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Marco Trungelliti, por primera vez, contó detalles de la mafia del tenis

10/02/2019 09:14 Deportivo
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Marco Trungelliti, por primera vez, contó detalles de la mafia del tenis Marco Trungelliti, por primera vez, contó detalles de la mafia del tenis

El tenista santiagueño Marco Trungelliti habló por primera vez en una entrevista exclusiva con Diario La Nación, sobre la desagradable experiencia que vivió en el año 2015 cuando fue contactado por "la mafia del tenis", para arreglar partidos y ganar apuestas.

Un día, a través de una persona de su confianza, un hombre lo contactó, vía mensaje directo de Facebook, y lo convocó a una reunión con la promesa de conseguirle un patrocinador que solventara su carrera: "Master, avisame cuando estés por Buenos Aires, me gustaría tener una reunión con mi socio y vos por un tema de sponsoreo que seguro te va a andar. Espero tu respuesta. Abrazo", fue el mensaje que recibió Trungelliti, el 1° de julio de 2015.

La respuesta de Marco fue breve y concisa: "Ok, tenemos que hacerlo ahora porque me estoy yendo a Europa". Efectivamente, días después partiría a Suiza. El encuentro se dio el 2 de julio en un bar de Belgrano. "Trunge" llegó solo y se sentó en una mesa en donde estaban dos hombres, que le dieron un mensaje contundente: lo que se hablaba ahí, debía quedar ahí.

"Nosotros tenemos es un sistema de apuestas y hablamos con los jugadores para arreglar partidos". De acuerdo con el informe, le ofrecían ganar entre 2000 y 3000 dólares por partido de Future, entre 5000 y 10.000 en Challengers, y entre 50.000 y 100.000 por encuentros de ATP si perdía los partidos que le decían.

También le explicaron el modus operandi: Antes del partido que debía "tirar", lo llamarían a su teléfono celular desde un número oculto. Además, no debían tener contacto por WhatsApp ni por Facebook. En tanto que el jugador involucrado debía entregar el contacto de una persona de suma confianza, a la que le llevarían -consumado el hecho- el maletín o el sobre con el dinero en efectivo (no se manejan con transferencias bancarias ni con envíos por Western Union ni por otras compañías se servicios financieros). Además, como para que se quedara "tranquilo" de que eran efectivos, a Trungelliti le dijeron que ya "trabajaban" con tenistas argentinos y extranjeros. Y le dieron 8 nombres.


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En su viaje a Suiza y acompañado por su amigo, envió un email a la casilla confidencial de la TIU (Unidad de Integridad del Tenis), que de inmediato comenzó a pedirle capturas de pantallas, fotos y números de teléfono. Recién en agosto, Marco volvió a recibir mensajes de los hombres que lo contactaron: "Mi campeón, espero todo bien en tu vida, siempre por cualquier cosa estamos en contacto. Espero que todo vaya súper".

"Vamos recarajo. ¡Qué huevos que le estás poniendo! Yo aquí te pongo un mucho más que me gusta. Te re felicito. Adelante". Las "felicitaciones" se debieron a que en esa semana el argentino elevó su nivel y llegó a la final del Challenger de Bangkok.

Trungelliti no tuvo más noticias sobre la TIU y los apostadores durante 2016. Tampoco en la mayor parte de 2017. Hasta que en diciembre de ese año, mientras hacía la pretemporada en Barcelona, lo contactaron los abogados independientes que trabajan para la TIU.

Desde Inglaterra, le hicieron otra entrevista -de una hora y media- por Skype, y le comunicaron que la investigación había avanzado. Claro: no sabía concretamente a qué investigación se referían. La TIU quiso que el jugador prestara testimonio en los juicios a Federico Coria, Kicker y Heras, investigados por distintas situaciones irregulares.

"Me quedé helado. No sabía que ese juicio existía", aseveró Trungelliti.

Los abogados le entregaron las fechas de los tres juicios (entre marzo y abril). él participó, por Spype, desde Barcelona. Para ello, la TIU le exigió buena calidad cámara y de Internet. Y así fue como Trungelliti se sentó frente a la computadora, vio la cara a los jugadores argentinos implicados en cada juicio (se encontraban en Miami), a los abogados, a la querellante, a la fiscal y al abogado de la TIU. Un momento, sin dudas, desagradable y perturbador.


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