La defensa argumentó que la víctima trató en forma desconsiderada a su cliente La defensa argumentó que la víctima trató en forma desconsiderada a su cliente
El abogado Diego Lindow afrontó el trabajo más duro. Defender a un hombre asumido homicida y con todos los familiares rodeándolo. Primero, Lindow le apuntó directo a los cimientos de la acusación. Intentó desbaratar toda la estructura de testigos en que la fiscalía y la querella edificaron el pedido de prisión perpetua. Luego, el abogado reveló que el día de la tragedia "mi cliente y Johana viajaban cada uno en su moto. No sé cómo, ella se fue para atrás, chocaron y ella cayó al piso. Iñiguez fue a ayudarla y ella le dijo: `Que mierda te pasa che carnero? Que te preocupas por I (la hija de ambos) si no es tu hija". A criterio de Lindow, la víctima venía "como extorsionando" a Iñíguez "y sólo podemos entenderlo quienes tenemos hijos". Ahondó: "A todas luces, se trató de una "pareja penal", en alusión a "una relación enfermiza entre dos. No sólo Iñíguez estaba trastornado, o enfermo, también ella lo sufría o padecía". Manifestó también que su cliente sufrió "un trastorno mental transitorio incompleto" y que el disparador quizá fue la discusión con la joven, aquella mañana fatídica. "él sabía que estaba obrando mal, pero no pudo detenerse. Tenía la voluntad nublada. Esa relación que en algún momento podía estallar, hizo eclosión el 24 de enero. Es entendible que tras matar a Johana, Iñíguez fue a su casa y se lo confió a su hermano. Su amor estaba muerto y su hija no era suya. ¿Qué otro dolor más grande que eso?", interrogó Lindow. El profesional rechazó lisa y llanamente la "alevosía y el ensañamiento"; en su lugar, pidió a los jueces que lo juzguen por "homicidio en emoción violenta"; o subsidiariamente, "que le fijen el mínimo del homicidio simple", es decir 8 años.