Peter Dinklage: "¿Triunfé porque soy raro?" Peter Dinklage: "¿Triunfé porque soy raro?"
Acá la vida es más fácil. La bebé de cinco meses tiene su propio cuarto, que, según cuenta, es más grande que el departamento que tenían en el West Village. ("Es hermosa", bromea acerca de su hija. "Me pregunto quién será el padre.") El perrazo de Dinklage, Kevin, puede acompañarlo a correr todas las mañanas por el bosque que hay detrás de la casa, donde esquivan garrapatas transmisoras de la enfermedad de Lyme en vez de turistas armados de celulares con camarita. La carrera de su mujer los obligará a volver a mudarse a la ciudad en algún momento ("En una escala de felicidad, acá el más feliz sería el perro, después yo, después la nena, y última mi mujer", dice), pero en este momento a Dinklage le toca disfrutar de la tranquilidad.
Desde acá puede verse gran parte del valle del río Hudson, que se extiende en todas direcciones recortándose contra el azul del cielo: nos hemos detenido en el medio de una pasarela de un kilómetro y medio de largo que se alza sobre el río. A pesar del sol, que brilla con inusual inclemencia, Dinklage tiene puesta una gorrita tejida a rayas azules y marrones sobre el pelo medio rubio enmarañado, que parece de surfer, y un par de anteojos negros de aviador ocultan sus ojos celestes. Pasa gente que corre sola, grupos de chicas de la universidad, madres con hijos y una mujer con un gato en un carrito, y nadie se detiene a mirarlo. Por un momento, todo está en paz: se escucha el canto de los pajaritos que viene de algún lugar del cielo casi completamente despejado.
Una mujer madura con pantalones de gimnasia que le llegan a las pantorrillas pasa caminando a buena velocidad y, de pronto, se para en seco, vuelve atrás y exclama: "¡Te ví en Game of Thrones !". Tiene una riñonera violeta en la cintura que hace juego con su esmalte de uñas, y lleva una botellita de agua en la mano. "Sos un buen actor, de verdad. Cuando le cuente a mi hijo que te conocí no lo va a poder creer. Porque cuando te vi, pensé: «Por Dios, es él, es él». Entonces. ¿filman acá, o dónde?." "En Irlanda", dice Dinklage, con su voz de barítono entrenada para el escenario, apoyándose en un banco de madera y piedra, demasiado cool para el entorno campestre que lo circunda: tiene puesto uno de sus buzos con capucha de James Perse ("básicamente, como y me visto como un chico de quinto grado. Me gustan los sándwiches, los cereales y los buzos con capucha") combinado con unos pantalones a rayas azules de John Varvatos cuyos botones deshilachados hacen pensar en un violento trabajo de sastrería, probablemente llevado a cabo con una tijera, además de las botas gastadas al estilo Bruce Springsteen que le gusta usar. "También filmamos en Croacia e Islandia", sigue él.
"¡Sos muy malo en el programa!", le dice ella. "¡Con las mujeres! ¡Sos un pervertido! Lo miro todos los domingos y me encanta. También trabajaste en otro programa.. ¿cómo se llamaba?
¿No era Sex and the City , no?" "No, ésa es Sarah Jessica Parker", dice Dinklage. "Nos confunden todo el tiempo." "No", dice ella, "te vi en Elf. Es mi película preferida. Cuando te subís a la mesa. la vi un montón de veces". "Es un clásico navideño", dice Dinklage. "¿Entonces vivís por acá o qué?." "Sí, debajo de ese puente", dice Dinklage sin pestañear, muy serio. "En una cueva. De hecho, no podés pasar. Tenés que resolver una adivinanza. Yo te digo una adivinanza y si adivinás podés pasar." "Ah, bueno", dice ella, pestañeando tras sus lentes de sol. "En fin, mucho gusto."
