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EL LIBERAL . Opinión

Hablemos de la envidia

01/11/2020 01:43 Opinión
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Hablemos de la envidia Hablemos de la envidia

Por Bernardo Stamateas

Doctor en Psicología, conferencista

Especial para EL LIBERAL

 

T odos, en algún momento de nuestra vida, podemos experimentar envidia que es sin duda un sentimiento muy destructivo. La persona siente que “no soporta que el otro tenga lo que ella no tiene”. En el fondo, es un sentimiento de inferioridad que nace de la comparación: “Como vos tenés lo que yo no tengo, siento bronca y tristeza”.

Como resultado de sus emociones, el envidioso descalifica aquello que envidia o al envidiado mismo y expresa frases tales como: “Ese auto (o el objeto que sea) es malísimo, no sirve para nada”. O: “Vaya uno a saber de dónde sacó la plata para comprarse eso”. El rumor, el desprestigio social, la crítica y la descalificación son herramientas típicas de la gente que envidia a los demás.

La envidia es la necesidad de destruir el logro del otro.

La persona envidiosa cree que no es capaz de tener lo que el otro tiene, por eso busca destruirlo de algún modo. Algo muy distinto es el sentimiento de admiración. Admirar consiste en “mirar bien”. Quien admira puede decir con total sinceridad: “¡Qué bueno lo que te pasó!” porque sabe que, si al otro le pasó, a él también le puede pasar.

La envidia, por lo general, nace del mismo ámbito. Por ejemplo, un periodista competirá con otro periodista, mientras que un actor lo hará con otro actor. Nadie envidia a alguien de otra profesión y jamás se envidia a alguien que ya se murió porque, esa persona con sus logros, dejó de ser una amenaza al “yo” del envidioso. Se puede envidiar cualquier cosa, incluso el carácter.

La envidia siempre provoca mucha ira en quien la siente. Por eso, muchos hacen preguntas que nacen de este sentimiento: “Ese auto que te compraste es nuevo, ¿no?”. Y si uno dice: “Sí, me acabo de comprar este auto 0 km y estoy feliz”, responderán: “¡Que lo disfrutes!” que, en realidad, no quiere decir, por lo general, eso. Pero como no se atreven a verbalizarlo directamente, lo hacen con algún comentario que disfraza lo que sienten o, en algunos casos, con el silencio.

Por todo lo expuesto, y porque estamos rodeados de mucha gente con un bajo nivel de autoestima que siente envidia, no deberíamos contarle nuestros logros a cualquiera. ¿Qué es más fácil: reír con el que ríe o llorar con el que llora? Suelo decir en mis charlas que es más fácil llorar con el que llora. Si vos llamás a alguien ahora y le contás que perdiste el trabajo, seguramente esa persona va a llorar con vos. En cambio, si llamás a alguien y le contás que conseguiste un empleo donde te van a pagar miles de dólares por mes, tal vez esa persona no se alegre de corazón.

Todo aquel que celebra tus triunfos es un verdadero amigo que te ama sinceramente. Dicen que Dios les da bendiciones a los demás para ver nuestra reacción… Si, en alguna ocasión, te encontrás con alguien que te envidia, recordá que la envidia es la declaración de inferioridad del otro y no tiene nada que ver con vos.

Si el envidioso, en lugar de gastar su energía en envidiar, la utilizara para crecer, otro sería el resultado. Cambiaría envidia por admiración y sería libre para avanzar y llegar a la cima. l

 


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