Un hombre de corazón, y de cabeza Un hombre de corazón, y de cabeza
El 15 de febrero de 1811 nacía en el barrio “El Carrascal” de la ciudad de San Juan de la Frontera Faustino Valentín Sarmiento. Eran tiempos en los que el nombre de los niños dependía del almanaque. Nacido entre los días de San Valentín y San Faustino, el hijo de José Clemente y de Paula Albarracín sería recordado por la historia como Domingo, ya que la madre encomendaba al santo patrono de la iglesia más cercana a su casa a ese acuariano travieso que era su quinto hijo.
Sin duda, Sarmiento puede ser definido sobre todo como maestro, periodista y publicista (antigua forma de hablar de los hombres que se ocupaban de los asuntos públicos). Respecto de las mujeres, siempre estuvo acomplejado con su fealdad, y muchos años después, al tiempo que viajaba hacia Buenos Aires para asumir la presidencia, le escribirá a su amada Aurelia Vélez: “Sentí siempre a mi lado una mujer atraída no sé por qué misterio ... Debe haber en mi mirada algo profundamente dolorido que excita la maternal solicitud femenil”.
En 1839 funda el mítico diario “El Zonda”, desde el cual azotaba cotidianamente al gobernador Nazario Benavídez. Para someterlo, el mandatario aumentó los impuestos al papel, y finalmente lo amenazó con matarlo cuando se cruzaron en la calle. En ese momento, Domingo Faustino decidió cruzar a Chile, escribiendo una frase que no le pertenece (es del francés Conde de Volney): “Las ideas no se matan, pero los hombres se degüellan”, en las piedras de la Quebrada del Zonda.
En su exilio chileno conoce a María de Jesús del Canto, una bella muchacha de la que no quedan demasiados recuerdos. Enamorados, conviven y de esa relación nace la hija amada que acompañará a Sarmiento durante toda su vida: Ana Faustina. María de Jesús se sumerge en el olvido de la historia y la hija de ambos será criada por doña Paula, la madre que será recordada con inmenso amor en uno de los libros más queribles de Sarmiento, “Recuerdos de Provincia”. Vale la pena destacar que Sarmiento es el escritor más prolífico en castellano durante el siglo XIX.
Más adelante, Sarmiento conoce a una dama de la alta sociedad santiaguina, comenzando un romance bastante escandaloso. Se enamoran estando Benita Martínez Pastoriza casada con Domingo Fidel Castro y Calvo. Ella enviudará y Domingo Faustino volverá a verla para casarse y adoptar a su hijo Dominguito. Quedará en el misterio si Sarmiento terminó siendo el padre legal de su hijo natural.
El gobierno de Chile lo envía a Europa a estudiar los sistemas educativos del Viejo Mundo para aplicarlos en el país trasandino. Sarmiento se decepciona de “las viejas monarquías que no tienen nada para dar”. Para vivir mejor, se dedica a escribir críticas de ópera, que publicará en diarios de los lugares. Sarmiento siempre impresionará a sus contertulios por su inteligencia. Llega a entrevistar al Papa Pio IX, el primer pontífice que conoció América. Decide viajar a Estados Unidos y descubre en la primera república moderna del mundo, el modelo a seguir. Horace Mann se convertirá en su referente e inspirador como maestro.
De regreso a la Argentina fue boletinero del Ejército Grande al mando de Urquiza, primer director general de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, concejal, ministro, gobernador, embajador, senador, y coronará su carrera pública como Presidente de la República, hace casi 150 años, en 1868. Sin duda su período de gobierno es una historia que merece ser contada por separado.
Se separó de su esposa, lo que constituyó un escándalo mayúsculo para la época. Más grave fue que inició un largo romance con la que fue su inspiradora y promotora: la hija de su colega ministro Dalmacio Vélez Sarsfield, Aurelia.
Aurelia era una mujer de inteligencia superior, independiente y liberal, que también se había separado, lo que le hubiera significado la muerte social si no fuera por su voluntad inquebrantable. Como escritora, publicaba con un seudónimo masculino para poder hacerlo. La relación con Sarmiento fue la más plena de su vida, y cuando Domingo fue descubierto en un renuncio romántico, Aurelia logró echarlo de su casa, la de Sarmiento, con el acuerdo de las hermanas del prócer. él la reconquistó reclamándole que ella no se había dado cuenta que era “la verdadera poseedora de su corazón”. Volvieron a estar juntos.
Instalado en Asunción del Paraguay por consejo de su médico, compra e instala la primera casa refrigerada con agua en América del Sur. Solía acompañar a los obreros durante la construcción, y festeja el final de obra con un asado, servido con cervezas, que el mismo Sarmiento había refrigerado sumergiéndolas en el agua del río. Muere el 11 de setiembre de 1888, y se cumple con un ritual hoy olvidado: de sacar fotos del cadáver. Sarmiento fue acomodado en una silla mecedora, con un abanico en su mano y con la bacinilla a sus pies, lo que demostraba que la imagen era la de un hombre. Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires en un vapor por los ríos Paraguay y Paraná. Al paso del cortejo fúnebre fluvial, las ciudades argentinas le rendían homenaje, incluso Rosario, la que no fue capital por los vetos presidenciales de Sarmiento.
El 21 de setiembre llega a Buenos Aires el buque que transporta el ataúd de Sarmiento. Lo recibe una multitud y habla el vicepresidente Carlos Pellegrini, quien dirá: “Fue el cerebro más poderoso que haya producido América”. Fue sepultado, según su voluntad, en el Cementerio de la Recoleta, que él visitaba para meditar sobre el destino, frente a las tumbas de sus viejos adversarios. En 1900, la Universidad de Buenos Aires dispondrá que ese día, el 21 de setiembre, sea el día del estudiante, en homenaje a que el gran apóstol de la educación argentina, yace desde entonces en la custodia de quienes son sus beneficiarios. Como dice su himno: “El grande entre los grandes, Sarmiento inmortal”.