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EL LIBERAL . Santiago

Un alentador cambio de mirada que busca cuidar el monte

07/07/2018 22:00 Santiago
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Un alentador cambio de mirada que busca cuidar el monte Un alentador cambio de mirada que busca cuidar el monte

La producción apícola representa

mucho más de lo

que podría pensarse sin conocer

demasiado la actividad.

Por ejemplo, además de

permitir el trabajo de familias

completas, es un importante

agente que permite la

protección del monte y la recuperación

de algunas de sus

especies.

Hasta unos 10 kilómetros

antes de llegar a este lugar

desde Loreto, el paisaje está

dominado exclusivamente

por pencas y arbustos. No

hay árboles.

Pero en Campo

Amor hay muchos ejemplares

jóvenes de quebrachos,

breas, itines y otras especies.

Sus pobladores saben que

es una localidad ideal para la

explotación de la apicultura,

y explican que “aquí no se

puede hacer mucho, salvo sacar

leña o quemar carbón”,

ambas actividades productivas

que diezman los recursos

con que la naturaleza los

dotó.

La tierra salobre les

impide hacer agricultura

y los priva de agua

subterránea apta para consumo

humano y de sus animales.

En parte por eso, y porque

es una herencia familiar,

se dedicaron a especializarse

en la apicultura. Primero fue

en la escuela primaria del paraje,

luego en el Agrupamiento

Secundario 86.145, con

orientación en producción

agropecuaria.

Desde niños, los Villa y

los Farías, por ejemplo, vieron

a sus padres aprovechar

la miel de las abejas. Pero llegó

un momento, cuando crecieron

sus hijos de encarar la

producción en forma sistemática.

Primero vendían casa por

casa la miel fraccionada, en

Loreto principalmente, recuerda

Javier Farías.

“Yo

no descarto la venta puerta

a puerta en la ciudad, pero

ahora vendemos toda nuestra

producción a la Cooperativa

Coopsol. Algunos nomás

tienen de más y venden así”.

Hernán y Víctor Villa

comparan: “Con el carbón

o el adobe, para hacer

$12.000 hay que trabajar dos

meses, pero con las abejas

para esa misma plata trabajamos

dos semanas”.

“Nosotros hacíamos trabajo

de carbón, de obraje, pero

ya queremos cambiar, cuidar

los árboles.

Ahora la idea

sería no voltear más árboles”,

relatan.

Como todavía no pueden

depender sólo de la miel, siguen

árboles, pero con otra

mirada: “Ahora busco las

plantas más viejas, las que

no sirven mucho para la miel.

Cuidamos el monte”.

Javier Farías, con el mismo

espíritu, plantó un tunal

en sus tierras para favorecer

la apicultura y ayudar a recuperar

el monte.

“Esas maderas que ni para

cajón servían ahora las vemos

de otra manera, porque

sus flores nos dan miel”, describen

acerca de una alentadora

manera de mirar el

monte, con cuya muerte le

dio de comer, pero que si lo

cuidan seguramente los hará

progresar.

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