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Contra todos los mitos: la verdadera dimensión de nuestros pueblos originarios

10/08/2019 08:32 Opinión
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Contra todos los mitos: la verdadera dimensión de nuestros pueblos originarios Contra todos los mitos: la verdadera dimensión de nuestros pueblos originarios

POR CLAUDIO AVRUJ

Mil seiscientas comunidades conforman el universo de los pueblos originarios que son parte del mosaico de identidades que somos como sociedad, al cual todos debemos fortalecer cada día.

Según los datos oficiales del Censo 2010, se trata de una población de casi un millón de personas que se referencian en 34 pueblos en todo el territorio argentino, cada uno con sus tradiciones, particularidades sociales, valores culturales, gastronómicos y artísticos, sin descuidar sus rituales y su herencia.

Para la inmensa mayoría de los argentinos sus nombres y sus ubicaciones son indiferentes o ignotos. Pero por suerte existen, se desarrollan y aportan muchísimo para nuestro crecimiento como sociedad. Qoms, tobas, wichís, diaguitas, comechingones, kollas, guaraníes, mapuches, ranqueles, chulupíes/nivaclés, tehuelches, entre tantos otros, son algunos de sus nombres y están en todo el país.


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Ayer fue el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, de acuerdo con la resolución de la Organización de las Naciones Unidas. Las efemérides están en el calendario no sólo para recordar y homenajear, sino sobre todo para tomar conciencia, para reflexionar, para repensar todos juntos las acciones y compromisos a ejecutar y cumplir.

Este 2019, es el Año Internacional de las Lenguas Indígenas y, en nuestro país, se cumplen 30 años de la ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y el 25 aniversario de la reforma de la Constitución Nacional.

La aplicación del Convenio ordena al Estado desarrollar junto a los pueblos índigenas acciones para proteger sus derechos y garantizar el respeto de su integridad. Entre otros derechos, el Convenio incluye el acceso a la salud, a la tierra, a la educación y al territorio.

En tanto, la incorporación del artículo 75, inciso 17 de la reforma constitucional, reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, garantiza el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural, reconoce la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad de las tierras comunitarias que tradicionalmente ocupan.

Este año nos presenta entonces una gran oportunidad para reflexionar respecto a los avances y los desafíos pendientes en materia de acceso a derechos de los pueblos originarios de nuestro país.

En los últimos 30 años, ha habido un creciente desarrollo de políticas públicas y programas tanto a nivel nacional, como en instancias provinciales y locales que trabajan la temática indígena. Asimismo, existen avances en materia de normativa nacional e internacional que reconocen sus derechos. Si bien estas políticas y normativas marcan un progreso muy importante en la promoción y protección de los derechos de los pueblos originarios, y son el resultado de años de lucha de las comunidades indígenas de nuestro país en pos del reconocimiento de sus derechos, aún persisten desafíos significativos.

Para poder avanzar en el acceso a derechos y garantizar la igualdad de oportunidades, es fundamental incluir a los pueblos originarios de nuestro país. No sólo basta con que sean visibles, sino que debemos deconstruir muchos prejuicios que aún existen en la sociedad argentina y que se dan en gran medida por desconocimiento de cuáles son estos pueblos, cuál es su cultura y cómo viven. Incluso hay quienes aún piensan que los indígenas son parte de nuestra historia y se encuentran sólo en los manuales escolares.

Para poder descartar los prejuicios, es importante que haya un mayor conocimiento de su cultura, de sus tradiciones y de su vida comunitaria. Cada pueblo tiene sus propias formas de ser, de pensar, de relacionamiento intergeneracional, su propia lengua; cuentan con tiempos propios a través de los cuales deliberan y toman decisiones; sus propios sistemas de elección de autoridades; su propia concepción y relación con la naturaleza, sólo por nombrar algunos aspectos.


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Y es a través del diálogo, que se da a partir del reconocimiento de la identidad del otro, como podemos lograr que esta diversidad sea comprendida, valorada y respetada. El trabajo intercultural será lo que nos permita adoptar un enfoque inclusivo y no excluyente como sociedad.

Desde el Estado a nivel nacional, provincial y municipal, nos queda aún mucho trabajo por delante para garantizar el acceso a derechos básicos. La sociedad debe asumir al mismo tiempo el compromiso de acompañar estos cambios.

Esto permitirá sentar las bases para un verdadero desarrollo intercultural, para seguir construyendo juntos un verdadero mosaico de identidades.

(*) Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del Ministerio de Justicia de la Nación.


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