Juzgan a santiagueño en Tierra del Fuego por ultrajar durante 8 años a su hija

Un tribunal juzga en Río Grande, Tierra del Fuego, a un empleado de seguridad santiagueño, sospechado de ultrajar sexualmente a su hija entre los 8 y los 16 años.

Se trata de un individuo oriundo de una localidad de Copo, cuya historia se convirtió en el primer debate del 2017, pero a puertas cerradas, a cargo del Tribunal de Juicio Oral.

En las audiencias los funcionarios revelaron que toda la familia es oriunda de la provincia de Santiago del Estero.

Siete años atrás partieron a Río Grande: los movilizaba el deseo de progresar y un mejor pasar.

La esposa del sujeto ya era madre de una niña de 6 años, fruto de una anterior relación.

Al reiniciar su vida afectiva, la nueva pareja dio el apellido a la niña. Con los años, llegaron los hijos propios y él encontró trabajo en seguridad.

Siempre en función del proceso, en abril del 2016, él se enfermó con una afección en su columna. Lo trasladaron, urgente, a un centro de salud de Buenos Aires. Fue allí que la hija, ya de 16 años, pidió hablar con su madre. "él abusa de mí desde hace varios años", le confió. Después de cierta incredulidad, la mujer lo denunció.

Ello adquirió más contundencia cuando los médicos confirmaron actividad sexual de vieja data, pese a que la adolescente jamás tuvo pareja.

Semanas después, un juez esperó a que él fuese intervenido quirúrgicamente, para detenerlo y conducirlo, esposado, desde Buenos Aires al sur.

El viernes arrancó el juicio. "Abuso sexual agravado por acceso carnal", es la figura atribuida.

En el proceso, el acusado se negó a brindar declaración indagatoria, tras lo cual se llevaron adelante distintas testimoniales que terminaron con la exposición de un amigo de la familia. Después, el juicio pasó a un cuarto intermedio hasta mañana. En el audiencia, la fiscalía y la defensa harán los alegatos ante los jueces del Tribunal en lo Criminal, tras lo cual darán por cerrada la etapa de debate y procederán a resolver, previo conocer las últimas palabras del acusado. El proceso se lleva adelante a puertas cerradas, preservándose el nombre del imputado a fin de no identificar a la víctima.