Jesús sana y da la vida Jesús sana y da la vida
Una gran muchedumbre recibe a
Jesús cuando retorna de nuevo a la
orilla galilea del lago. Estando allí,
aparece Jairo, jefe de una sinagoga,
quien rinde pleitesía a Jesús reconociendo
su poder en la espera de que
lo ayude imponiendo las manos sobre
su hija enferma para que se “salve
y viva”. Jesús se pone en camino,
siguiendo a Jairo, para llegar al lugar
donde se encuentra la enferma. La
multitud lo acompaña.
De entre la gente emerge una
mujer que está enferma y busca ayuda.
Padece flujo de sangre desde hace
doce años, lo que muestra la gravedad
de su dolencia. Ella se acerca
a Jesús y toca su manto. Inmediatamente
queda curada. El siente
que una “fuerza” había salido de sí, y
“volviéndose entre la gente pregunta
¿quién ha tocado mi manto?” Los
discípulos creen que no puede saberse
quién lo tocó por la multitud,
pero la mirada escrutadora de Jesús
hace que la mujer se acerque con “temor
y temblor” y confiese la verdad.
Ante el reconocimiento del poder sanador
de Jesús, le dice: “hija, tu fe te
ha salvado, vete en paz y queda curada
de tu enfermedad”. Jesús la cura
y a la vez la incluye religiosa y socialmente,
ya que su enfermedad la
condenaba a vivir en la impureza y la
marginación.
La narración retorna a Jairo.
Unos emisarios notifican que la niña
ha muerto y aconsejan no molestar
más a Jesús. él no le da importancia
a la noticia y reconforta al padre
diciéndole: “no temas; solamente
ten fe”. Acompañado por tres de sus
discípulos se dirige a la casa del jefe
de la sinagoga y al llegar hace callar
a los que lloraban diciéndoles que la
niña está dormida. Se burlaban de
él, pero decididamente los echa fuera
de la casa y junto a los padres y los
discípulos entran en la sala mortuoria.
Toma a la niña de la mano y le
dice:”Talithá kum, muchacha a ti te
lo digo levántate” La mucha se levanta
y se pone a andar. Los presentes
quedaron asombrados porque
descubrieron que en este signo, Dios
se había revelado. Luego, les manda
no contar lo sucedido para evitar
crear confusión acerca del sentido
de su misión.
Conclusión
Los evangelios muestran a Jesús
como aquel que sana y da la vida. él
se acera a las personas y les ofrece su
amor, sanando, perdonando, incluyendo.
No hay otra razón para su actuar
que un entrañable amor por la
humanidad, así lo aprendió del Padre,
que es bueno y misericordioso.
En un mundo dominado por el
género masculino, Jesús dignifica a
la mujer, no solo porque la cura e incluye
socialmente, sino porque además
la considera “hija de Dios” permitiéndole
el acceso a la religión, no
sólo habilitándola para la práctica
cultual, como a esta mujer, sino además
sumando discípulas a su ministerio,
haciéndolas testigos de su resurrección
y enviándolas a evangelizar
el mundo.
Así de bueno es Dios, así de bueno
es Jesús, no quiere a nadie fuera
de la mesa de la vida, todos están
invitados. Sólo basta la fe, creer
en él, y dejarse sanar por su misericordia.
Entonces, también nosotros
podremos sanar la tierra y dar
luz al mundo.