Las fuerzas del mariscal Jalifa Hafter inician su ofensiva final sobre Trípoli Las fuerzas del mariscal Jalifa Hafter inician su ofensiva final sobre Trípoli
Las fuerzas
bajo el mando del mariscal
Jalifa Hafter, hombre fuerte
de Libia, iniciaron ayer la
segunda fase de su ofensiva
en el sur de Trípoli.
Pese a la dureza de los
duelos de artillería y las escaramuzas
con armas ligeras,
ninguno de los dos
contendientes logró avances
significativos en el terreno
ni reportó víctimas.
Partida en dos, Libia es
un estado fallido, víctima
del caos y la guerra civil,
desde que en 2011 la Otan
contribuyera a la victoria
de los heterogéneos grupos
rebeldes sobre la larga dictadura
de Muamar al Gadafi
(1969-2011).
La que podría ser la última
gran batalla se libra
desde el pasado 4 de abril
entre los dos grandes núcleos
de poder que dominan
el país tras el fracasado
plan de paz impulsado en
2015 por el entonces enviado
especial de la ONU.
Una brecha que también
corresponde a la división
histórica de Libia en
tres provincias : la Tripolitania
(oeste), la Cyrenaica
(Este) y Fezzan (sur).
En un lado del tablero
se sitúa el gobierno sostenido
por la ONU y reconocido
por la Unión Europea (UE),
el Gobierno de Acuerdo
Nacional (GNA), que lidera
el primer ministro, Fayez al
Serraj, y que apenas domina
la capital y ciertas áreas
en las zonas montañosas
del noroeste.
Creado en 2016 en Túnez,
el GNA está sostenido
financieramente por la UE,
carece de legitimidad democrática
y su popularidad
es escasa en la capital.
Apoyo externo
Sus principales apoyos
externos son Catar e Italia,
país este último con el que
ha colaborado estrechamente
para la producción
de petróleo y combustible
en los yacimientos del oeste
y el puerto de Melitah.
También ha mantenido
estrecha colaboración en
operaciones antiterroristas
y lucha contra el yihadismo
internacional con EE.UU.,
país que decidió retirar sus
tropas y optó por el silencio
político al estallar el conflicto
bélico en Trípoli.
Del otro lado del tablero
se sitúa el mariscal Jalifa
Hafter, tutor del Parlamento
exiliado en la ciudad
oriental de Tobruk. Una
asamblea salida de las urnas
en 2014 que abandonó
la capital después de que el
entonces gobierno islamista
asentado en Trípoli se
negara a reconocer el resultado
electoral.
Hafter, un exmiembro
de la cúpula militar que
aupó al poder a Al Gadafi
durante el golpe de Estado
de 1969, dirige el llamado
Ejército Nacional Libio
(LNA) y es en la actualidad
el hombre fuerte del país.
Reclutado por la CIA en
1989 y convertido en uno
de los principales opositores
en el exilio, regresó al
país a través de Egipto en
marzo de 2011.
En 2014, ya al frente del
LNA, lanzó la denominada
“Operación Dignidad” cuyo
objetivo no declarado era la
conquista de todo el país.
En 2017 se hizo con el
control de Bengasi y del
golfo de Sirte, corazón de la
industria petrolera libia.
Un año después conquistó
Derna, bastión del
yihadismo en el norte de
áfrica y en febrero de este
año impuso su dominio en
las regiones del sur y los yacimientos
del oeste del país
(Al Sahara y Al Fil), esenciales
para la supervivencia
económica y energética
del GNA.
Su avance territorial está
vinculado al apoyo logístico,
financieros y militar
que le proporcionan Egipto,
Arabia Saudí, Emiratos
árabes Unidos y Rusia,
países que han roto en diversas
ocasiones el embargo
militar impuesto por la
ONU a Libia en 2011. Mientras
que su ascenso político
ha sido fomentado por el
presidente francés, Enmanuel
Macron, que lo invitó
a París en contra de la política
de la UE dentro de su
plan para recuperar la preponderancia
francesa en el
Mediterráneo y en el norte
de áfrica.