Disponibilidad Disponibilidad
Por Francisco Viola.
Las personas necesitamos
relaciones. Esta verdad
de perogrullo está
marcada por el hecho de
ser seres sociales. Ni como
algo indispensable, ni
como algo que nos exijamos,
sino porque nuestra
naturaleza está diseñada
para el encuentro.
El
otro es importante porque
es alguien diferente:
bendita e inevitable diversidad.
Siempre recordemos
que nosotros somos
ese otro también para
alguien. Sin embargo,
esta verdad, la de ser seres
sociales, no implica
que, necesariamente, se
concretice las relaciones.
Para ello hace falta otras
condiciones.
Cada cual
puede poner como condición
la que considere mejor,
y muchas de ellas serán
aun más brillantes y,
hasta podríamos tomarlas
como propias.
Personalmente,
creo en una palabra
que resume no sólo
un punto de inicio, sino
también la posibilidad
que una relación se desarrolle
satisfactoriamente
y crezca hasta ser importante.
Esta es la “disponibilidad”,
como una actitud
del espíritu. Es esta
la que facilita o concreta
que uno pueda encontrarse.
Luego está el tiempo,
obviamente que uno
necesita tener para que
eso pase, pero sin disponibilidad,
el tiempo puede
existir y hasta sobrar,
pero no servirá para concretar
lo necesario.
Con
esta premisa, también
podemos afirmar que sin
“disponibilidad” no hay
chance que una relación
pueda construirse. Porque
he aquí uno de los
puntos esenciales
para una pareja.
Una pareja
se construye
siempre
con lo que
dos personas
aportan.
Eso hace
que sea
una construcción
dinámica, en
la cual nunca el aporte
puede ser semejante, sino
es variable y fluye. Pero
señalemos algo imprescindible:
si alguien aporta
el 100% no hay pareja
posible. Alguien puede
aportar el 99%, pero debe
haber un mínimo que
el otro debe agregar para
que la pareja exista. Esta
regla es concreta y, como
todas las reglas de convivencia
son en “aquí y
ahora” no en potencial.
Por eso las relaciones
no deben pensarse en términos
abstractos, sino a
partir de uno mismo, obviamente
y, por eso, porque
lo merecemos, el
“azar” debería ser reducido
al mínimo, porque
somos personas reales y
no personajes de una película
romántica.
¿A qué
me refiero? Al hecho más
concreto: tenemos derecho
a recibir en una pareja
y, por ello, debemos
aprender a ser más asertivos
para poder
explicar, decir,
comunicar,
significar
nuestras
necesidades
y enunciar
nuestros
pedidos.
Procurar
ser sinceros,
concretos y claros
sobre lo que deseamos
y ansiamos. Pero siempre
permitiéndonos el asombro
de la creatividad y el
diverso andar de la imaginación.
Permitirnos renovar
significados a partir
de lo que un “otro” nos
ofrece.
Eso podrá funcionar
bien si existe esa disponibilidad,
que no se
puede exigir, pero es inevitable
para construir
una pareja. Así que de cada
uno depende preguntarnos
y responder: ¿Cómo
está nuestra disponibilidad
para quien nos
acompaña?