GUERRA DE MALVINAS: ANÉCDOTAS QUE MERECEN SER RECORDADAS GUERRA DE MALVINAS: ANÉCDOTAS QUE MERECEN SER RECORDADAS
Por Eduardo Lazzari
H I S T O R I A D O R
E S P E C I A L P A R A E L L I B E R A L
Uno de los problemas que para el historiador se presenta cuando comienza a relatar un tiempo de la historia es la calificación de los hechos según su importancia y el descarte de algunos episodios que pueden servir como anécdota pero que, siempre según el propio criterio, no tienen trascendencia como para ser recordados. Sin duda, esta selección es por naturaleza injusta y sobre todo, la posibilidad de dejar ocultos para la posteridad acontecimientos que permitirían una mejor contextualización o ampliarían el entendimiento de un período determinado.
También la consolidación de un determinado relato, que en el caso de las guerras o de los conflictos civiles, significa la imposición de una lectura ética de esos actos, sirve para entender esa conocida frase que dice que “la historia la escriben los que ganan”. Muchas veces la verdad histórica no se condice con el relato que queda establecido y nos permitimos parafrasear aquella frase diciendo que “la historia debe ser bien escrita y sobre todo con rapidez”.
En este espíritu de recordar acontecimientos importantes ocurridos durante la guerra de las Malvinas y que han quedado disimulados en los pliegues del gran relato histórico, vamos hoy a recorrer la gesta de los marinos que fueron protagonistas de una historia que merece ser recuperada: Sergio Gómez Roca y sus subordinados.
El Aviso ARA Alférez Sobra l
Este buque de la Armada de la República Argentina (de allí la abreviatura que encabeza el nombre de las naves: ARA) es un veterano navegante de los mares del mundo y se encuentra próximo a cumplir 80 años desde su botadura en el astillero Levingstone Shipbuilding Co., en Orange.
La marina estadounidense le dio el nombre de “Salish”. En 1972 llega al país rebautizado como “Alférez Sobral” para servir en los mares argentinos junto a su compañero, el aviso “Comodoro Somellera” como barcos auxiliares de la flota.
Es incorporado a la escuadra el 10 de febrero de 1972.
El aviso “Sobral”, cuyo nombre recuerda al entrerriano alférez de marina que acompañó en 1902 a la expedición sueca de Otto Nordenskjöld que permaneció 20 meses en la Antártida por la pérdida de su buque y fue rescatada por la corbeta “Uruguay”, encabezó la misión argentina que recaló en las islas Malvinas en noviembre de 1972 para negociar el establecimiento de comunicaciones entre el continente y las islas. Durante los ‘70 tuvo a su cargo el remolque de nuevos buques de combate, y sus condiciones marineras lo hicieron un barco querido por sus tripulaciones.
Aún hoy sirve a la Marina de Guerra, a pesar de su antigüedad, y sigue cumpliendo misiones de rescate de tripulaciones, de remolque de naves al garete y de control del espacio marítimo argentino. Suele recalar en la base naval de Ushuaia y sus datos técnicos más relevantes son un desplazamiento de 835 tn., una eslora (largo) de 43 m. y una manga (ancho) de 10 m., una velocidad máxima de 13 nudos (unos 20 km/h) y una autonomía de 16.500 millas náuticas (unos 23.000 km.).
El Capitán de Fra gata Sergio Gómez Roca El oficial naval de mayor graduación muerto durante la gesta de Malvinas fue el salteño Sergio Raúl Gómez Roca, nacido el 7 de julio de 1942.
Su familia se trasladó a Mar del Plata por razones laborales, y eso puso en contacto al joven Sergio con la base de submarinos, convirtiéndose en un apasionado por los asuntos del mar. En febrero de 1958 ingresó a la Escuela Naval Militar, en la isla Santiago, cerca de La Plata, la capital bonaerense, y transcurren allí con normalidad sus años de formación, que culminan con el viaje a bordo de la fragata “Libertad”, siendo integrante de la primera promoción de guardiamarinas que utilizó este histórico buque escuela.
En 1965 se casa con Juana Rubí Ferrer, con quien tendrá cuatro hijos: María Paula, Agustín e Ignacio. El cuarto hijo era esperado por la familia en 1982. Hizo una correcta carrera naval, y navegó en varios navíos, además de entrenarse como buzo, mereciendo la Orden al Mérito Naval de Primera Clase por parte de España. Era católico practicante, mostraba gran contracción al trabajo, era cordial con sus familiares y amigos, siendo también aficionado al ajedrez, a la numismática y sus traducciones del inglés y el francés le permitían ingresos adicionales a sus austeros sueldos militares. En 1981, hacia fin de año, el capitán de corbeta Gómez Roca fue designado comandante del aviso “Alférez Sobral”. Era su primer comando y el llamado a la inmortalidad.
El 3 de mayo de 1982
En el mes de marzo de 1982, el “Sobral” es enviado hacia las aguas patagónicas, y durante la navegación Gómez Roca y su tripulación son informados de la “Operación Rosario”, el desembarco en las islas Malvinas.