A sus 42 años, Dinklage parece estar más cómodo consigo mismo que la mayoría de los mortales, sin importar su forma o su tamaño: más que caminar, se pavonea. "Realmente es muy auténtico. Y es sumamente seguro de sí mismo", dice Lena Headey, que interpreta a su hermana, la malvada reina Cersei Lannister, en Game of Thrones , y que lo conoce desde 2006, cuando se hicieron amigos en un fracasado episodio piloto de Ultra (ella interpretaba a una superheroína él era su mentor, una especie de Profesor Xavier). Pero mientras tomamos una pinta de Guinness en una parrilla de New Paltz (lugar que eligió él, a pesar de ser vegetariano desde la secundaria), Dinklage dice que es una pose. "Toda jactancia es defensiva", dice. "Cuando la gente se la pasa recordándote quién sos -no es algo que tenga que ver con la fama: por mi tamaño, me pasaba todo el tiempo cuando era chico- o te quedás acurrucado en un rincón o lo mostrás con orgullo, como si fuera una armadura. Podés dar vuelta la situación y usarla a tu favor antes de que la usen en tu contra."
Un vástago marginado
Con toda seguridad no es algo deliberado, pero Dinklage está prácticamente citando el evangelio de Tyrion Lannister, su personaje en Game of Thrones (ganó un Emmy y un Golden Globe), un libertino maquiavélico que, sin embargo, esconde un corazón bondadoso: "Nunca te olvides de quién sos", dijo la temporada pasada. "El resto del mundo no se va a olvidar jamás. Usalo como una armadura, para que no puedan usarlo para lastimarte." Para ser un programa de televisión pago por cable que tiene lugar en un mundo imaginario de caballeros y magos, que exige que uno conozca los estandartes y los árboles genealógicos de un sinfín de casas reales ficticias, Game of Thrones ha logrado un éxito impensado, acaparando la atención de más de cuatro millones de televidentes cada semana sólo en Estados Unidos. El propio Dinklage no entiende muy bien por qué Game of Thrones se convirtió en semejante fenómeno: "No podría explicar por qué el programa gusta tanto", dice. "La guerra de las galaxias o El señor de los anillos están basadas en los grandes mitos, toda la cosa de Joseph Campbell, el bien contra el mal. Nuestro programa es mucho más ambiguo. Es más bien la antítesis de eso, cosas que no son ni blancas ni negras."
Como la mayoría de los personajes, Tyrion encarna esa ambivalencia moral, el vástago semimarginado de una familia rica e intrigante, que tiene debilidad por "los bastardos, los tullidos y las cosas rotas". También le tocan los mejores diálogos. "Tyrion es el payaso de la clase", dice George R. R. Martin, el autor de la serie de libros en los que está inspirado el programa. "Por su ingenio, lo aceptan tanto los matones como los deportistas; eso pasa con los otros personajes dominantes que lo rodean."
Desde el principio, Dinklage encaró a Tyrion como "una versión mucho más arrogante" de sí mismo, pero ahora da la impresión de que el personaje se le está pegando. "Hace dos años que lo hago", dice en voz baja. "A lo mejor me afectó. Igual, es triste cuando hacés un papel que es mucho mejor que vos. Supongo que los actores que tuvieron que hacer de superhéroes lo deben haber pasado mal: si no podés volar, no servís para nada. ¡Pobre George Reeves!" Todo empezo en un sotano de los suburbios de Nueva Jersey, con unos títeres, un triciclo y un disco doble de The Who. Cuando
Dinklage tenía 6 o 7 años, montaba espectáculos con su hermano mayor (ahora un exitoso violinista) en el sótano de sus padres "para la gente mayor del barrio. Hacíamos Quadrophenia con títeres", recuerda Dinklage. "Armábamos baterías en miniatura con latitas de atún y montábamos un espectáculo completo, y vendíamos las entradas por una tapita de gaseosa o algo por el estilo. Poníamos los parlantes boca abajo en el piso de arriba así el sonido venía a través del techo."
Dinklage también hacía una rutina al ritmo de "Send in the Clowns": "Me ponía una especie de peluca, pero no me vestía de payaso; desde chico había aprendido a no humillarme", cuenta. "Me subía al triciclo y pasábamos la canción completa, y mi número consistía en andar en triciclo, caerme, volver a subirme y volver a caerme, ante la mirada de todos estos viejos. Ahora que lo pienso, es una imagen muy triste, un enanito de 6 años que se cae de un triciclo una y otra vez. Pero a cualquier actor le podés preguntar si tiene anécdotas así. No sé si Robert De Niro habrá hecho espectáculos de títeres en su sótano, pero seguro que algo hizo."
