Playeras al borde de un ataque de nervios general Playeras al borde de un ataque de nervios general
Ninguna quiso hablar nada. ¿Para qué? El auto destrozado y los charcos de sangre hacían lucir al local como el campo minado de una guerra.
Según vecinos, la onda expansiva alcanzó a casas ubicadas a más de 6 cuadras. De hecho, el techo de la estación de servicios terminó perforado a la altura del lugar en que se encontraba el automóvil.
Al menos durante veinte minutos, nadie alcanzaba a comprender, y mucho menos dimensionar lo ocurrido.
Por lógica, los contados autos estacionados cerca del auto siniestrado literalmente desaparecieron.
Nadie quería asomarse por el lugar, ante el temor de un segundo estallido. Aunque inmediatamente, los empleados cerraron todas las instalaciones de gas, para descartar cualquier peligro.