Santiago Palacio Gastañaduy y su expedición al Bermejo

Don Santiago Palacio GastaÑaduy nació en nuestra ciudad en el aÑo 1807, sus padres fueron don Santiago de Palacio Iramaín y doÑa María Antonia GastaÑaduy.

Fue educado por su tío don Domingo de Palacio acreditado maestro en artes quien supo despertar en el joven Santiago una fuerte inclinación por la cultura, reflejada en la biblioteca particular que formó a través de los aÑos.

Contrajo enlace con Pastora Santillán Gondra, de cuyo matrimonio nacieron Delia Palacio de Santillán, Florinda Palacio de Santillán, Tomasa Palacio de Zavalía, Pastora Palacio de Gorostiaga, Mercedes Palacio de Corvalán, Santiago Palacio casado con Carolina Frías y Benjamín Palacio casado con Eulogia Salvatierra.

De espíritu emprendedor y de gran fortaleza de ánimo, llevó adelante importantes emprendimientos económicos que alcanzaron notoriedad no sólo en Santiago sino en Salta y Tucumán.

No obstante haberse mantenido alejado de la vida política partidaria, durante el gobierno de don Juan Francisco Borges fue elegido en abril de 1856 diputado nacional al Congreso de Paraná, cargo al que renunció por estar dedicado a la organización de su famosa expedición por el río Bermejo, sin duda el emprendimiento más importante de ese tiempo.

Navegación del Bermejo

Obsesionado por establecer una vía navegable de comunicación a través del río Bermejo que abaratara el flete de la rica producción del Norte y los puertos del Litoral y Buenos Aires, don Santiago Palacio organizó en 1860 una expedición fluvial financiada con su propio dinero. Para su concreción ordenó la construcción, bajo su dirección, de una barca o chata de gran tamaÑo.

En compaÑía de su hermano Emilio, de Tomás Santillán, del botero Manuel Antonio, de tres o cuatro personas más y de Fray José Puigdengolas, viejo misionero del Chaco que tiempo después fue sacrificado por los salvajes, don Santiago comenzó la navegación del Bermejo desde el paraje Esquina Grande.

Iniciada la travesía aprovechando la época de crecida de los ríos del Norte, ella se desarrolló de acuerdo con lo previsto con no pocas dificultades como la escasez de víveres, la hostilidad de los salvajes ribereÑos y las inclemencias del tiempo propias de la estación estival.

Superados los obstáculos, antes de tres meses llegaron al río Paraguay, hicieron escala en Asunción, luego descendieron por el Paraná tocando los puertos de Santa Fe y el Rosario, donde fueron recibidos con agasajos y manifestaciones de júbilo por parte de la multitud que desde las barrancas del río victoreaba a los expedicionarios entre los acordes de una banda de música.

Algunos días después, la barca santiagueÑa, luego de navegar las turbulentas aguas de los ríos mencionados, fondeaba en el puerto de Buenos Aires, «dejando con ello satisfechos los anhelos de un hombre valeroso y esforzado, que con verdadero arrojo afrontó la difícil y penosa empresa, suficiente por sí sola para exaltar su nombre y darle la reputación merecida de benemérito hijo de Santiago del Estero», y demostrando la navegabilidad de tan importante arteria fluvial cuya canalización es un sueÑo por realizar de los argentinos.

Tiempo después, don Santiago, en compaÑía de su hermano Prudencio, hizo una segunda travesía llevando un cargamento de maderas, suelas y otros productos que descargó en el puerto de Rosario. En su tercer viaje sólo demoró veinticinco días hasta Rosario.

Otras obras

Don Santiago Palacio ejecutó otras obras que impulsaron el desarrollo nacional.

Arregló el camino de mensajería entre Santiago y Buenos Aires; construyó un puente sobre el río histórico del Pasaje; realizó varios viajes a Lima y Valparaíso llevando hacienda, especialmente mular, y trayendo valiosas mercaderías.

Junto con su hermano Prudencio instaló, cerca del río de las Piedras, un establecimiento fabril con maquinarias traídas de Inglaterra para hilar y tejer vicuÑa y lana.

En 1870 formó una sociedad con el salteÑo don Juan Sáenz para fundar en Orán una fábrica de jabón. Para realizar este emprendimiento decidió viajar a Europa para traer las maquinarias necesarias, pero al llegar de paso por Santiago del Estero su familia lo convenció de que desistiera de la idea y se quedara definitivamente en su terruÑo.

Ya afincado en su tierra natal, montó en esta ciudad una gran curtiembre con maquinarias de vapor para cortar y triturar el quebracho.

Fue el iniciador de la aplicación del tanino en la curtiembre de cueros, en lugar del cebil, lo que significó un importante avance con valiosos resultados para la economía de Santiago del Estero.

Para acelerar el transporte de mercaderías promovió entre los comerciantes la sustitución de los lerdos bueyes por el paso más rápido de las mulas, lo que benefició a nuestros hacendados que eran los mayores criadores del norte.

El 3 de octubre de 1869 figura entre los firmantes del acta de fundación del Colegio Nacional.

Por su trato modesto —habitual en los Palacio— se granjeó el afecto de los que lo trataron. Murió el 11 de diciembre de 1871 a los 64 aÑos de edad. l

Bibliografía

Diario El Liberal, SANTIAGO DEL ESTERO, 11 de diciembre de 1981, pág. 9

Figueroa, Andrés A., LINAJES

SANTIAGUEÑOS, Ed. Librería

Dante, Córdoba 1927.

Olaechea y Alcorta, Baltasar, DON SANTIAGO PALACIO, COSAS DEL PASADO, Ed. Cubas, córdoba 1913.