Cuando te haces santiagueño

Por Daniel Jaule. Entrenador de básquet

A pocos días del Mundial de Básquet, del cual ya hablaremos, se me ocurrió hacer un escrito de lo que significa para un deportista llegar a Santiago del Estero. 

Esta situación la pude vivir en carne propia y puedo asegurar que apenas llegás a la provincia comenzás a vivir cosas que son absolutamente distintas a cualquier otra. Me llamó la atención rápidamente dos cosas: la primera fue la cantidad de canchas de basquetbol que había en la ciudad, y la segunda, el nivel de conocimiento de mucha gente que podía hablar de ese deporte. Supongo que en el fútbol pasa lo mismo. 

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Pero lo que más te atrapa es esa esencia que tiene el santiagueño, te abre la puerta de su casa donde no faltará la empanada, el asado y un buen vino. Ni hablar que en algún momento de la noche aparece un pariente con la guitarra abajo del brazo, un bombo y suena la chacarera que si estuviera Tinelli en esa reunión seguro lo lleva a cantando por un sueño. 

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Es muy fuerte el sentido de pertenencia que toda esa gente tiene. Se te pone la piel de gallina. Seguramente podré contar mil anécdotas de todo tipo, pero dicen que cuando uno pasa por un lugar tiene que dejar una marca. Muchas veces, y es esta la ocasión, Santiago te marca para siempre. 

No seré el único que debe tener esa sensación, puedo asegurar que para cualquier deportista que llegue a la ciudad ya no será lo mismo cómo te reciben, lo que te dan es único. Por eso y por muchas cosas más Santiago es único. 

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Es el lugar donde tus amigos pasan a ser tus hermanos, está bueno que la gente autóctona del lugar sepa qué le pasa a uno cuando es forastero y qué se siente después de tan linda experiencia. 

Por eso yo ya hice todos los trámites y me dieron la ciudadanía santiagueña la cual llevo hace tiempo en mi corazón.