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EL LIBERAL . Opinión

Cómo influyen nuestras propias novelas corporales

28/12/2022 20:09 Opinión
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Cómo influyen nuestras propias novelas corporales Cómo influyen nuestras propias novelas corporales

POR SUSANA KESSELMAN

La Novela Corporal

Los conceptos no son, van siendo, en especial si se los mantiene abiertos. Así, el concepto de Novela Corporal, que he definido de maneras diversas a lo largo de mis años de trabajo en la clínica corporal. Todas estas formas de ir pensando sobre la Novela Corporal responden a la convicción de que no hay un solo cuerpo, una única manera de ser cuerpo, de estar cuerpo, sino multiplicidades corporales en cada persona.

La Eutonía, terapia corporal que practico, creada por la profesora Gerda Alexander, nos  habla de tonicidad, de flexibilidad de tono para adaptarse a las diferentes circunstancias de la vida, de diversidad de tonos a descubrir en un cuerpo. Una diversidad que alimenta lo novelar en cada persona. 

Las variaciones tónicas argumentan sobre los personajes que nos hablan, que nos hacen actuar de diferentes modos según  nuestros estados de ánimo y requerimientos de vida tanto personal como profesional.  Actuar de la misma manera a diversidad de requerimientos nos habla de estereotipos, de no haber descubierto la riqueza de conductas de las que somos capaces, que no sólo implica cuerpos flexibles sino mentes capaces de cambios sin pensarlas como traiciones al "uno mismo”.

La Novela Corporal, concepto creado por mí y que menciono en varios de mis libros, se hizo un concepto abierto -por las formulaciones que fueron incorporándose-, un concepto que a su vez intentó e intenta abrir las novelas corporales de quienes acuden a una terapia corporal. Un modesto objetivo si se tiene en cuenta que no sólo ellas padecen algunas novelas corporales. Suele ser un clásico que las personas se cuenten sus vidas en el cuerpo de “una” manera y no de dos ni de tres.

No es tarea fácil hacer consciente en el transcurso de una terapia corporal la idea de que eso que contamos es novelar, la versión de una novela. Repetimos así una historia que nos contaron, que hicimos propia y que convocamos porque en esa novela nos reconocemos. 

Las personas suelen entrar a estas terapias con un libreto y en mi experiencia ese libreto del destino de su vida en el cuerpo, corre el riesgo de un final anunciado, de una profecía autocumplida. 

Es seguro que algunos terapeutas corporales realicemos diagnósticos influidos también por nuestras propias novelas corporales personales, familiares, profesionales. Así, hay diagnósticos que se inspiran en una dolencia personal o de un pariente cercano al que recientemente le ocurrió un ACV, o de otro alumno que empezó así y terminó asá, etcétera. 

Es decir que la Novela Corporal no es sólo un tema que compete a los terapeutas corporales y otras sino a los terapeutas que también las tenemos y a veces no muy conscientes.

Entonces, el trabajo corporal debería intentar hacer desconocido a ese cuerpo. Es bueno confundirse “un poco”, olvidarse del “uno mismo”, para poder cambiar, producir algo nuevo, nuevas versiones, nuevas lecturas. 

Se precisa un novelista, un cuentista, un poeta, para contar el cuerpo de otras formas, para abrir el destino a otros diagramas posibles y disponerse a otros recorridos que no configuren un mapa único, preestablecido. Es necesario inventar territorios para recorrerlos con ojos de recién nacido. Siempre se trata de generar nuevas percepciones en el perceptor, nuevos modos de percibir, que son también nuevos modos de pensar y de vivir. Una obra abierta requiere un lector abierto, un observador estético que fabrique un ritmo para avanzar, para seguir novelando la vida en el cuerpo.

Cartógrafos de lo corporal

Se ha difundido mucho en estos tiempos la palabra cartógrafo. Algunos no saben que están utilizando un concepto que se inspira en los trabajos de Gilles Deleuze y Félix Guattari… otros sí. 

El cartógrafo es definido de muchas maneras, pero fundamentalmente se trata de alguien que trata de observar un territorio sin preconceptos, en este caso, el territorio corporal. Es imposible tener la mente en blanco mientras se toca o se mira el movimiento de un cuerpo. Sin embargo, es posible poner entre paréntesis la subjetividad, los preconceptos  simplemente conociéndolos… mínimamente. Interrogándose sobre esto. 

Yo encontré una bella manera de considerar al cartógrafo sin nombrarlo así. La encontré en Peter Brook, un director de teatro que seguramente habrán oído nombrar. “Guía nocturno que no conoce el territorio y no obstante ha de aprender el camino mientras lo recorre”. No niega la existencia de un mapa que indique dónde queda el territorio, pero el territorio no siempre coincide con el mapa y para conocerlo hay que recorrerlo… y aún así no hay garantías porque es muy cambiante. 

