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Herpes zoster, la temida culebrilla

Por las Dras Aldana Scaglione  y María Soledad Camusso

Por las Dras. Aldana Scaglione y María Soledad Camusso

19/05/2020 00:34 Opinión
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Herpes zoster, la temida culebrilla Herpes zoster, la temida culebrilla

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La palabra "herpes" en latín significa arrastrarse, o moverse arrastrando el cuerpo hacia adelante como lo hacen las culebras o serpientes. Zoster" es la palabra griega para banda, cinta ancha o cinturón por la distribución en banda de la erupción que se produce en esta patología.

Según el Diccionario de Mitos y Leyendas, la culebrilla, se denomina así porque los gauchos de la Pampa Húmeda de la Argentina suponían que su contaminación provenía del paso de una víbora o culebra sobre la ropa extendida para su secado sobre los cultivos (generalmente de trigo).

Hasta el momento se han identificado más de 80 herpes virus que infectan a especies animales, aunque solo ocho de los cuales son patógenos para el humano; se distinguen por producir infecciones persistentes que no alcanzan la curación biológica durante toda la vida del huésped y a menudo se expresan en forma latente con periodos de reactivación.

Cómo se produce

Se presenta a causa del virus de la varicela-zóster, que es el mismo virus que provoca la varicela. Cualquier persona que haya tenido varicela puede tener la culebrilla, luego de recuperada la varicela, el virus puede ingresar al sistema nervioso y permanecer inactivo por años. Con el tiempo, puede reactivarse, desplazarse por las vías de los nervios a la piel y provocar las lesiones del herpes zoster. Sin embargo, no todas las personas que tuvieron varicela significa que lo vayan a padecer.

Clínica. De 4 días a 2 semanas antes de la aparición de las lesiones típicas de la culebrilla, inicia la fase prodrómica, donde los pacientes suelen referir síntomas generales: dolor de cabeza malestar general, fotofobia, escalofríos, nauseas, y en menor medida fiebre.

Hay sensaciones anormales en la piel que van desde sensación de ardor, hormigueo y picazón hasta dolor de intensidad variable y parestesias en la zona en donde más tarde aparecerán las lesiones de zoster; el dolor puede ser intermitente o continuo y los pacientes lo describen como palpitante, opresivo, punzante o quemante.

En algunos casos, el dolor es tan intenso, que obliga a realizar procedimientos o métodos de diagnostico por imágenes para descartar compromiso de órganos internos que se sitúan por debajo del dermatoma afectado, que pueden confundirse con otros padecimientos, por ejemplo: patología de los huesos, músculos, vesícula biliar: colecistitis, mononeuritis diabética, apendicitis, Isquemia cardiaca , Pleuritis, etc.

En la fase de estado aparecen las lesiones características. Son pequeñas ampollas similares a la varicela, que asientan sobre una zona eritematosa, se localizan a lo largo de una trayecto nervioso (llamado dermatoma), que afecta solo a un lado del cuerpo sin cruzar la línea media. Las ampollas se rompen y lentamente comienzan a secarse y, finalmente, se vuelven costras. En general la duración de las lesiones puede llevar de 2 a 4 semanas.

La topografía más común corresponde a la zona torácica(46%), seguida del lumbar (20%), del trigémino(14.5%), cervical (12%), sacro (5%), facial (2%), diseminado (0.4%) y visceral (0.1%).

Factores de riesgo:

Representan factores de riesgo, tener más de 50 años de edad. El riesgo aumenta con la edad. Algunos expertos estiman que la mitad de las personas de 80 años o más tendrán zóster en algún momento.

Tener determinadas enfermedades que debilitan el sistema inmune, como el VIH o sida y el cáncer, pueden aumentar el riesgo de tener zóster.

Someterse a ciertos tratamientos oncológicos. La radiación o la quimioterapia pueden reducir la resistencia a las enfermedades y desencadenar zóster.

Tomar ciertos medicamentos. Los medicamentos diseñados para prevenir el rechazo de órganos trasplantados pueden aumentar el riesgo de tener zóster, al igual que el uso prolongado de esteroides, como otros factores que se han relacionado con la reactivación del virus varicela zoster son la radiación solar, el estrés, la crioterapia, la fototerapia, la terapia láser y el posoperatorio de diversos procedimientos quirúrgicos: dental, espinal, liposucción, oftalmológico, etcétera.

No olvidemos que en situaciones de gran emotividad: además del estrés, la ansiedad e incertidumbre que nos aqueja esta pandemia que transitamos todos, se verá afectado nuestro sistema inmunológico, pudiendo favorecer en gran medida a este tipo de virosis.

