Perpetua para el herrero René Sequeira por el horrendo crimen de su esposa Viviana Himelfarb

El herrero René Sequeira fue condenado a prisión perpetua, al ser responsabilizado de masacrar a golpes y prenderle fuego a su esposa Viviana Marcela Himelfarb en el B° 750 Viviendas.

El violento sujeto, el 14 de junio de 2015 segó la vida de su esposa y, por decantación, marcó para siempre la de sus dos hijos sobrevivientes a quienes también intentó matar.

Los vocales Juan Carlos Storniolo, María Angélica Peralta de Aguirre y Luis Domínguez hallaron responsable a Sequeira de los delitos de homicidio triplemente calificado por el vínculo por ensañamiento y alevosía, y mediar violencia de género; más homicidio calificado por el vínculo en grado de tentativa por sus dos hijos; más incendio.

En su alegato, la fiscal Gabriela Gauna reveló que el móvil del asesinato fue la exclusión del hogar que debía materializarse ese 14 de junio. Antes de que la policía lo expulsara de la vivienda, Sequeira encerró a la víctima fatal y a los menores.

Primero, atacó a golpes a Viviana y la dejó debajo de una mesa. Luego, fue a la habitación de los chicos. También, a trompadas, los dejó malheridos. Hasta se supo que los sujetó de los pies y los hizo golpear contra la pared.

Gauna ahondó que en sus conclusiones, los forenses establecieron que Viviana pereció por "edema pulmonar", cuando Sequeira la desmayó a trompadas y, luego, el fuego completó su perversa "obra".

A ello, se le adosaron traumatismos en la frente y en el rostro. En la audiencia ayer, la fiscal graficó: "Un bombero fue claro: Viviana tenía la cabeza como globo".

Los niños, con "traumatismos de cráneo" fueron ingresados en el Cepsi y entraron en "coma inducido". Así permanecieron por casi una semana. Cuando la policía y los bomberos derribaron la puerta, hallaron a Viviana semicarboniza; en las habitaciones, Sequeira había instalado bidones con gasoil y otro tacho afuera.

Deseoso de que el fuego destruyera todo, debajo de los bidones colocó abundantes papeles. La casa se mantuvo en pie porque el gasoil demandaba temperaturas más altas, y no hubo suficiente tiempo, para que el efecto fuera devastador. La locura desatada por el ahora condenado conmocionó en su momento a toda la provincia.