Cuando era chico, Dinklage debió someterse a una serie de operaciones en los huesos, "una intervención común" para prevenir complicaciones derivadas de la acondroplasia, la enfermedad genética que causa su enanismo. "No todos los enanos se operan; pero si no te operás, después te puede joder mucho. Te puede provocar escoliosis, hacer que se te tuerzan las piernas y causarte problemas para caminar." Su padre, vendedor, y su madre, maestra de música, no hablaban mucho de su estatura: "Si se hiciera una película de nuestras vidas, habría una conversación por escena. Pero no, jamás. La vida no es así. Nadie habla de nada. Creo que, si no, me acordaría o les habría dicho: «Qué asco, salgan de acá»".
¿Le explicaron su enfermedad desde chico? Sacude la cabeza. "¿Qué querías que me explicaran? No había nada que explicar. Es como explicar por qué tenés manos. Te criaste con eso, forma parte de tu identidad, no es algo que suceda de pronto, como una enfermedad, una lesión repentina, o algo así. Es parte de tu fisonomía." Hace una pausa. "Pero me acuerdo de que me vi en una obra de la escuela en video", dice, "en los comienzos del vhs, y pensé: «Uh, soy mucho más bajo que el resto de los chicos». Eso me puso un poco triste".
Sus inicios, darse cuenta de la diferencia
En el colegio católico de varones al que fue, siguió haciendo teatro y actuando en público; las obras eran un refugio en una institución en la que no encajaba: "Era un chico taciturno que fumaba y que se vestía siempre de negro, y fui a una escuela a la que iban jugadores de lacrosse y chicos con chombas". No tiene que decir demasiado sobre su adolescencia para que quede claro que no la pasó del todo bien: dice que algunos chicos deportistas le daban pavor, y que "no ser muy popular" le dejó algunas heridas psicológicas que tardaron en cerrarse. "Ahora me deprimí", dice, medio en broma, después de hablar un par de minutos al respecto.
"¿Podemos hablar de Cantando bajo la lluvia o algo así?." En primer año, un profesor que reconoció su talento decidió mostrarlo en una obra irlandesa llamada Sharons Grave: "Fue la primera vez que hice un papel escrito para alguien de mi tamaño", recuerda. "Era un personaje muy desgraciado que iba a todos lados sobre los hombros de su hermano mayor un poco lerdo. Ahí dije: «Wow, hay cosas para hacer. No es sólo Gilbert and Sullivan, hay papeles para mí»."
Dinklage hizo la universidad en Bennington College, donde estudió teatro. Ahí la pasaba mejor, pero empezó a tener ataques de pánico. Era demasiado orgulloso como para buscar ayuda al respecto, pero finalmente los ataques pasaron. "Tendría que haber hecho terapia", dice. Sin embargo, sus años universitarios fueron fructíferos: "Fumaba mucho porro, me acostaba a dormir muy tarde, hacía muchas obras, escuchaba un montón a los Pixies y a Dinosaur Jr.".
Este año pronunciará el discurso de apertura de su antigua universidad. "De Bennington salen algunos de los mejores novelistas de la actualidad", dice con una sonrisa. "¡Pero yo hago un programa de televisión! Así que me quieren a mí." Dinklage esta al volante de su Volvo, surcando una ruta arbolada en las afueras de New Paltz. Su iPod, impresionantemente bien surtido, está conectado al estéreo en modo aleatorio y empieza a sonar un exuberante tema synth-pop de la banda de sonido de Drive , el excelente film noir del año pasado en el que Ryan Gosling usaba unos guantes muy cancheros para manejar y se fugaba en auto. Dinklage sonríe. "A veces pongo la banda de sonido y hago de cuenta que soy Ryan Gosling en esa película", dice. "Pero, en vez de Los Angeles, es el norte del estado de Nueva York, así que no funciona tan bien."
