¿Amor con 50 grados de temperatura a la sombra?

El calor se manifiesta, se siente y nos complica la vida en varios sentidos. Todas las actividades parecen mucho más complejas sobre todo si la temperatura asciende a más de 40 grados, sin dudas. El cansancio, la traspiración, cierta sensación de abatimiento y de hartazgo juegan sus cartas y el otro, cualquier otro nos parece, muchas veces, más pesado que lo habitual. A eso le agregamos la omnipresencia de los aires acondicionados funcionando a full, lo que, todos sabemos, pero pretendemos ignorar, que eso hace que el exterior sea aún más caliente y que nos obligue a que el AA funcione aún más frio y el circulo se estimula. Pero aun sin nuestra contribución al calentamiento, lo cierto que sentimos el calor y, aun adaptándonos en algún momento, nos golpea intensamente y al hacerlo las actividades a hacer, también aquellas que son para disfrutar, nos parecen cuesta arriba, en ocasiones. Para casi todo y, ¿para el amor?

Pues se dan dos datos curiosos cuando la temperatura asciende a valores históricos o, más coloquialmente, insoportables. En primer lugar, recordemos que el “acto de amor”, es el funcionamiento de un cuerpo biológico en una actividad que busca el placer, el encuentro y la intimidad, con las excusas que queramos. Esto hace que aun en condiciones adversas o incomodas a veces deseemos el acto más que nada y por ello lo concretamos. Pero esto lo pensemos en tres términos. El primero, es el básico, la salud en general, el calor afecta al cuerpo por varias cuestiones, pero principalmente por la deshidratación, por ello, es algo que debemos preocupáramos siempre frente a una actividad. O sea, también en el amor.

Lo segundo los efectos que produce. El calor afecta al organismo tanto a nivel más físico como también metabólico. De un lado, el calor “provoca una gran vasodilatación, lo que aumentan los flujos de sangre y también afecta la producción de neurotransmisores que favorecen la respuesta sexual, lo que puede contribuir a favorecer los fenómenos de erección en el pene y en el clítoris”. Ahora bien, concretamente, el exceso de calor propicia los encuentros sexuales, o sea ¿tenemos más ganas de amor en verano? La respuesta a esta pregunta, es un clásico: «depende». Por un lado el aumento de las horas de luz activa las hormonas y los neurotransmisores relacionados con el placer, lo que provoca un aumento en el deseo y, por el otro, causa la vasodilatación de las fibras musculares, lo que lleva a que se produzca un mayor aumento del flujo sanguíneo a los genitales, lo que hace que el calor pueda ayudar a disfrutar más de las relaciones sexuales, también por el efecto del calor aumentan componentes que mejoran la libido y la excitación. Pero, sin embargo, hay un límite hasta donde eso es efectivo. Como lo probó un estudio de la Universidad de Oxford. Hasta cierta temperatura los encuentros sexuales aumentaron y se ven reflejados por la tasa de nacimiento 9 meses luego del verano. Pero si las temperaturas crecen más allá de lo habitual, la tasa de actividades sexuales disminuye bruscamente, por las generales de la ley, más calor, menos intención de tener actividades sexuales.

Tampoco hay que olvidar que, a nivel físico, el exceso de calor puede producir bajadas de tensión, cansancio o excesivo sudor. «Es cierto que las feromonas son un potente afrodisiaco, pero el olor excesivo también puede provocar rechazo, al igual que el tacto del sudor. Y lo mismo sucede con el cansancio, pues el hecho de que no descansemos bien por las noches debido al calor puede provocar que la activación sexual durante el día no sea la esperada».

Sin embargo, también tiene que ver con los encuentros. Es decir, con la capacidad de erotizarnos con las imágenes, con las palabras con los juguetes, con los recursos que usemos. Por lo tanto, es posible que si las temperaturas son excesivamente altas el cuerpo no nos pida más actividad sexual, pero el vínculo con alguien seguramente nos pedirá que la atención no disminuya: aquí entra en juego nuestra capacidad de hacer que nuestra comunicación sea todo lo sexual que nos animamos, que los juegos se introduzcan como forma de disfrutar y, sobre todo, que comprendamos que el amor jamás es la obligación, sino el placer de lo posible para cada uno. Básicamente digo que cuando hay algún problema (más de 50 grados de temperatura es un pequeño problema) siempre podemos ver una oportunidad para descubrir, por ejemplo, nuevas oportunidades, nuevas formas, nuevas posiciones, nuevos diálogos, en este caso sobre el amor, lo que, para muchas personas, es una actividad que siempre merece la pena ser vivida, disfrutada y compartida.

Por Francisco Viola

Médico y sexólogo

Especial para EL LIBERAL