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EL LIBERAL . Santiago

Las revoluciones americanas: La Revolución de Mayo en el contexto de las rebeliones americanas

11/05/2019 21:58 Santiago
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La presentación de la historia argentina ha mejorado mucho en los últimos años de la mano de los historiadores profesionales universitarios que aplican el método científico en forma completa y ordenada. Eso permite entender los procesos con mayor amplitud y sobre todo, comprender las originalidades y los aspectos comunes de las sociedades y su evolución, en un contexto mayor al que estábamos acostumbrados en aquellos relatos históricos que basaban los hechos en la centralidad de una nacionalidad en formación.

Esto ha permitido que la explicación de los grandes acontecimientos que dieron origen a la Argentina, pueda ser iluminada en su relación con los eventos ocurridos en la región, en el continente y en el mundo en forma simultánea a los que nos interesan en profundidad. Como me dijera Jorge Lanata en un reportaje en 2010, ver la historia como si fuera un “Google Maps” mirando todo el orbe al mismo tiempo, ayuda a su comprensión exhaustiva.

En este mayo de 2019, vamos a tratar de implantar nuestra gloriosa revolución de 1810, en el gran contexto de la disolución del imperio español como consecuencia de la invasión de los franceses a la península ibérica, ordenada por Napoleón Bonaparte, y sobre todo por la aplicación de la solución “juntista”, aplicada en principio en España y luego en todas las regiones americanas bajo el dominio de las autoridades nombradas por los reyes Borbones.

La invasión francesa de la España europea

El 18 de octubre de 1807, de acuerdo al tratado de Fontainebleau firmado por Francia y España, a instancias del emperador Napoleón y el primer ministro Manuel Godoy, en nombre del rey Carlos IV, las tropas galas avanzaron sobre territorio español para proceder a la invasión del Portugal. Esto provocó una grave crisis política en España, que derivó en la renuncia de Carlos IV el 19 de marzo de 1808, luego del motín de Aranjuez, un levantamiento popular atizado por su hijo Fernando VII, sucesor de Carlos, quien partió hacia Francia. Fernando, presionado por Napoleón, intenta devolver la corona a su padre el 5 de mayo, derivando en la cesión de los derechos sucesorios a la familia Bonaparte por parte de Carlos el día 9, y el posterior encumbramiento de José I, hermano de Napoleón como rey de España, el 6 de junio. Carlos y Fernando fueron puestos prisioneros en el Castillo de Valençay, en el centro de Francia durante seis años, hasta 1814.

Las tropas francesas que habían invadido Portugal revirtieron su camino e iniciaron la invasión de España, pero la resistencia de la dirigencia y el pueblo español generó la llamada “guerra de la independencia”, que no tiene nada que ver con nuestra “guerra de la independencia”. Una forma eficaz de gobierno en los inicios de este proceso fue la creación de la “Junta Suprema de España e Indias”, que se estableció en Sevilla el 27 de junio de 1808, ciudad desde la que se manejaba la relación del imperio con las colonias de ultramar, y que fue presidida por Francisco de Saavedra, un antiguo secretario de estado. Esta junta logró funcionar cerca de dos años como el gobierno central de la resistencia española. El 15 de junio fueron enviadas notificaciones formales a todas las autoridades del imperio en el mundo, sobre todo a los virreyes y los capitanes generales de América.

Juntas de Gobierno en la España europea

Como la guerra contra los franceses se desarrollaba en distintos escenarios a lo largo y a lo ancho de todo el territorio español, cada región que consolidaba una fuerza militar capaz de combatir a los invasores, organizó una Junta de Gobierno que aceptaba la autoridad de la de Sevilla, pero que operaba con gran autonomía. Así fueron surgiendo las Juntas de Asturias, de Valencia, de Aragón, de Cataluña y otras regiones, que enviaron diputados a una reunión, que se produjo en dos ciudades: Madrid y Aranjuez, por la diferencia entre ellos de compartir o no la sede de la monarquía con el gobierno de la resistencia.