Mira el interior del auto: el asiento de bebé atrás, el voluminoso atlas de Nueva York atorado entre los dos asientos delanteros (no cree en el gps: "No quiero que el sistema sepa adónde voy"). "Eso es igual a Drive ", dice. Son las primeras horas de la tarde, y un micro amarillo delante de nosotros se detiene para que bajen unos chicos. "Ese micro escolar de mierda, que me hace parar cuando estoy escuchando la banda de sonido de Drive ", dice Dinklage, con una indignación bien actuada. Se dirige a un negocio de Lowes, donde piensa comprar una motosierra para cortar algunas ramas rebeldes que tiene en su terreno. "¿Es muy bizarro que me compre una motosierra? ¿A vos te daría miedo? Sabés qué, el personaje de Ryan Gosling en Drive no habría preguntado nada.
Habría ido directamente a comprarse una motosierra como si no fuera nada especial, como si lo hiciera todos los días." Buen mozo y de cejas tupidas, Dinklage tiene fama de ser un rompecorazones, algo a lo que debió responder hace años: durante la promoción de la película que lo hizo conocido, el extraño film independiente Vías cruzadas, el tema surgió con mucha frecuencia. "Yo hacía lo mismo que hacían mis amigos: salía, tomaba un par de cervezas, hablaba con un par de chicas, la pasaba bien. Tenía amigos que hacían lo mismo y además se la pasaban cogiendo. No era mi caso, pero por algún motivo la gente pensaba que yo era un Don Juan; supongo que debe haber tenido que ver con mi tamaño y todo eso. Fue una linda ironía. Yo pensaba: «¿Qué onda, ahora soy de esos tipos que hacen orgías?»." De hecho, confiesa: "Estaba un poco conflictuado socialmente, tenía problemas de autoestima". ¿Cuándo cambiaron las cosas? "Cuando sos más grande te sentís más cómodo. A las mujeres les gusta la confianza y el sentido del humor. Siempre fui capaz de hacerlas reír, y eso ayuda muchísimo. En términos generales, las mujeres suelen ser menos superficiales que los varones. Pueden serlo, pero les cuesta menos que a los hombres ir más allá de lo superficial."
Por otra parte, puede que él mismo le esté dando otra vuelta de tuerca a la ironía: "Peter es tremendamente seductor, el seductor más exitoso que conocí en mi vida", dice Headey. "Literalmente vamos caminando por la calle y la gente le dice: «Hola, Pete». Y yo le digo: «¿Cuándo los conociste? ¿Qué anduviste haciendo?»." Y David Benioff, uno de los creadores de Game of Thrones , recuerda que conoció a Dinklage en una cena hace unos años: "Miré alrededor en la mesa y me di cuenta de que todas las mujeres, incluyendo a mi esposa, estaban pendientes de cada cosa que decía, fascinadas".
La mujer de Dinklage, no hace falta decirlo, es plenamente consciente de su atractivo. "Ultimamente las chicas se le tiran encima", dice Schmidt. "Sin embargo, lo frustrante es que Pete es un tipo sumamente buen mozo, encantador y divertido, pero cuando sale en una revista o algo la gente se pregunta: «¿No es loco que mida un metro treinta y cinco y sin embargo sea sexy?». Pete es así. Y mejor que el mundo se acostumbre."
Peter Dinklage no solo fue el primer candidato para interpretar a Tyrion Lannister: fue el único. "Si no hubiera aceptado el papel, ufff.", dice el autor de la serie, Martin. "No sé qué habríamos hecho." Agrega Benioff: "Cuando leí los libros, Tyrion Lannister me pareció uno de los mejores personajes de la literatura. No sólo de la literatura fantástica, sino de la literatura en general. Un tipo conflictuado, brillante, cáustico, cachondo, borracho, y que se flagela a sí mismo. Y teníamos un único candidato para interpretarlo".
Cuando Dinklage empezó su carrera, tras terminar la universidad y mudarse a un departamento pelado en Williamsburg, Brooklyn, antes de que el barrio se pusiera de moda, ni él ni nadie podrían haber imaginado que lo perseguirían amor a medida Con su esposa, Erica Schmidt, tuvo una hija en febrero. "Es hermosa. ¿Quién será el padre?", bromea Dinklage.
