Ni la rendición de Macri ni la cogestión de Alberto, pero sí la gobernabilidad del país Ni la rendición de Macri ni la cogestión de Alberto, pero sí la gobernabilidad del país
De las muy recientes elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso) no interesaba tanto que lugar ocuparía en los 2 primeros puestos el presidente Mauricio Macri y el precandidato opositor Alberto Fernández, sino la diferencia de votos entre ellos y el nivel alrededor del cual competirían.
Las expectativas electorales previas, ya descontadas por la economía, eran de una escasa diferencia y situándose ambos cercanos al 40% de los votos totales. Bajo esa hipótesis electoral, y el resultado político consecuente esperado, se sustentaban las principales variables económicas previas.
Pero sucedió electoralmente lo muy inesperado, tanto en la diferencia obtenida como en las cuantías de ambas importantes y distintas concepciones de país que representan el gobierno y la principal oposición nacional.
El aún denominado peronismo, unificado, alcanzó el 47% de los votos y el presidente el 32%. Un resultado electoral muy diferente del esperado que, lógica e inmediatamente, modificaron traumáticamente a las expectativas políticas previas y, por ende, a las variables económicas, especialmente al tipo de cambio y el llamado riesgo país.
En pocas horas, el valor del dólar pasó de $45 a más de $60 y la tasa del riesgo del crédito a Argentina se duplicó. Pero, objetivamente, ambas cuantías electorales obtenidas tienen consistencia.
Nuestra historia electoral señala al orden del porcentaje logrado como muy probable cuando el justicialismo concurre unido en su amplio y diverso espectro; y también el denominado “cambio cultural” estaría aún presente si, atravesando una larga y penosa recesión económica, todavía 1 de cada 3 votantes continúa apoyando al gobierno.
El primer porcentaje electoral valida enormemente como candidato a futuro presidente a Alberto Fernández, incluso en una mayor proporción que a su polémica vicepresidenta, y el segundo guarismo electoral obtenido aún sostiene simultáneamente al actual presidente como tal y como candidato por el relativo extenso período de 2,5 meses hasta la primera vuelta electoral. Una incómoda posición que obliga a Mauricio Macri al dilema de analizar sus decisiones desde ambas posiciones.
El inesperado resultado de la elección primaria afectó gravemente a la gobernabilidad política de nuestro país e introdujo un principio de caos macroeconómico en lo cambiario y crediticio. La crisis exige un urgente control de los daños sociales ya ocurridos, incluso con medidas que, en la coyuntura, se aparten circunstancialmente de la disciplina fiscal y monetaria que se observaban.
Alberto Fernández, como el primer candidato a futuro presidente, no puede presionar a una “rendición política” de Mauricio Macri, a que se comporte exclusivamente, quizás si mayoritariamente, como el presidente actual, porque es un candidato aún valido hacia su eventual reelección. Por otro lado, tampoco Mauricio Macri puede solicitarle a Alberto Fernández una “cogestión política” de un muy posible elevado desgaste, en pos de la imprescindible gobernabilidad mínima de nuestro país.
Dentro de estos muy delicados límites políticos mutuos está la urgente e impostergable tarea económica de estabilizar cuanto antes un tipo de cambio del valor del dólar, de lograr así al menos un principio de credibilidad de un estado argentino financiable, de alejar el riesgo de la cesación de los futuros pagos de la deuda contraída, de bajar la sobre tasa de riesgo del país y de renovar los plazos y los montos del crédito del fondo monetario internacional, del cual somos socios fundadores.