La trampa del corto plazo La trampa del corto plazo
no cede al ritmo que sería
deseable. La política
monetaria no coordina
las expectativas inflacionarias.
El crecimiento del
PIB no impresiona suficiente
para recuperar el
PIB per capita. El ajuste
fiscal no se implementa a
la velocidad necesaria. Si
bien se redujo la pobreza,
esta volverá a subir. Y
podría seguir nombrando
más cuestionamientos
que a diario se leen y
escuchan en medios de
información. Todos tienen
una parte de verdad
y otro tanto de polémica.
Las proporciones varían
de acuerdo al ojo del observador.
Como suele expresar
el profesor Juan Carlos
de Pablo, la política económica
no se implementa
en el vacío: es contexto
dependiente. El escenario
político, social y las condiciones
iniciales establecen
restricciones al hacedor
de política económica.
No es nuevo, cualquier
estudiante de Economía
que esté promediando la
carrera será consciente de
estas limitaciones. En paralelo,
corren las ansiedades
sociales y los justos
reclamos de la población
a la espera de que las
condiciones individuales
y colectivas mejoren.
Por otro lado, nos enfrentamos
con el natural
aprendizaje a gobernar,
ya no desde la teoría,
sino en el resbaladizo
terreno de la vida
real. Se aprende haciendo:
con errores y aciertos;
con avances y retrocesos.
A la suma de
los factores comentados,
se agrega el hecho,
no menor, que la sociedad
y economía argentinas
padecen de enormes
déficits sociales y sufrieron
diversas frustraciones
a través del tiempo.
La ansiedad de concretar
el catch up en forma
inmediata conspira contra
el objetivo de alcanzarlo.
Estamos atrapados
en la trampa del corto
plazo. Bajo esta ansiedad
social resulta difícil
esperar el largo plazo.
No siempre lo deseado
o necesario se puede
implementar inmediatamente
sin correr el riesgo
de que las restricciones
sociales y políticas
que estén operativas,
terminen generando resultados
no esperados,
negativos y dificultando
aún más el logro de un
objetivo.
La velocidad de implementación
de una
política o una reforma necesaria, no resulta
ser exógena sino que
más bien es endógena y
el adecuado timing de su
concreción es uno de los
desafíos que enfrenta el
hacedor de política. Es
el difícil equilibrio entre
el corto y el largo plazo:
administrar las carencias
inmediatas sin perder
de vista un horizonte
más extenso.
Sin una visión y políticas de largo plazo, no hay posibilidad
de construir un futuro
social y económico
sustentable