Tanto para protagonizar un programa de televisión de alto presupuesto. "Quería hacer obras de Beckett en establos y cosas así", dice una mañana mientras mastica un sándwich de ensalada de huevo. "No quería hacer televisión. No tenía televisor. ¿Televisión? ¡Mátenme! ¿Qué hay en televisión? Era tremendamente esnob. En esa época, HBO pasaba repeticiones de The Beastmaster. HBO no existía realmente." En 1995 hizo un papel chiquito pero inolvidable e hilarante en la película independiente Living in Oblivion, en el que se queja acerca de lo estúpido que resulta que sin motivo aparente aparezcan enanos en las secuencias psicodélicas de las películas. Después de ese papel, nunca pudo lograr concertar una reunión con un agente, y mucho menos que uno aceptara representarlo.
Hasta el día de hoy sigue prescindiendo de un agente, y se las arregla con un manager y un abogado. "Yo no encajaba en lo que buscaban los agentes", dice. "Era demasiado particular. No eran lo suficientemente imaginativos para mandarme a audiciones de papeles que no hubieran sido escritos para un enano. Lo único que se les ocurría eran avisos navideños, y si yo me negaba a hacerlos, ¿qué beneficio podía reportarles?" Luego de este rechazo le dio la espalda a Hollywood durante años, haciendo trabajos temporales, actuando en obras de teatro y en películas independientes y pasándola bien, tal vez demasiado bien, con sus amigos.
Dinklage tenía casi una alergia física a los zapatos puntiagudos, a las barbas falsas, a representar cualquier papel relacionado con la magia o con lo sobrenatural. "Siempre me pregunto por qué a los libros fantásticos, especialmente infantiles, les fascina tanto la idea de que las personas de mi tamaño sean criaturas fantásticas.
Cuando era chico, pensaba: «¿En serio?» Eso me obsesionaba. Capaz que Tolkien y toda esa gente nunca conoció a nadie de mi tamaño. Y en caso contrario, si hubieran sido amigos de un enano, tal vez no habrían escrito de esa manera." Suspira y pasea su mirada por la deprimente cafetería en la que estamos desayunando.
¿Personajes míticos o humanos?
"Sí, podemos hacer hechizos mágicos, pero no le cuentes a nadie. Olvidate de la moza, yo te lleno el vaso de Coca-Cola por arte de magia." Además de hacer obras de teatro y televisión, Dinklage ha actuado en más de treinta películas, trabajando de manera sostenida durante más de una década. Acepta gustosamente interpretar papeles que hagan referencia a su estatura (como el autor de libros infantiles en Elf ), pero sin aprovecharse de ella. Y siente especial orgullo por papeles como los que interpretó tanto en la versión estadounidense como en la británica de Muerte en un funeral, que no fueron escritos para alguien de su estatura.
Le gustaría que otros actores de su estatura se pusieran a reflexionar sobre las implicancias de representar ciertos papeles, particularmente aquellos con nombres como Tontín o Dormilón. "Creo que la gente de mi tamaño tiene la responsabilidad de ponerse un poco más firme en lo que hace. Porque si uno acepta hacer estos papeles, la cosa sigue igual. Tengo un amigo que hizo una película, y después dijo: «¿Por qué hice esto?». Si te fijás, el aviso está arriba de los taxis de Nueva York, y ahí están los siete enanitos.
¿Me estás cargando? ¿ Blancanieves ? Dejate de joder. No sé. No lo podría hacer. Tengo que interpretar a una persona. No puedo interpretar un adjetivo. ¿O son adverbios? ¿Son adverbios o adjetivos?." Cedió, una vez, en Las crónicas de Narnia: el príncipe Caspian, donde interpretó a una criaturita mágica con, sí, escucharon bien, zapatos puntiagudos y barba falsa. Sabe que a los veintipico habría sentido asco de sí mismo. "Me habría re bardeado. Pero a la mierda con eso." Ahora le habla directamente a la persona que era a esa edad: "«Andá a disfrutar de tu cena de macarrones con queso. Y mirá debajo del horno: sí, eso es una rata. Me tengo que tomar un avión. Tengo pasajes de primera clase. Te veo después». Eso es lo que le diría a ese esnob".
