El arriesgado rescate de un suboficial herido que quedó detrás de las líneas enemigas El arriesgado rescate de un suboficial herido que quedó detrás de las líneas enemigas
que me tocó vivir con el soldado Romacho, oriundo de Añatuya, fallecido hace unos años”.
Así comenzó su relato David Alejandro Díaz, presidente del Centro de Excombatientes de Malvinas
de Santiago del Estero, en torno a la historia de un suboficial que había quedado herido detrás de
la línea del enemigo, y el teniente Gómez Centurión tuvo la valentía de ir a buscarlo.
Díaz refiere que Juan José Gómez Centurión, actual vicepresidente del Banco Nación, combatió
como subteniente del Ejército Argentino en la guerra por las Islas Malvinas hace 36 años. Tenía
23 años y 38 soldados a cargo.
“Una mañana, mientras estábamos en descanso, nos dieron la orden de ir a la Bahía Elefante a
buscar a un piloto inglés que se había eyectado y al caer al agua fue salvado por un Comando Argentino
y lo tenía de prisionero. Fuimos en helicóptero y lo trajimos junto al comando quien se comunicaba
en un perfecto idioma inglés. El prisionero tenía fracturada la clavícula y luego de darle
las primeras curaciones, fue trasladado a Puerto Argentino”, comenta Díaz, en el trabajo Santiagueños
en Malvinas, del autor Hugo Aníbal Quiroga, también veterano de guerra santiagueño.
“Me impresionó la personalidad de dos oficiales comandos del Ejército Argentino porque sobresalían
del resto, ya que constantemente estaban instruyendo a sus soldados e incluso vivían
y compartían con sus subalternos en todo momento. Eran los Tenientes Gómez Centurión y Estévez,
quienes pertenecían al Regimiento de Infantería 25. Al finalizar los combates, me enteré por
expresiones de los soldados que ambos se distinguieron en la hora de combatir, muriendo en acción
el teniente Estévez”.
Pero el recuerdo que guarda en su memoria
Díaz, se refiere a un hecho que sucedió
en los últimos días de mayo, cuando
el enemigo en su avance se aproximaba
hacia el sector de los soldados argentinos,
a pesar de la resistencia que se le
oponía. “Mientras nuestras tropas se replegaban
combatiendo, un cabo correntino
de apellido Ferreyra, había sido herido
y quedó detrás de las líneas enemigas.
Como su jefe, el teniente Gómez Centurión
no podía dejar el comando de su tropa, le
dijo “aguanta aquí que, sea como sea, yo
te prometo que vuelvo a buscarte”.
“Esa noche, el referido oficial se presentó
en nuestro puesto y nos solicitó que
se adelante un médico y un camillero a la
línea que dividía nuestras fuerzas con las
del enemigo porque él se iba a infiltrar a
socorrer a su compañero herido. Ante ese
pedido nos trasladamos con una camilla el primer teniente Beranek,
Romacho y yo hacia un sector próximo a un alambrado en donde
quedamos en posición de cuerpo a tierra para no ser detectados.
Gómez Centurión se infiltró arrastrándose aproximadamente cuatrocientos
metros sobre terreno enemigo hasta que logró encontrar
al suboficial, cargarlo y traerlo hacia el lugar en donde los esperábamos
alertas. Agazapados regresamos al trote llevando en la camilla
al herido y apenas llegamos a la enfermería le colocamos suero porque
había perdido mucha sangre y le realizamos los primeros auxilios.
Tenía heridas de bala en los glúteos y en la pierna; heridas de
esquirlas en la espalda y en el hombro. Estaba bastante descompensado
pero gracias a Dios lo pudimos reanimar y según comentarios
tengo entendido que se repuso y sigue aun con vida”.