Mauricio Macri en exclusiva para EL LIBERAL | Una tarea impostergable Mauricio Macri en exclusiva para EL LIBERAL | Una tarea impostergable
Pilotean aviones,
apagan
incendios,
enseñan y
aprenden,
construyen, diseñan, proponen
leyes, dirigen orquestas,
combaten el narcotráfico, crean
vacunas, gobiernan, lideran,
emprenden, salvan vidas. Y a
ellas todo les cuesta el doble
porque se las mide con una vara
más alta. No es justo que ganen
menos. No es justo que caminen
por la calle con miedo. No es
justo que sólo ellas tengan que
ocuparse de las tareas del hogar
o de la crianza de los hijos,
ni que les cueste más llegar a
determinados lugares.
Hoy el mundo entero
atraviesa una revolución, y
la recibimos con los brazos
abiertos: ya era hora de que
nos uniéramos para que todos,
mujeres y hombres, tengamos
las mismas oportunidades a la
hora de desarrollar un proyecto
de vida.
En nuestro país, todavía hay
más mujeres desempleadas
que hombres en esa situación.
También son más las que tienen
un empleo informal y las que
dedican el doble de tiempo a
trabajos no remunerados, lo que
limita sus posibilidades de acceder
a un trabajo que sea fuente de
esperanza y futuro.
Las mujeres
están menos representadas en
los espacios de decisión y aún
existe la idea de que hay trabajos
que son “más para varones que
para mujeres”, un pensamiento
equivocado y antiguo.
Por todo esto, necesitamos
avanzar hacia un profundo
cambio cultural. Y tenemos
que hacerlo juntos.
Cada mujer
que por falta de oportunidades
no logra alcanzar su potencial,
es una pérdida para todos:
nos perdemos su talento,
su capacidad, su visión, su
creatividad y la oportunidad de
ser un país más justo, plural e
igualitario.
Esa es la Argentina
que queremos, ese es el país
que me comprometí a construir
junto a cada uno de ustedes.
Para hacerlo, era necesario
pasar de los discursos a los
hechos e impulsar políticas
concretas que nos permitieran
avanzar hacia la igualdad.
Así lo
entendimos desde el primer día
y, a meses de asumir, pusimos
en marcha el Plan de Primera
Infancia, que les da a las mamás
la oportunidad de salir a trabajar
o a estudiar sabiendo que sus
hijos están en buenas manos.
También impulsamos el Plan
Nacional de Prevención del
Embarazo no Intencional en la
Adolescencia, para que jóvenes
de todo el país reciban educación
sexual y tengan acceso a métodos
anticonceptivos para poder elegir
cómo y cuándo ser padres, si
desean serlo.
En marzo enviamos al
Congreso un proyecto de Ley de
Equidad de género e igualdad de
oportunidades en el trabajo, que
promueve, entre otros temas,
la ampliación de licencias
por fertilización asistida, por
adopción y por paternidad,
fundamental para avanzar
hacia una crianza realmente
compartida.
Y esta semana no solo se
reglamentó la Ley Brisa, que
repara económicamente a los
hijos de víctimas de femicidio,
sino que también estuve en el
W20, el grupo de afi nidad del
G20 que impulsa el desarrollo
económico de la mujer en todo
el mundo.
Trabajar sobre cada uno de
estos temas es ir a la raíz de una
de las injusticias más urgentes
y dolorosas: la violencia de
género.
Porque una mujer
informada y empoderada,
una mujer que tiene
herramientas, es mucho más
fuerte y autónoma, y tiene más
posibilidades a la hora de salir
de una situación peligrosa.
Hace más de dos años
pusimos en marcha el Plan
de Acción para la Prevención,
Asistencia y Erradicación de la
Violencia contra las Mujeres,
un programa con el que
acompañamos a las mujeres que
no pueden esperar.
Ampliamos
la capacidad de atención de
la línea 144, abrimos más
hogares y, entre otras cosas,
implementamos el Sistema
Nacional de Estadísticas
sobre Violencia contra las
Mujeres. Porque, en nuestro
país, también sobre este tema
faltaban estadísticas; también
sobre este tema se ocultaba la
verdad.
Pero además de ocuparnos de
la urgencia, necesitamos atacar el
problema de raíz y evitar la violencia
en el futuro. Eso empieza en casa, con
la educación que le damos a nuestros
hijos, animándonos a cuestionar lo
que parece obvio por el sólo hecho de
que siempre fue así.
Estamos viviendo
un cambio profundo y cada uno de
nosotros tiene la oportunidad de
hacer su parte para nunca más caer en
los prejuicios, para nunca más crear
desigualdad, para nunca más tener
que lamentar una víctima de violencia
de género.
La buena noticia es que, en la
Argentina y en el mundo, estos
prejuicios son cada vez más
rechazados. Lo veo en mis hijos
y en los jóvenes que trabajan
en los equipos de gobierno, que
nos ayudan a los más grandes
a entender que todo está
cambiando, que los estereotipos
no sólo nos limitan, sino que
también nos hacen daño.
Pasamos de un mundo que
limitaba a las mujeres a un
puñado de puestos mal pagos
a mujeres líderes en todos los
sectores, desde los deportes
hasta la ciencia, desde el arte
hasta la Corte Suprema, en el
sector privado y en el público.
Avanzamos mucho, pero todavía
falta mucho más.
Estamos frente a la
oportunidad de escribir una
nueva página, de dar un salto
hacia el futuro y de iniciar juntos
un cambio de época. Depende
de cada uno de nosotros avanzar
en esta tarea impostergable.
Hoy está claro que la única
manera de alcanzar un
desarrollo realmente inclusivo
es eliminando las disparidades,
todas las disparidades: las
basadas en género, las laborales,
las digitales y las financieras. Ya
es hora.