Qué hay de Haidée en "Pelu", una de las voces del dúo Orellana-Lucca Qué hay de Haidée en "Pelu", una de las voces del dúo Orellana-Lucca
Todos nos nutrimos de nuestros padres. Sin darnos cuenta nos vamos haciendo con retazos de ellos. En el Día de la Madre se nos ocurrió conocer a las mujeres que albergaron en sus úteros para después entregarlos al mundo- a esos santiagueños que brillan con su arte, en el que seguramente hay mucho de lo que recibieron de las manos y el corazón de sus madres.
Qué hay de Haidée en "Pelu" Lucca
También te puede interesar:
Rodolfo "Pelu" Lucca, una de las voces del Dúo Orellana-Lucca, es el tercero de los cuatro hijos que Haidée Cabrera tuvo con Rodolfo Lucca. Docente jubilada, al igual que su marido, reconoce en ella un espíritu aventurero, el mismo que la llevó a aceptar la propuesta de dos amigas que se habían ido a trabajar a Neuquén de iniciar la búsqueda de una escuela adonde trabajar, en el sur de la Argentina.
Era 1979. Haidée y Rodolfo ya tenían a sus tres hijos, y varios años trabajando como docentes. Pero la idea de progresar económicamente los animó a mandar la documentación con su amiga. Un mes después recibieron desde el Consejo de Educación de Neuquén un telegrama con la escuela de jornada completa asignada en la pre Cordillera.
"Fue un ir sin saber adónde. Mi marido tenía más temores, pero yo, una confianza plena de que íbamos a llegar y a conseguir todo", recuerda Haidée.
Para ese entonces, Rody como llama a su hijo- tenía 5 años, y sus hermanas entre 8 y 11 años. "Para aceptar el trabajo los tuvimos que dejar con mis padres. Me dijeron 'vete tranquila nosotros nos vamos a quedar en tu casa a cuidar a los chicos'", relata.
Pasaron tres meses y recién volvieron a reencontrarse con sus hijos. Mientras tanto, la comunicación era a través de telegramas que llegaban a la oficina de la comisaría del lugar adonde estaban. Era un lugar pequeño con pocas instituciones estatales.
En ese poblado adonde sus padres enseñaban a otros niños, "Pelu" Lucca disfrutó de una infancia sellada por la inventiva para pasarla bien, igual que sus hermanas Zulema y Nela; se llenó de amigos y vio cómo el vientre de su madre comenzaba a albergar otra vida: la de Matías, su hermano, 8 años menor que él.
Cuando se le pregunta a Haidée de quién heredó Rody su amor por el folclore, recuerda una anécdota. "A mi marido, mientras estábamos en Santiago no le entusiasmaba el folclore, pero le comenzó a agarrar la nostalgia escuchando chacareras y zambas; y un día llegó con una guitarra que había comprado en un pueblo, por las dudas a alguno de nuestros hijos les dieran ganas de aprender a tocar", dice Haidée.
La guitarra durmió varias temporadas, pero el folclore seguía abonando el corazón de "Pelu" a través de la danza de su madre. "A mí siempre me gustó bailar, y en aquella escuela yo aprovechaba para enseñarles a bailar folclore a mis alumnos. Ellos no conocían esta música porque estaban más cerca de Chile", explica.
A Rodolfo y a la guitarra les llevó tiempo hacerse amigos, y cuando se abrazaron nunca más se soltaron. Cuando le tocó iniciar el nivel secundario, Haidée y su marido decidieron enviarlos de vuelta a Santiago del Estero porque en el lugar en el que estaban no había una institución de Nivel Medio. Para ese entonces, Rodolfo ya punteaba su guitarra y se pasaba horas con ella, según le contaban sus hermanas a su madre.
Si bien había elegido estudiar Odontología en Córdoba, su padre comenzaba a observar que la música ocupaba un espacio importante en la vida de su hijo. "Me acuerdo que me decía, '¿ves cómo tiene las uñas? Eso debe ser porque se pasa tocando la guitarra'. A él le costó más aceptar que el camino de Rody era la música. Le había comprado la guitarra, pero no para que dejara de estudiar. A mí me encanta porque yo bailo. De pronto, uno pone expectativas en los hijos y ellos toman otro rumbo, y uno lo termina aceptando", explica Haidée.
Y agrega: "Siempre me sentí orgullosa, y si algo tengo en claro es que al lugar donde han llegado ahora (Orellana-Lucca) es por el trabajo que hicieron como dúo. Laburaron mucho para eso".
¿Cuál es la enseñanza que le gustaría dejar a sus hijos? "Los padres siempre queremos para nuestros hijos que sean buenas personas y eso no lo van a olvidar nunca porque está en ellos. Han crecido con las enseñanzas nuestras, están formados y cuando un ser está formado no creo que lo cambie la vida".
Al margen de seguir imaginando a su hijo en los escenarios, Haidée sabe que en el futuro Rody seguirá mostrándose como el padre amoroso que es. "Se cosecha lo que se siembra. Lo veo en mis hijos, y en los hijos de ellos. Estoy muy orgullosa de la clase de personas que son. Bastante buenos chicos fueron teniendo que pasar su adolescencia solos, con la mirada de los abuelos y los tíos, cuando nosotros trabajamos en Neuquén. Siempre me hicieron sentir una madre feliz".