En los primeros días de abril, el Sobral se encontraba anclado en Puerto Deseado y allí Gómez Roca se entera que su esposa estaba embarazada de su cuarto hijo. Nunca lo conocerá. El 16 de abril se hicieron a la mar para ubicarse entre el continente y las islas. El 1 de mayo reciben la orden de rescatar a dos pilotos de un avión Canberra de la Fuerza Aérea que había caído al mar.
El 2 de mayo llegaron hasta el lugar indicado sin lograr encontrar a los pilotos, por lo que Gómez Roca dispuso iniciar el protocolo de búsqueda previsto para esos casos. Conscientes de lo peligroso de la situación, ya que navegaban dentro de la zona de exclusión establecida por los británicos, siguieron adelante con la misión. En ese momento, mucho más al sur, era torpedeado el crucero “General Belgrano”. Durante la noche fueron sobrevolados por un helicóptero británico, declarándose en el “Sobral” zafarrancho de combate.
La tensión a bordo era impresionante. A la media hora otro helicóptero se acercó y Gómez Roca ordenó hacer fuego, sin hacer blanco. Gómez Roca ordenó cambiar el rumbo para esquivar o enfrentar al enemigo en mejor posición. Pasada la medianoche se avistó un resplandor y el comandante tuvo la esperanza de ubicar a los pilotos en cuya búsqueda se habían empeñado.
Pero el brillo eran misiles disparados contra el “Sobral”. Un cohete dio en la chimenea hiriendo a varios hombres. El comandante ordenó al personal recluirse bajo cubierta y junto con el guardiamarina Claudio Olivieri y el cabo segundo Daniel Tonina permanecieron frente al timón. A la 1:20 hs. del 3 de mayo otro misil impactó directamente en el puente de mando, produciendo la muerte de Gómez Roca, Olivieri, Tonina y de los cabos Mario Alnacay, Sergio Medina y Ernesto del Monte, el marinero Héctor Dufrechu y el conscripto Roberto Derrico, que dieron su vida por la Patria. También son héroes de Malvinas los dos pilotos extraviados que nunca fueron hallados.
El comunicado oficial del 3 de mayo de 1982 reza: “El Estado Mayor Conjunto comunica que a las 1.30 horas del día de la fecha fue alcanzado por fuego enemigo el Aviso ARA Sobral, que concurría en apoyo del piloto de un avión de Fuerza Aérea Argentina, eyectado de su aparato el día anterior al norte de Puerto Argentino y cuyo equipo radioeléctrico de señales para rescate lo ubica en esa zona. Como consecuencia del ataque el mencionado Aviso recibió daños que motivaron la pérdida del enlace radioeléctrico con dicha unidad”.
Durante tres días los tripulantes del “Sobral” navegaron en pésimas condiciones bajo el mando del teniente de navío Sergio Bazán. El aviso no tenía radio ni instrumentos de navegación y sin timón. Dominado el incendio producido por los misiles la tripulación pudo llevar el navío hasta Puerto Deseado sin energía eléctrica, ni calefacción, ni comida caliente, ni armas defensivas.
A pesar de todo tuvieron el temple de izar la bandera de ceremonia en los palos de la nave, ya que el ataque británico había barrido con la bandera de popa. Unos días después, el aviso “Sobral” fue remolcado hasta Puerto Belgrano, donde se lo reparó y en octubre, a sólo seis meses del combate volvió a navegar, como lo hace hasta hoy. El puente destrozado, reemplazado por uno más moderno, se encuentra como una pieza sagrada en el Museo Naval de la Nación, en Tigre, al norte de Buenos Aires.
La posteridad
Sergio Gómez Roca fue ascendido a capitán de fragata post mórtem, convertido en el único comandante naval muerto en combate desde la guerra de Brasil, en 1827. Su familia recibió la medalla “La Nación Argentina al Muerto en Combate” en 1983 y una ley posterior lo declaró “Héroe Nacional”. Una península de la isla Gran Malvina fue bautizada con su nombre. Calles en el país lo recuerdan y se han levantado monumentos en su honor. Un gran navío de combate, la sexta corbeta Meko 140, recibió el pabellón de guerra el 17 de mayo de 2004, bautizada con el nombre “Gómez Roca” y fortalece la nueva tradición de llamar a los buques de la Aramada con los nombres de antiguos buques de guerra argentinos, héroes navales o episodios históricos. Su apostadero habitual es la base naval de Puerto Belgrano.
La promoción naval 90, a la que pertenecía Gómez Roca, lo definió así: “Sergio era una persona chiquita de tamaño y grande de voluntad, valor y amor por la entrega, todo esto lo sabía; pero no sabía que la Historia le tenía reservado un lugar de honor”. Sus hijos lo recuerdan cariñoso y compinche.
Se han conocido sus escritos literarios, con los que solía agasajar a familiares y amigos. Su esposa lo recuerda como “buen mozo, elegante, colaborador en las tareas domésticas y de invariable buen carácter”.
Recordar a Sergio Gómez Roca es un deber de argentinidad que debemos ejercer nosotros y para nuestra posteridad. Su ejemplo es una luz en el camino del patriotismo, de la concordia social y en la búsqueda de un futuro venturoso. Quiero agradecer por la información utilizada proveniente del Boletín del Centro Naval y de histarmar.com.ar. l