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EL LIBERAL . Opinión

Malvinas

Por Pedro José Basbus. 

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Poco después de la medianoche del 2 de abril de 1982, un destacamento de comandos argentinos desembarcó en las Islas Malvinas, y se dirigió por tierra hacia la capital del asentamiento, Puerto Stanley, para los británicos, o Puerto Argentino, para los argentinos.

Unas horas más tarde, una fuerza de desembarco más numerosa comenzó a descargar tropas en el puerto de Stanley. A las 8.30 de la mañana, con 800 soldados argentinos en tierra y 2000 más a punto de unirse a ellos, el gobernador de las islas nombrado por los británicos reconoció la inutilidad de la resistencia de la pequeña guarnición de Royal Marines que disponía y aceptó rendirse.

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La recuperación de las Islas Malvinas (hasta ese momento poco conocidas para el británico común) provocó innumerables festejos en nuestro país. La alegría iba a durar muy poco. 

Es que el entonces gobierno nacional, emprendía uno de los mayores errores estratégicos que iba a cometer en su política exterior y, en particular, en relación con el reclamo de la soberanía de las Islas Malvinas y del resto de las islas que conforman en espacio circundante (Georgias, Sandwich del Sur y Shetland del Sur).

Los motivos que llevaron a ambos gobiernos a enfrentarse en un conflicto bélico que causó la friolera suma de 649 nacionales caídos, 255 militares británicos y 3 isleños civiles, son varios y su estudio excede este artículo.

Baste decir que, desde la posición argentina, existía un gobierno militar desprestigiado por las denuncias a masivas violaciones a los derechos humanos, una política económica catastrófica ("el que apuesta al dólar pierde") el antecedente de la disputa limítrofe con la República de Chile por el Canal del Beagle e islas cercanas, el laudo arbitral desfavorable a la República Argentina (con el efecto contrario que ello significó para el Gobierno militar) y el deseo de la entonces Junta Militar de Gobierno de perpetrarse en el poder mediante la utilización de un golpe de efecto que toque las fibras más íntimas del ser nacional, sumado a la intransigencia británica a recibir los reclamos argentinos por la discusión de la soberanía allende lo así decidido por la Organización de Naciones Unidas (Resoluciones que se exponen más adelante, en el desarrollo de este artículo).

 Del lado británico, el gobierno conservador de Margaret Tatcher se encontraba en una encerrona dado a la crisis económica del Imperio (huelga de mineros), caída de la Libra esterlina (con posibilidad cierta de devaluar) que motivaron al Gobierno de Su Majestad Británica a realizar un severo ajuste en distintos sectores. Uno de ellos fue el militar (venta de buques de guerra, disminución del equipamiento militar y recortes en distintas guarniciones militares, tal como Malvinas). 

Esta circunstancia motivó el intenso lobby de la Royal Navy que no estaba dispuesta a perder poder en Europa y menos aún su posición en la OTAN. 

Necesitaban un conflicto

A pesar de que el periodista británico Max Hastings lo describió como un "fenómeno histórico" y el entonces presidente de EE.UU. Ronald Reagan considerara a las islas como "ese montón de tierra helada allí abajo" (cf. Mulvaney, K. en "National Geografic") el conflicto llevaba gestándose 150 años en los cuales una y otra vez, Gran Bretaña hizo caso omiso a las distintas Resoluciones de Organismos Internacionales y Regionales (ONU y OEA) más allá de aquella cierta posibilidad de soberanía compartida que se pergeñó durante los años 1968/1970 y que fracasó por el intenso lobby del principal grupo económico que sostiene Malvinas (el FIC, The Falkland Island Company).

Es por eso que considero apropiado, en un nuevo aniversario de la recuperación de las islas, rescatando el heroísmo de nuestros soldados y de aquellos que dieron su vida en defensa de este ideal, destacar los antecedentes que cimientan la posición de nuestro País, aclarando que el tema requiere un mayor desarrollo que, por lo acotado de este artículo y por razones de extensión, no puede brindarse.

Antecedentes

En la época, acreditar soberanía en tierras irredentas requería contra con la certeza histórico-geográfica de la posesión, avistaje o descubrimiento, de la contigüidad topográfica, de la exploración, desembarco, o la continuidad geológica, más allá del derecho del primer ocupante, la ocupación efectiva, el reclamo y el reconocimiento de las potencias europeas.

En esta parte de América, era España la que disponía de los mejores pergaminos, en todos los aspectos, incluso a partir de las bulas papales de los siglos XV y XVI que le asignaban los nuevos territorios descubiertos por Colón, es decir las Islas Malvinas, pertenecían a España mucho antes de que fueran descubiertas (Tratado de Tordesillas, año 1494).