En la mayoría de las personas se manifiesta como un solo episodio en sus vidas, aunque en algunos casos más raros puede producirse dos y hasta tres veces.

Precauciones:

Se debe evitar el contacto físico con las personas que no hayan tenido varicela o no hayan recibido la vacuna contra la varicela, especialmente, las personas con el sistema inmune debilitado, las mujeres embarazadas y los recién nacidos. El contagio suele ocurrir mediante el contacto directo con las lesiones abiertas (erosiones) de la erupcion. una vez infectada, la persona presentará varicela en lugar de culebrilla.

Las complicaciones del zóster pueden ser:

Neuralgia postherpética. En algunas personas, el dolor del zóster continúa mucho tiempo después de la desaparición de las vesículas, hasta 3 meses, aparece cuando las fibras nerviosas dañadas envían mensajes de dolor confusos y exagerados de la piel al cerebro. Este dolor, es uno de los más terribles conocidos por el ser humano, el tipo de dolor que conduce al insomnio, pérdida de peso, depresión y una preocupación absoluta".

Pérdida de la visión. El zóster en el ojo o alrededor de este (zóster oftálmico) puede causar infecciones oculares dolorosas que pueden provocar la pérdida de la visión.

Problemas neurológicos. Según qué nervios se vean afectados, el zóster puede causar una inflamación del cerebro (encefalitis), parálisis facial o problemas auditivos o del equilibrio.

Infecciones de la piel. Si las lesiones del zóster no se tratan correctamente, es posible contraer infecciones bacterianas de la piel.

Tratamiento

A pesar de que no es posible la eliminación del virus del organismo, el objetivo del tratamiento se centra en acortar la duración de los síntomas ,minimizando el dolor, acelerando la curación de las lesiones, de esta forma se reduce la contagiosidad del cuadro , la gravedad del proceso y el riesgo de neuralgia postherpética.

El manejo del paciente con herpes zoster debe cubrir dos aspectos: el sintomático para el dolor y la administración de antivirales para frenar la replicación (multiplicación) del virus; quienes no reciben tratamiento o lo reciben de forma incorrecta tienen riesgo de sufrir complicaciones graves que pueden ocasionar secuelas funcionales, anatómicas y estéticas.

Es muy importante la atención temprana del paciente, lo adecuado seria indicar el tratamiento dentro de las 72 hs de la aparición de las lesiones para evitar la replicación del virus, que no llegue a su “cenit”.

Folclore de la enfermedad:

Es muy sabido que quienes padecen de culebrilla, suelen buscar alivio en remedios caseros con los riesgos que esto puede implicar debido a complicaciones.

En general en el imaginario colectivo la culebrilla se encuentra dentro de las "enfermedades" en cuyo tratamiento es común que los médicos no intervengan o, lo hacen como intermediarios, por lo que el método de curación, les corresponde a los llamados “curanderos sanadores” ya sea por medio de la oración; al mismo tiempo se pasa "alguna preparación con colorante puro o diluido, por lo general tinta china, a veces con una pluma de ave, o una medalla religiosa (La Medalla Milagrosa) de oro ".

La explicación como vimos anteriormente es que el virus termina remitiendo solo en un tiempo, en forma natural, por lo que en ese lapso de tiempo, en caso de acudir a las “personas sanadoras”, después de unos días de padecer el proceso, ya se estaría cumpliendo la etapa de involución, con la posterior resolución de lesiones y síntomas y asi podría parecer obra del sanador.

Es una creencia bastante arraigada en nuestro país. Y aunque cada quien tiene su propias convicciones, lo grave es que, en muchos casos, se obvia la consulta médica.

Prevención

Hay dos vacunas que pueden ayudar a prevenir el herpes zóster, la vacuna contra la varicela y la vacuna contra el herpes (varicela-zóster).

Vacuna contra la varicela: La vacuna contra la varicela (Varivax) se ha vuelto una vacuna de rutina durante la infancia para prevenir esta enfermedad. La vacuna también se recomienda para los adultos que nunca han tenido varicela. A pesar de que la vacuna no garantiza que no vayas a tener varicela o herpes zóster, puede reducir las probabilidades de complicaciones y la gravedad de la enfermedad.

Vacuna contra el herpes zóster Las personas que se van a vacunar contra el herpes zóster tienen dos opciones: Zostavax y Shingrix.

Como la vacuna contra la varicela, la vacuna contra el herpes zóster no garantiza que no se contraiga la enfermedad, sino que reducirá la evolución y la gravedad de la enfermedad y el riesgo de sufrir neuralgia posherpética. Por lo tanto la vacuna se usa solamente como una estrategia de prevención. No tiene como fin tratar a las personas que ya tienen la enfermedad.

 

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