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EL LIBERAL . El Evangelio

¡Abrete! ¡Vuelve a vivir!

04/09/2021 22:00 El Evangelio
Escuchar:

¡Abrete! ¡Vuelve a vivir! ¡Abrete! ¡Vuelve a vivir!

La andadura de Jesús lo

conduce a la región de Sidón,

retorna al mar de Galilea,

a la región de la Decápolis. La

descripción con ciertos detalles

tiene como finalidad dejar

en claro la apertura del Evangelio

a la tierra pagana. Jesús

se encuentra en medio de

gente que no cree en el Dios

de Abraham, el Dios de Israel,

en quién él cree. Es importante

observar la conducta de

Jesús: no predica el Reino, no

intenta convencer a cerca de

la verdad de su religión, sólo

se dedica a curar, a “hacer el

bien”, más que hablar sobre el

Reino, lo hace presente.

Le traen un sordo para

que le imponga las manos,

es alguien que necesita de su

bondad, de su amor solidario.

La curación se lleva a cabo

mediante el empleo de

prácticas terapéuticas conocidas

en aquella época y

en ese entorno cultural: introducir

sus dedos en los oídos

sordos y tocar con su saliva

la lengua. La elevación de

la mirada al cielo y el suspiro

de Jesús muestran que Jesús

cura porque Dios lo asiste

con su Espíritu. Le dice al enfermo:

“Effata”, ábrete, no sólo

le manda abrir los oídos para

escuchar, sino abrirse a la

misericordia de Dios que sana.

La sordera es un signo

evidente de la incomunicación,

del aislamiento, de la

soledad. Este hombre, como

muchos está cerrado a Dios,

a la vida, al amor. Vive encerrado

en su propio mundo, lejos

de Dios y de los hermanos.

Quizás desesperanzado, creyendo

que su vida está condenada

al fracaso, al dolor y al

sinsentido.

Pero Jesús, al curarlo

le muestra que su vida tiene

valor, le devuelve la dignidad

perdida, lo invita a abrirse

a Dios, a la creación, a los

hermanos. ábrete, comunícate,

expresa tu interioridad,

grita tu anhelo más profundo

de amar y ser amado, vuelve

a encontrar el gusto por la vida,

arriésgate a ser un hombre

nuevo.

Conclusión

Este relato presenta a Jesús

como el portador de la

salvación definitiva, simbolizada

en el gesto de hacer oír

y hablar al enfermo. A la vez,

muestra la apertura del Evangelio

a los paganos y la pedagogía

que Jesús utiliza para

hacer presente el Reino: la

práctica del bien. No se trata,

de imponer la religión, ni querer

convencer a los demás

sólo con palabras, se trata

de “obrar el bien”, de ayudar

a las personas a recuperar su

dignidad.

En un mundo donde las

palabras han dejado de significar,

donde las instituciones

religiosas han perdido se

representatividad y valor simbólico,

donde Dios parece ser

un convidado de piedra en la

mesa de las grandes decisiones

políticas y sociales;

practicar el bien, dar una mano

a los que sufren y amar a

los despreciados será el modo

más adecuado de anunciar

que Dios existe y quiere

un mundo más

humano para

sus hijos. Hacer

el bien, es

la mejor carta

de presentación

para los

que creen en

Dios.

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