"Que la sierva de Dios, María Antonia de San José, sea llamada beata de ahora en adelante" "Que la sierva de Dios, María Antonia de San José, sea llamada beata de ahora en adelante"
Cuando el enviado de la Santa Sede, cardenal ángelo Amato, leyó la Bula Papal a través de la cual el papa Francisco declaraba beata a nuestra Mama Antula, las casi diez mil almas presentes en la ceremonia estallaron en un emotivo aplauso. S
e había cumplido el sueño de muchos fieles devotos. Se había dado el paso esperado durante casi 100 años. Se había encendido la nueva esperanza, la de que sea declarada santa. La ceremonia de beatificación se realizó ayer en la plazoleta Mons. Gerardo Sueldo del parque Aguirre, con la presencia de la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, la gobernadora de la provincia, Dra. Claudia de Zamora, miembros de su gabinete, legisladores nacionales y provinciales, además de funcionarios provinciales y municipales.
La ceremonia religiosa estuvo presidida por el cardenal ángelo Amato, el arzobispo metropolitano de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, el arzobispo emérito de Tucumán, cardenal Luis Héctor Villalba, el arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, y los obispos de las diócesis de Añatuya y Santiago del Estero, monseñores José Melitón Chávez y Vicente Bokalic, respectivamente.
La actividad comenzó con el arribo de los peregrinos y fue incesante el ingreso de fieles desde las siete de la mañana aproximadamente. A las 9 arribaron los jóvenes que habían protagonizado el campamento, y alrededor de las 10.30 se produjo uno de los momentos más emotivos, con el ingreso de las imágenes sangradas de la Virgen de Sumampa, de Loreto y de Huachana, y la imagen del Señor de los Milagros de Mailín y de la Cruz de Matará, junto a la del Cura Brochero. Poco antes de las 11 ingresó al predio el cardenal Amato, junto con los obispos, el resto de los concelebrantes, y el enviado papal tuvo un gesto muy emotivo, cuando se acercó hasta el sector en el que se encontraban personas con problemas de salud, y les dio una bendición especial.
Proclamación
En el comienzo mismo de la ceremonia, se desarrolló el ritual por el que el obispo santiagueño y el arzobispo de Buenos Aires, pidieron al Papa que proclame beata a María Antonia de San José. Para ello, junto a la postuladora de la causa, Dra. Silvia Correales, y a la madre general de la Sociedad Hijas del Divino Salvador, hermana Zulema Zayas, leyeron pasajes de la vida y la obra de Mama Antula, con las que justificaron el pedido.
Luego, el cardenal Amato, sentado y de frente a la comunidad, leyó la Bula Papal, por la cual el Santo Padre la declaró beata a nuestra laica consagrada. Cuando el enviado del Papa leyó la parte en la que dice que por las cualidades consideradas, y por la autoridad que ostenta, dispone que "sea llamada beata de ahora en más", todos los fieles estallaron en un cerrado y prolongado aplauso. Luego de esa ceremonia, continuó la celebración eucarística, que finalizó entre cánticos y vivas a la nueva beata de la Iglesia argentina.
Gratitud
Antes de que el cardenal Amato diera la bendición final, monseñor Vicente Bokalic leyó un mensaje especial, en el que resaltó el modelo de vida de Mama Antula, al que llamó a imitar, y agradeció a todos quienes hicieron posible que la ceremonia se desarrollara con absoluta normalidad, y a las autoridades eclesiásticas. "Qué hermoso que suena: beata Mama Antula", dijo Bokalic para despertar el júbilo general. Luego dijo: "Hoy nos alegra inmensamente esta tan buena noticia, desde Santiago del Estero, hacia el país y hacia el mundo. Aquí nació nuestra beata Mama Antula, que no es solamente nuestra, ella es de la Patria, de la iglesia y del mundo. Bendito sea Dios". "Quiero agradecer a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, que es familia quien ha visitado nuestra tierra y nuestro pueblo, que en su infinita sabiduría y misericordia nos regaló a Mama Antula como signo de su bondad, de su providencia, de su predilección por los más pobres, humildes y sencillos. Ella fue un humilde instrumento de la gracia, del perdón, de una vida en las manos de Dios para hacer conocer su infinito amor", dijo luego.
Agradeció a Su Santidad el papa Francisco, "conocedor de la vida y de la obra de María Antonia de San José, sabiendo de sus orígenes de la misión quiso que la beatificación sea aquí en Santiago del Estero, su tierra, en aquellos tiempos un lugar desierto, árido, polvoroso y con un calor sofocante".
En ese momento, hizo referencia a las condiciones climáticas, que ayer difirieron bastante de los 38 grados del viernes. "Nos hemos salvado del calor hoy, Tata Dios nos regaló este fresco... Lo que sí nos vamos a llevar es la tierra santiagueña, esa tierra que ha pisado Mama Antula, y desde aquí salió a llevar la buena nueva a todos". Antes de finalizar, agradeció a sus "hermanos obispos", a sus "hermanos curas", y de manera especial a los cientos de voluntarios que trabajaron en la organización de la ceremonia.