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EL LIBERAL . Santiago

El Reino se parece a una boda 

15/10/2023 06:00 Santiago
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El Reino se parece a una boda  El Reino se parece a una boda 

En el contexto del Evangelio de Mateo está parábola está destinada a revelar a los judíos la gravedad del rechazo de Jesús, principalmente a sus autoridades y a los sectores de poder económico. A la vez, nos revela la situación de persecución de la Iglesia de Mateo de parte de la sinagoga judía, posterior a la destrucción de Jerusalén en los años 70.

El Reino inaugurado por Jesús es como una fiesta de boda, un acontecimiento de gozo, de alegría, donde el compartir la mesa es un signo de comunión que iguala, que fraterniza. El simbolismo del banquete introduce en un kairós especial, tiempo oportuno para recibir la buena noticia que trae Jesús y entrar en su Reino.

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Sin embargo, los invitados no se preocupan por la invitación, algunos de ellos prefieren atender sus negocios, otros golpean y matan a los siervos que fueron a invitarlos.

El Rey, enojado por esta negativa envió a sus tropas para matar a esos homicidas y prender fuego a su ciudad.

Sin embargo, como la boda había sido preparada con esmero y dedicación, el Rey envió nuevamente a sus siervos a invitar a todos los que encuentren y así la boda se llenó de gente. Ese es el cometido del Rey, que todos participen de la boda de su hijo.

El Reino es accesible para todos, se trata de escuchar el llamado del Rey y entrar en la boda. Pero, es necesario hacerlo con el traje adecuado, es decir, ser fiel a la Palabra de Dios, que el evangelista exige a los discípulos.

El pueblo de Israel tenía el privilegio de entrar en el Reino por ser el pueblo elegido, pero rechazaron a Jesús y posteriormente a sus discípulos. Ahora, los nuevos invitados al Reino son aquellos que eran marginados por la clase dirigente, los últimos a quiénes Jesús rescató y con quienes compartía la mesa, a quiénes enseñaba las Bienaventuranzas y curaba de sus dolencias. Estos son los que ahora llenan la sala de la fiesta de boda. Pero esto no les asegura la salvación, es necesario ponerse el traje de fiesta, practicar las enseñanzas de Jesús, vivir en fidelidad a su palabra.

Conclusión

La situación de indiferencia religiosa que vivimos hoy se parece ala de la parábola. Dios llama, invita a su fiesta, quiere que todos vivamos en comunión con él, pero muchos lo rechazan. ¿Por qué? Una autonomía del ser humano mal entendida, como si Dios compitiera con él, puede alentar este distanciamiento de Dios. Las religiones no siempre han mostrado el verdadero rostro de Dios, su bondad infinita. Más aún, algunas han promovido comportamientos deshumanizantes y hasta guerras entre pueblos.

Como decía Jesús, los discípulos debemos ser sal de la tierra y luz del mundo, testigos de un Dios que es Padre de misericordia que quiere la felicidad de sus hijos. Anunciar un Dios que es amor y manifestarlo con nuestro testimonio es el mayor desafío de las religiones hoy.

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