Ramón Edmundo Ordóñez: Un héroe que recuerda el pueblo termense

Las Termas, Río Hondo (C) Todavía es incierto, según sus camaradas, cómo fueron los últimos minutos antes de la muerte del Cabo Segundo, Ramón Edmundo Ordóñez de 19 años de edad, dado que las acciones bélicas encrudecían y se baraja como hipótesis que fue alcanzado por esquirlas de balas en un ataque propinado por una fragata inglesa en Puerto Argentino, mientras estaba al frente en el campo de batalla.

En la memoria de su familia se entremezclan las cartas que envió desde el sur, su buen humor, el espíritu andariego que predominaba en su personalidad. El soldado caído cumplió funciones como Cabo del Cuerpo de Infantería de Marina y esas cartas hoy guardadas como una reliquia por su familia mantienen viva la presencia de este joven en toda la comunidad termense.

En las misivas logró relatar, pese a los estrictos controles de los superiores, los duros momentos que le tocó vivir padeciendo hambre y frío en un ambiente de enfrentamiento bélico permanente. El Cabo Ordoñez, no alcanzó ni dos meses de instrucción cuando le comunicaron que debía subir a un avión con destino al sur, sin ni siquiera saber cuál era la misión.

“Era su mejor orgullo, soñaba con hacer el servicio militar. En una de las cartas, me decía que le brotaban las lágrimas y lloraba de felicidad. Estoy acá para defender lo que es nuestro”, relató su hermana Marta durante un diálogo con EL LIBERAL en el 2009.

Las cartas que tiene en su poder la familia Ordóñez, reflejan las necesidades por las que atravesaban los soldados. “En una de las cartas me contaba que había caminado cerca de 40 km. cargando agua, comida y armamento con sus borceguíes mojados. “Acá no comemos pan, extraño las tortillas de la mami”, reprodujo Marta el testimonio de su hermano.

Presagio

Según Marta, las cartas dirigidas a su madre Katy, nunca retrataban la dureza de la guerra para no preocuparla y transmitían esperanza de que volvería a casa, sin embargo Katy presentía lo peor al no recibir respuestas a través de los radiogramas que enviaba cuando sabía que el conflicto llegaba a su fin y algunos soldados llegaban con vida a la Argentina.

Estiman que la última carta del santiagueño tiene como fecha 5 de junio, un día antes de su muerte. En la misiva, le expresó a su madre: “Te quiero mucho mamá, se despide este negro que te hace renegar tanto, por favor, siempre escribíme mamá, nunca dejes de hacerlo”. Un oficial a cargo de Ramón Ordóñez, describió cómo fue su muerte: “él estaba en un pozo de zorro, se turnaban para hacer guardia en Puerto Argentino, hubo un bombardeo desde un barco inglés y murió a raíz de esquirlas que impactaron sobre su espalda el 6 de junio a las tres de la tarde”.

Su hermana Lita lo describió como el hermano simpático, alegre, andariego. Contó que antes de viajar a Buenos Aires, en sus días previos a Malvinas, Segundo Ramón Ordóñez se acostó triste y prefirió no despedirse de sus seres queridos. En otra de sus cartas, revelan el trauma de la guerra: “Estoy hecho un criminal, veo a alguien y tiro, que Dios me perdone, nunca imaginé que iba a estar así”.

El 2 de junio de 1982, un Teniente del Ejército se apersonó a la vivienda de los Ordóñez en Villa Balnearia para informar que el Cabo Segundo Ramón Ordóñez había fallecido. Tanto su madre Katy como su hermana Marta viajaron hacia las Islas Malvinas para visitar el Cementerio de los Caídos y la sepultura donde se encuentra la placa con su nombre.

“Viajamos en noviembre del 2000, antes había viajado mi mamá justo en el Día de la Madre, fue un día triste en Malvinas, cuando regresé a la Argentina sentí que algo mío quedaba allá, siempre nos preguntábamos por qué nos tocó vivir esto a nosotros, sin embargo cuando estuvimos con los familiares de los demás soldados caídos, nos convencimos de que no éramos los únicos”, contó Marta.