Nuestro Maratón, nuestra gente, nuestro orgullo Nuestro Maratón, nuestra gente, nuestro orgullo
Por Daniel Vera, Editor de Deportes en EL LIBERAL
Tantas veces soñamos en que la realidad supere a la ficción y creo que esta vez se dio con el Maratón del Diario EL LIBERAL.
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Fueron millas de almas las que salieron a enfrentarse con los circuitos de los 21 y 10 kilómetros y más allá de los resultados, queda la satisfacción y el orgullo de haber vivido una fiesta que no tiene comparación alguna en Santiago.
Atletas de otras provincias se suman cada vez más al desafío y acrecienta la responsabilidad para la organización de que no se escape ningún detalle.
El Maratón es para muchos de los que trabajamos en el Diario un compromiso en el que te pone a prueba para ver si estás preparado para asumir desde tu lugar, un evento que hace años dejó de ser de un privilegio y un patrimonio solamente de los santiagueños .
Aquí vienes a demostrarte a vos mismo que sos capaz de eliminar todo aquello que crees que es tu principal enemigo.
Por eso ver el final de los atletas que gritan y hacen todo lo que les sale en el momento de alegría, felicidad y desahogo por el triunfo especialmente, en lo personal los entiendo y los insto a que nunca bajen los brazos.
Sé de lo que vale para ellos una victoria que no es del instante en que cruzan la meta, sino de algo que se viene construyendo desde hace mucho tiempo en el que se pierden y se resignan muchas cosas para hacer lo que uno sueña o anhela.
Yo viví la carrera ayer desde adentro. Tengo muchas imágenes grabadas en mi celular y mi idea era certificar lo que un atleta siente cuando al frente se le pone un rival al que no es fácil de vencer ni sacarlo del camino.
Ahí te surge lo que no estás acostumbrado a hacer. Los sentimientos y las emociones cambian de color y el esfuerzo por alcanzar el objetivo se mide por millones de voluntades y de muchísimo sacrificio.
Ver y charlar mientras corría con atletas de muy, pero muy avanzada edad, deja una enseñanza y un caso que es aplicable a cualquiera de todas las fórmulas científicas y humanas que puedan existir.
Pero lo más fuerte de todo es ese orgullo que carga un atleta cuando lo único que le importa es ganarle al desafío y al rival que lleva adentro suyo.