Espeluznante relato de Luis Ledesma: "A Leda la mutilaron de manera aberrante" Espeluznante relato de Luis Ledesma: "A Leda la mutilaron de manera aberrante"
Luis Esteban Ledesma ayer rompió el silencio y durante casi dos horas recreó ante EL LIBERAL la fatídica noche en que Leda Fabiana Raimundi fue asesinada y abandonada en un camino inhóspito que une Villa Robles y Beltrán.
“Lulo”, apodo que le puso su madre (Lucrecia Ledesma), recibió a EL LIBERAL con evidente tranquilidad. “Leo mucha literatura. Ahora estoy con el libro El hombre mediocre”, obra del sociólogo y médico ítalo-argentino José Ingenieros, publicado en el año 1913.
La obra trata sobre la naturaleza del hombre, oponiendo dos tipos de personalidades: la del hombre mediocre y la del idealista.
Atraviesa una odisea penal y es portador de las sospechas en uno de los crímenes más aberrantes de la historia provincial. Igual destila un control total de sus emociones.
“El 14 de junio con mi madre debíamos ir a un cajero y a buscar medicamentos. Esperábamos a mi padrastro (Guillermo Pereyra) en el auto. Cuando éste llegó nos dijo que Mario Rojas le pidió fingir un autorrobo para quedar como un héroe con una ex novia. Dijo que la abandonarían a la mujer y él regresaría a rescatarla. Y quedaría como su salvador”.
Según Ledesma, “cuando estábamos en el remís, rumbo al cajero, interpretamos que la idea de Rojas era infantil. Me reí. Pensé que era una broma”.
Continúo: “Fuimos en el auto. Y le llegó un sms a mi padrastro. Rojas le avisó que estaba con la mujer. Eran las 18.45 aproximadamente. En el camino, Brandán descendió del coche y volvió con una bolsa. Después supe que eran jeringas”.
Ahondó: “Mario avisó por sms que estaba frente a un motel en el norte. Y sobre la ruta. Aclaró que para que lo viéramos, nos haría un cambio de luces cerca del Golf Club. Estacionamos a 15 metros más o menos. Bajó Brandán y abrió la puerta. Yo no pensaba nada malo. Brandán reaccionó mal contra una mujer que estaba en el auto de Rojas. La agarró de los pelos y la tiró en el asiento de atrás de ese auto. Era una mujer robusta. . No sabía por qué Brandán hizo eso, menos por qué Rojas lo permitía”.
El detenido subrayó que en segundos, “mi madre también bajó del coche. Pereyra le dijo que la llevaría Rojas en su auto, ya que él tenía otro viaje. Mi madre lo aceptó. Y pasamos al auto de Rojas. Atrás pasé yo y Brandán, quien abrazaba a la mujer. ésta iba con la cabeza baja”.
Ledesma prosiguió: “Rojas aceleró y salió por la ruta. Mi padrastro dejó de seguirnos más adelante. Llegamos a Villa Robles. Paramos cerca de un rancho. La mujer no decía nada. Sí advertí una sonrisa cómplice entre Brandán y Rojas. Frenan el auto. Brandán y Rojas bajaron a la mujer. Caminaron 5 ó 10 metros. Demoraron 3 ó 5 minutos. Regresaron corriendo. Subieron y dijeron ya está. Y empezaron a reírse”.
Después, Rojas encendió el motor. “Volvemos y por radio mi padrastro dijo que nos esperaba en el Mishqui Mayu. Pensé que la pasajera misteriosa debía quedar allí. Rojas conocía el lugar. Y decidió dónde bajarla. No me pareció extraño. Al día siguiente supe que había estado presente en un crimen”.