La victoria de las tropas españolas en Bailén (donde se destacó el oficial americano José de San Martín), primera derrota histórica de un mariscal de Napoleón, impulsó la creación de una nueva Junta Suprema Central Gubernativa del Reino, que asumió el 25 de setiembre de 1808, en el palacio real de Aranjuez, bajo la presidencia del conde de Floridablanca, antiguo primer ministro de España. Como curiosidad, en 1779, la expedición de Francisco de Viedma a la Patagonia, enviada por el virrey del Río de la Plata, Juan José Vértiz, había fundado una población (cercana a la actual ciudad de Puerto San Julián) a la que llamó Floridablanca en honor del gobernante español. Esta Junta actuará hasta su disolución el 30 de enero de 1810, habiendo cambiado su emplazamiento a Sevilla, y luego a Cádiz, ante el avance francés, y su reemplazo por un Consejo de Regencia, fue el último eslabón de la cadena que condujo al reguero de revoluciones de ese año en América.

Juntas de Gobierno en la España americana

La explicación de nuestro proceso revolucionario omitió, generalmente, el proceso juntista anterior a 1810 que se dio en el continente americano. Debido a su importancia, nos detendremos en todas las juntas que se crearon antes de la caída de la Junta Gubernativa, a inicios de ese año. Cuando se conoció en América la abdicación de los reyes de la casa de Borbón, Carlos IV y Fernando VII, y su reemplazo por José I Bonaparte, las elites de cada capital americana se dividieron en dos grupos: uno vinculado a los altos funcionarios, el clero y los comerciantes defensores del monopolio comercial, que tendieron a establecer un “status quo” manteniendo en sus cargos a los virreyes y capitanes generales, respondiendo al gobierno de la Junta Central, y otro vinculado a los comerciantes defensores del libre comercio, a los universitarios formados en las ideas revolucionarias francesas y estadounidenses, y a los burgueses criollos, que auspiciaron la solución juntista propuesta en las regiones españolas peninsulares. Esto ocurrió en la América española desde mediados hasta fines de 1808.

La Habana – 26 y 27 de julio de 1808

En la capitanía general de Cuba, un grupo de criollos encabezados por Francisco de Arango y Salvador José Muro intentaron formar una Junta de Gobierno, al conocerse la noticia del motín de Aranjuez, pero la reacción de las instituciones coloniales impidió la organización.

México – 5 a 15 de septiembre de 1808

La capital del virreinato de Nueva España será testigo de la primera Junta constituida en América. Francisco Primo de Verdad, Melchor de Talamantes y José de Iturrigaray encabezaron un movimiento para asumir el gobierno por medio de una Junta a la usanza peninsular, logrando hacerse del poder durante diez días, pero fueron reprimidos por las tropas regulares del imperio, nombrándose a Pedro Garibay como virrey provisorio en reemplazo del anterior destituido, José de Iturrigaray Aróstegui.

Montevideo – 22 de sePtiembre de 1808 al 30 de junio de 1809

Ante la sospecha de la amistad del virrey del Río de la Plata, el francés Santiago de Liniers, con el emperador invasor Napoleón Bonaparte, el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, promueve la formación de una Junta Gubernativa que respondiera directamente a la Junta Central de Aranjuez. Así, el gobierno oriental se mantuvo autónomo de Buenos Aires hasta la llegada del nuevo virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros, cuando Elío disolvió la Junta de Montevideo y aceptó nuevamente la autoridad porteña. Estos hechos son el primer gesto separatista del territorio oriental, antecedente de la futura independencia en 1830.

Caracas – 24 y 25 de noviembre de 1808

Francisco Rodríguez del Toro, José Félix Ribas, José Tovar Ponte, Mariano Montilla y Luis López Méndez encabezaron el movimiento que intentó formar una Junta y que la historia venezolana recuerda como la “Conjuración de los Mantuanos”. La firma de un documento por parte de 45 encumbrados personajes de la sociedad caraqueña a principios de noviembre propuso la constitución de una Junta Suprema, suplantando al virrey de Nueva Granada y al gobernador de Caracas, Juan de Casas, que reprimió el movimiento, encarcelando a todos los signatarios del pronunciamiento.

El próximo domingo continuaremos recorriendo el camino que llevó a la gran revolución de Buenos Aires del 25 de mayo de 1810. Hoy hemos conocido a personajes olvidados por la historia, y que sin su actuación, el presente no hubiera sido posible tal como lo vivimos.

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