El archipiélago habría sido avistado, en primer término por Américo Vespucio, navegante florentino al servicio de los Reyes Católicos, allá por 1501, el cual arrastrado por temporales vio una tierra desconocida que seguramente eran las Islas, sin embargo los datos que aportó no fueron suficientes para acreditar el descubrimiento.

Seguramente las Islas fueron vistas por Hernando de Magallanes, ya en el año 1520 y luego en una expedición posterior, en el año 1540 cuando llegó con una embarcación en febrero de ese año, permaneciendo diez meses, acampando en la Isla gran Malvina, (al que llamaron Puerto de las Zorras) identificado en la cartografía moderna como puerto Richards.

Por su parte, los ingleses se atribuyen el descubrimiento por los datos suministrados por los navegantes John Davids y Richard Hawkins, quién las denominó Maidenlands, y dijeron sin datos comprobables, haberlas avistado allá en los años 1592 y 1594 y se dice sin datos comprobables porque los avistajes no fueron reconocidos por los propios cartógrafos ingleses, ni aquellos que recibieron las cartas patentes que el soberano entregaba por algún descubrimiento.

Las Islas, por entonces, ya figuraban en las cartas de navegación españolas, con el nombre de Islas de los Patos, Sansón, De los Leones.

El 24 de enero del año 1600, el marino holandés Sebald de Werth, al regresar de una fracasada expedición al Pacífico, avistó tres pequeñas islas al N.O. del archipiélago (hoy denominadas Sebaldinas), pero lamentablemente para su metrópoli, no pudo consolidar un acto posesorio en razón de no disponer de botes para descender a tierra, ya que los había perdido en un fuerte temporal.

Otros marinos también avistaron las Islas: en 1690 el inglés John Strong luego de ser desplazado en una tormenta, avistó islotes pequeños y luego se internó en medio de un estrecho (el que divide a las islas) denominando a las mismas Falkland, en honor al Lord muerto en la batalla de Newbury en 1643, pero no hizo acto alguno de reivindicación, limitándose a cazar focas y pingüinos.

Sin embargo, en un documento publicado en 1983 en la Biblioteca Nacional de París, referida a una obra del año 1586 se halló un mapa de las Islas Sansón (o Malvinas) que indicaba que los primeros que pusieron un pie en las mismas fueron los portugueses, que acompañaban a Magallanes en su expedición (ellos la denominaron así justamente por el día que habrían descendido, el 28 de julio de 1520 día de San Sansón). Magallanes al servicio de España no denuncia este descubrimiento a los fines de que Portugal no las reclame.

Y, mientras el tiempo corría, ya desde el siglo XVII, muchos marinos franceses, ingleses y holandeses visitaban las islas para cazar pingüinos, focas, ballenas. 

Los primeros en establecerse fueron los franceses (que partían del puerto de Sain Maló, de allí la denominación Malouines). El primero en realizar el asentamiento fue Luis de Bounganville, marino francés que, en 1764 funda Puerto Louis. Empero, los españoles que habían observado el movimiento y consideraban propias a las islas, como había un pacto de familia entre las casas reales, protestaron y obtuvieron que en 1767 los franceses devuelvan las islas convalidando la posesión española.

Ahora, antes de la devolución, en 1766 los ingleses, al mando de John Byron, desembarcan en las islas fundando Puerto Egmontt. Enterados de esto, los Reyes Católicos mandan desde Buenos Aires a una flotilla para desalojarlos, lo que se cumple en 1770. Como España e Inglaterra se encontraban a punto de embarcarse en una guerra y como sus economías no gozaban de buena salud, decidieron negociar y dejar el honor a salvo, resolviéndose, en 1771, la firma de documentos denominados "Declaración y Aceptación" por medio de los cuales se establecía la devolución de la base tomada por los reyes católicos, pero con el compromiso de palabra de que Inglaterra se iba a retirar de las islas, reintegrándolas a España, lo que se cumple en 1774. 

Desde allí y hasta el año 1833, la soberanía de las islas perteneció a España, reconocida por las potencias de Europa, luego a nuestro país, por la regla del uti possidetis juris (expresión en latín que significa "como posees bajo la ley"). Es un principio de derecho internacional que establece que los nuevos estados soberanos deben conservar las fronteras de sus antiguas áreas dependientes).

En 1820 y a raíz de un incidente con un buque francés, las autoridades de Buenos Aires, comisionan al corsario David Jewett que se establezca en las islas, enarbole el pabellón, lo que hizo el día 6/11/1820 (acto de soberanía).

