"Disfruten chicos, saludos a todos que yo me voy a navegar", último whatsapp al amigo "Disfruten chicos, saludos a todos que yo me voy a navegar", último whatsapp al amigo
"Con David formamos parte de una camada muy unida. Vea usted, cada vez que venía, abundaban los asados y recuerdos", reveló Eduardo Mansilla, quien lo acompañó en el colegio secundario "Divino Corazón de Jesús" y egresaron con una orientación docente.
"En la escuela, David venció un poco su timidez y se abrió a amistades. Ya en la marina, cuando volvía, pasaba por casa y sobraban los asados y reuniones", recordó.
Eduardo conserva charlas viejas por whatsapp; él desde El Bobadal y David por la Antártida, o Brasil.
Era un tipo muy tranquilo y las mujeres lo buscaban porque se mantenía en forma; nosotros, aquí, con algunos kilos de más", señaló.
De las risas, Eduardo se detiene y recuerda uno de los últimos whatsapp. David escribió: "Disfruten chicos, saludos a todos que yo me voy a navegar".
Amargo despertar
Al igual que Eduardo, el resto de los amigos está paralizado y perplejo. "Aquí tenemos casi 3.000 habitantes. Nos conocemos todos y nos importa, y une, cuando se pierde a un ser querido. Eso por ahí nos diferencia de las grandes ciudades", contó.
Añade: "Vamos a ver qué hacemos. En vida, hablé con un concejal de Pozo Hondo. Yo quería, si se puede, armar y enviar un proyecto y declararlo ciudadano ilustre".
Concejo Deliberante
Reflexionó que ahora más que nunca, "David se merece un homenaje y que su vida no caiga en la intrascendencia".
El gesto de Eduardo conlleva idéntica impronta a muchos amigos, en quienes David no fue indiferente, ni ayer, ni hoy.
Rarezas de la vida, y el luto, en El Bobadal las lágrimas por el marino tuvieron efectos multiplicadores. Una FM relató los destellos más sobresalientes de su vida.
Es más, Domingo Llanos, el comisionado, suspendió un acto de gobierno, por entender que el dolor por el marino pesaba más que cualquier otra actividad, sin importar su naturaleza.
Anoche, muchos vecinos de El Bobadal convergían en la casa de los Melián, en San Andrés, con el único propósito de no desampararlos.