Desde muy temprano, grupos de niños comenzaron a recorrer los distintos barrios y el centro de la ciudad, llevando en sus manos una bolsita vacía, pero cargada de ilusión.
Domingo de Pascua en Añatuya: postales de una costumbre que perdura en el tiempo Domingo de Pascua en Añatuya: postales de una costumbre que perdura en el tiempo
La mañana del Domingo de Pascua en Añatuya despierta con una escena que se repite año tras año, como un ritual que se niega a desaparecer. Desde muy temprano, grupos de niños comenzaron a recorrer los distintos barrios y el centro de la ciudad, llevando en sus manos una bolsita vacía, pero cargada de ilusión.
"Santa Pascua, démé su bendición", repiten en cada puerta, con las manos juntas en señal de plegaria. Ese gesto sencillo, heredado de padres y abuelos, es parte de una tradición profundamente arraigada en la comunidad. No se trata solo de pedir golosinas o masas dulces, sino de mantener viva una costumbre que habla de fe, comunidad y afecto.
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Las familias y comerciantes ya los esperan. Algunos preparan pequeñas bolsas con caramelos, otros ofrecen galletitas caseras o huevos de chocolate. La entrega viene acompañada de una sonrisa, una palabra cálida, y muchas veces, de un recuerdo compartido: "Yo también salía a pedir la bendición cuando era chico", dice alguno, mientras entrega su presente.

Añatuya se llena así de pequeñas postales de ternura y devoción, donde la fe se entrelaza con la infancia en una jornada que celebra mucho más que la Pascua: celebra la identidad de un pueblo y la fuerza de sus tradiciones.









