La primera quincena se despidió en Punta del Este con lluvia y viento La primera quincena se despidió en Punta del Este con lluvia y viento
La primera quincena de enero no tuvo la mejor de las despedidas, ya que el clima le jugó una mala pasada a quienes querían disfrutar del sol, la arena y las olas antes de emprender el regreso a su país. Ayer, el viento y la lluvia hicieron que las playas se vieran totalmente desiertas, y que el movimiento se volcara a los comercios, restaurantes y espacios cubiertos de entretenimiento.
Punta es un destino elegido porque goza de un clima envidiable, con veranos que se caracterizan por días de sol pleno, viento suave del lado de La Mansa y fuerte de La Brava, días cálidos, noches frescas y pocos, muy pocos días de lluvia. Pero las tormentas de verano, cuando caen, lo hacen con mucha furia y colapsan una ciudad diseñada casi exclusivamente para disfrutar de la playa.
Entre los lugares que pueden visitarse sin mojarse, está el Museo Ralli y circuito de arte, que es el museo más importante de Punta del Este. Todos los miércoles hay actividades culturales con entrada libre y gratuita, y los fines de semana se ofrecen talleres para niños guiados por artistas. Reúne obras de Ana Baxter, Jorge y Carlos Páez Vilaró, Nicolás García Uriburu, Ignacio Zuloaga, Micaela Núñez, el brasileño Adelio Sarro, el británico Beryl Cok, el ruso André Lanskoy y esculturas de Botero y Salvador Dalí.
La ciudad también cuenta con un buen surtido de galerías de arte que se extienden desde la Península hasta Manantiales y José Ignacio, con piezas de arte contemporáneo de colección.
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CASTILLO DE PIRIA
Para quienes se vinieron en auto, una buena alternativa es salir rumbo a Piriápolis, a solo 30 minutos de Punta Ballena y aunque no se pueda ir a la playa, la aventura de recorrer el castillo que tiene enfrente al Pan de Azúcar vale mucho la pena. Se trata de un edificio de 1897, construido para que se convirtiera en el hogar de Francisco Piria, el fundador del balneario, con un estilo medieval que lo convirtió en un punto de atracción para los turistas que recalan en Uruguay. Conocer cada recoveco del castillo y pasear por el museo que retrata cómo era la vida en estas playas a fines del siglo XIX, es sin dudas un programa para hacer solo cuando el mar esté agitado por una lluvia de verano.
Si se tiene chicos, la alternativa más válida es el Museo del mar, en La Barra, que ofrece una colección muy atractiva de mamíferos marinos tales como esqueletos de delfines, marsopas, orcas, cachalotes, elefantes y lobos marinos y cuatro esqueletos de ballenas, algunos de los cuales superan los 15 metros de longitud. Caracoles de todo tipo, un insectario y varios rincones históricos: qué piratas llegaron hasta estas costas, la historia de los balnearios de Uruguay y la Argentina, con mucha documentación, postales y reliquias. Abierto todo el año, de 10 a 17.30.
Una opción especial es realizar un recorrido deco, dirigido especialmente a quienes aman el diseño y la decoración. Las casas de antigüedades y deco son un clásico de esta ciudad y ofrecen todo tipo de opciones a cuál más inspiradora. Desde hace algunos veranos, el polo de moda y diseño se instaló en Manantiales, con casas que ofrecen ítems preciosos como Mónica Melhem (que también abrió un local en José Ignacio), Roberta Roller Rabbit, Silú, Velas de la Ballena, y el desembarco de Panorama, la tienda de Palermo que logró instalarse en este circuito exclusivo a pocos pasos del mar.
Y lo infaltable para este tipo de jornadas, es el disfrute de la gastronomía en la arena que ofrecen lugares como La Huella o Marismo, los de lluvia son para acudir a esos restaurantes cerrados que no siempre se escogen cuando hay un cielo azul. Los suculentos platos del Bungalow Suizo, un rico té en L’Auberge o en Las Delicias, una visita a los restaurantes del hotel Enjoy Conrad o al Punta del Este Resort (ex Mantra) pueden salvar el día.