Los conceptos no son, van siendo, en especial si se los mantiene abiertos. Así, el concepto de Novela Corporal, que he definido de maneras diversas a lo largo de mis años de trabajo en la clínica corporal. Todas estas formas de ir pensando sobre la Novela Corporal responden a la convicción de que no hay un solo cuerpo, una única manera de ser cuerpo, de estar cuerpo, sino multiplicidades corporales en cada persona.

La Eutonía, terapia corporal que practico, creada por la profesora Gerda Alexander, nos  habla de tonicidad, de flexibilidad de tono para adaptarse a las diferentes circunstancias de la vida, de diversidad de tonos a descubrir en un cuerpo. Una diversidad que alimenta lo novelar en cada persona. Las variaciones tónicas argumentan sobre los personajes que nos hablan, que nos hacen actuar de diferentes modos según  nuestros estados de ánimo y requerimientos de vida tanto personal como profesional. 

Actuar de la misma manera a diversidad de requerimientos nos habla de estereotipos, de no haber descubierto la riqueza de conductas de las que somos capaces, que no sólo implica cuerpos flexibles sino mentes capaces de cambios sin pensarlas como traiciones al "uno mismo”.

La Novela Corporal, concepto creado por mí y que menciono en varios de mis libros, se hizo un concepto abierto -por las formulaciones que fueron incorporándose-, un concepto que a su vez intentó e intenta abrir las novelas corporales de quienes acuden a una terapia corporal.

Un modesto objetivo si se tiene en cuenta que no sólo ellas padecen algunas novelas corporales. Suele ser un clásico que las personas se cuenten sus vidas en el cuerpo de “una” manera y no de dos ni de tres.No es tarea fácil hacer consciente en el transcurso de una terapia corporal la idea de que eso que contamos es novelar, la versión de una novela.

Repetimos así una historia que nos contaron, que hicimos propia y que convocamos porque en esa novela nos reconocemos. Las personas suelen entrar a estas terapias con un libreto y en mi experiencia ese libreto del destino de su vida en el cuerpo, corre el riesgo de un final anunciado, de una profecía autocumplida.

Es seguro que algunos terapeutas corporales realicemos diagnósticos influidos también por nuestras propias novelas corporales personales, familiares, profesionales. Así, hay diagnósticos que se inspiran en una dolencia personal o de un pariente cercano al que recientemente le ocurrió un ACV, o de otro alumno que empezó así y terminó asá, etcétera.

Es decir que la Novela Corporal no es sólo un tema que compete a los terapeutas corporales y otras sino a los terapeutas que también las tenemos y a veces no muy conscientes.Entonces, el trabajo corporal debería intentar hacer desconocido a ese cuerpo.

Es bueno confundirse “un poco”, olvidarse del “uno mismo”, para poder cambiar, producir algo nuevo, nuevas versiones, nuevas lecturas. Se precisa un novelista, un cuentista, un poeta, para contar el cuerpo de otras formas, para abrir el destino a otros diagramas posibles y disponerse a otros recorridos que no configuren un mapa único, preestablecido.

Es necesario inventar territorios para recorrerlos con ojos de recién nacido. Siempre se trata de generar nuevas percepciones en el perceptor, nuevos modos de percibir, que son también nuevos modos de pensar y de vivir. Una obra abierta requiere un lector abierto, un observador estético que fabrique un ritmo para avanzar, para seguir novelando la vida en el cuerpo.

Cartógrafos de lo corporal

Se ha difundido mucho en estos tiempos la palabra cartógrafo. Algunos no saben que están utilizando un concepto que se inspira en los trabajos de Gilles Deleuze y Félix Guattari… otros sí.

El cartógrafo es definido de muchas maneras, pero fundamentalmente se trata de alguien que trata de observar un territorio sin preconceptos, en este caso, el territorio corporal. Es imposible tener la mente en blanco mientras se toca o se mira el movimiento de un cuerpo. Sin embargo, es posible poner entre paréntesis la subjetividad, los preconceptos  simplemente conociéndolos… mínimamente.

Interrogándose sobre esto. Yo encontré una bella manera de considerar al cartógrafo sin nombrarlo así. La encontré en Peter Brook, un director de teatro que seguramente habrán oído nombrar. “Guía nocturno que no conoce el territorio y no obstante ha de aprender el camino mientras lo recorre”. No niega la existencia de un mapa que indique dónde queda el territorio, pero el territorio no siempre coincide con el mapa y para conocerlo hay que recorrerlo… y aún así no hay garantías porque es muy cambiante. 

FUENTE: TéLAM

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