Para aceptar el papel de Tyrion Lannister tuvo que hacer menos concesiones: el personaje es absolutamente humano. "Eso es lo que me gusta del programa, que tenga deseo sexual, algo de lo que las criaturas de Narnia carecen por completo. Esas escenas son muy divertidas. Nos critican mucho por eso, pero ¿cuál es el problema? A mí me parece triste que la gente haga tanta alharaca por unas tetas, pero que no diga nada de las decapitaciones." Le gusta el (relativo) realismo del mundo de Game of Thrones ; al menos Tyrion no tuvo ninguna escena con los dragones bebé generados por computadora que aparecieron al final de la primera temporada. "Son copados esos dragoncitos", dice. "Los conocí. Son simpáticos. Les gusta salir de joda, es un quilombo. Se me confunden, porque en realidad uno es medio pelotudo y a los otros dos les gusta salir de joda."
A algunos fans de los libros les preocupaba algo respecto de que Dinklage interpretara a Tyrion: era demasiado buen mozo para interpretar a un personaje que Martin claramente había descrito como poco atractivo. (Además, es demasiado alto, como señala el mismo Martin.) "Eso muestra lo mucho que hemos progresado", dice Dinklage. "Que la gente pueda decir eso es muy amable. Si hubiera nacido hace cuatrocientos años en vez de ahora, no tendría la vida que tengo. Había estos circos de engendros y una discriminación horrorosa. Fuimos los primeros a quienes mataron los nazis: los deformes y todo eso. Así que, el hecho de que la gente pueda decir eso, es una buena señal de los tiempos que corren."
No permite que su tamaño lo defina o lo limite. Pero, tal vez por eso mismo, es innegable que en este momento Dinklage es una de las personas pequeñas más famosas del mundo. Cuando ganó el Golden Globe en enero, subió al escenario y utilizó la atención concitada para algo que nunca había hecho antes: le dijo al público que había estado pensando sobre "un caballero. se llama Martin Henderson", y les sugirió que buscaran su nombre en Google. Henderson es un enano inglés que acababa de ser herido terriblemente por un matón en un episodio que sólo podría definirse como un crimen de odio. A Dinklage lo habían afectado mucho los informes del hecho, y su esposa lo instó a decir algo. "Creo que Pete está en un lugar que tal vez le permita cambiar la consideración que tiene la gente sobre las personas de su tamaño", dice Schmidt. Luego, Dinklage rechazó ofertas para presentarse en varios programas de entrevistas para hablar de Henderson (que declaró ante los medios ingleses que agradecía el apoyo de Dinklage, a pesar de que aún no lo ha conocido ni hablado con él).
"Capaz que hace veinte años habría ido a todos esos programas y me habría puesto a despotricar", dice Dinklage. "Pero ahora estoy un poco más en paz con las cosas e hice lo que quería hacer y dije lo que quería decir. Tengo un amigo que dice que al mundo no le hace falta más enanos resentidos." Más allá de ese momento, Dinklage no se siente necesariamente responsable por otras personas de su tamaño. "Lo único que quiero es trabajar", dice. Pero asiente cuando le digo que Eddie Murphy logró un cambio en la conciencia racial de la gente con tan sólo interpretar papeles originalmente concebidos para actores blancos. A Dinklage no le molestaría conseguir un logro similar, valiéndose únicamente de su trabajo para provocar el cambio: "La idea es llegar a un punto en que ya no sea necesaria la bajada de línea". Antes, mientras caminábamos a la vera del Hudson, le dije que Tyrion se había convertido en un personaje heroico en Game of Thrones, y Dinklage me puso mala cara: la idea parecía contraria a la ambigüedad moral que evita que el programa se convierta en El señor de los anillos.
Pero ahora, sentado al sol en una mesa de picnic adosada a un excelente puesto de burritos cerca de Bard College, Dinklage cambia de opinión. "Creo que es un héroe callado", dice entre bocado y bocado, permitiéndose sonreír frente a la idea. Y la completa: "Eso me gusta".
Fuente | rollingstone.com.ar