortes del pueblo creyente que se moviliza más allá de la jerarquía. Ahora, todos somos Mama Antula, hablamos hasta sin saber, y la jerarquía legitima y silencia voces sólo por señalarse como autoridad, y se presenta en ámbitos de religiosidad popular como protagonistas sin que el mensaje del sujeto pueblo sea escuchado. Tiempos nuevos despiertan en la fe del pueblo, la hora de los laicos se instaló, las cuerdas del reloj movilizó Mama Antula, sólo habría que esperar que la consigna sea superada y se encuentre la madurez para generar ámbitos de comunión y participación dentro de la iglesia. El pueblo creyente en su inmensa mayoría recreó y renovó su fe, en la imagen de Mama Antula, el pueblo santiagueño se identificó con ella; las instituciones estatales y eclesiales observan el fenómeno religioso con sus propios intereses pero sin definir, porque este crece y se instala, en espacios que le son propios. Y debemos seguir, casi intuitivamente, las huellas de Mama Antula, un fenómeno que crece abriendo caminos novedosos.