Luego, las Islas constituyeron una inagotable fuente de riqueza pesquera, a raíz de expediciones de marinos ingleses, franceses, holandeses y ya norteamericanos, que no podían ser controlados por Buenos Aires. En el año 1829 Luis Vernet es designado Gobernador de las Islas a los fines de que trate de impedir la matanza de animales y la disminución de la riqueza ictícola, comenzando con ello el ataque a los intereses de los pesqueros y empresas, entre las cuales estaban las americanas e inglesas, tarea que tuvo poco éxito, pero perturbó los intereses económicos (vgr. caso de la Corbeta estadounidense "Lexington" que, el 31 de diciembre de 1831 destruye Puerto Soledad).

Inglaterra, que ya había perdido a sus colonias en el Atlántico (independencia de EEUU) vio con buenos ojos intentar ocupar esta parte Sur, debido a la importancia estratégica y bajo costo de la operación, y es así que, aprovechándose de la destrucción de Puerto Soledad (recién en 1832 y 1833 Buenos Aires puede reconstruir el lugar) invade las Islas (Corbeta Clío) reduciendo a la comitiva nacional que allí se encontraba, (al mando del capitán José María Pinedo pues Luis Vernet estaba en Buenos Aires).

A partir de allí, la República Argentina, de manera ininterrumpida, formalizó reclamos por esta violación a la soberanía nacional y a su integridad territorial, tanto de manera directa como en los Organismos Internacionales (Liga de Las Naciones y ONU) cuyas mayores victorias se ubican en la década de los años 1960 a 1970.

 Antecedentes diplomáticos

 A modo de síntesis, distintas fueron las Resoluciones dictadas por La organización de Las Naciones Unidas, cuando desde 1946 considera a la situación colonial como violatoria de los derechos humanos.

Resoluciones ONU 1514 /1960: Establece las condiciones para conceder la independencia a los pueblos coloniales (ya se había iniciado, en 1946, el proceso de descolonización en la ONU). 

"El estado colonial o las situaciones coloniales son contrarias a los principios y propósitos de la ONU" dijo la Resolución. Esta resolución sienta dos principios:

a- Libre determinación de los pueblos (implica que los pueblos pueden elegir libremente su forma de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, pueden disponer libremente de sus recursos y riquezas).

b- Integridad territorial (todo intento de quebrar la unidad territorial es incompatible con los principios de la Carta)

Resolución ONU 2065/65: Reconoce que las Malvinas quedan incluidas en la Resolución 1514 a la par de que sienta que el derecho de integridad o unidad territorial se encuentra por encima del principio de libre determinación de los pueblos. Esto significa que Gran Bretaña debía descolonizar las Islas aunque la población deseara continuar bajo dominio británico, además de quedar descartado el derecho de autodeterminación.

La Asamblea, además, precisa que la disputa es por la Soberanía de las Islas invitando a ambas partes a proseguir sin dilaciones las negociaciones teniendo en vista la Resolución 1514 y los intereses de los isleños (no los deseos).

Resolución ONU 3160/73. Estipula que los Gobiernos debían continuar sin interrupción alguna las negociaciones, considerando los intereses de la población y su bienestar.

Esta es una gran victoria diplomática porque Gran Bretaña tarde o temprano debía devolver las islas, salvo que intentase socavar la Resolución. 

Ya en 1968 hubo un memorándum de entendimiento que establecía la devolución de las islas bajo el sistema de Lease Back (similar al caso "Hong Kong") al igual que en 1979 (en el Gobierno de Tatcher), pero fue abortado por intereses británicos (en las islas, el FIC o UKFI Comitee).

Resolución ONU 31/49/76: Pide a los Gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte que, sobre la base de las Resoluciones anteriores, aceleren las negociaciones sobre la disputa de soberanía e insta a los estados a abstenerse de realizar actos unilaterales que impliquen modificar la situación existente en las islas.

Resolución ONU 37/9 del mes de noviembre de 1982, es decir a poco de finalizado el conflicto, señala la necesidad de que ambos gobiernos retomen las conversaciones acerca de la soberanía de las islas sin que el conflicto armado altere ni la vigencia ni la naturaleza de la disputa.

Libre Determinación vs. Integridad Territorial

Tozudamente el Gobierno británico ha señalado, que solo cederá la soberanía de las Islas si sus habitantes así lo desean, enarbolando la bandera del principio de "Libre Determinación de los Pueblos".

Valga decir que este principio, sostenido por Naciones Unidas desde la sanción de la Resolución de la Asamblea General 1514/1960, constituye un derecho de los pueblos de decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad.

Sin embargo, Naciones Unidas, en la misma Resolución reconoce el principio de "Integridad Territorial" que establece todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, principio que es posteriormente ratificado en la Resolución 2353 del 8 de enero de 1968. 

Es decir que sobre el principio de libre determinación de los pueblos se encuentra aquel que condena todo intento de quebrar total o parcialmente la integridad de un territorio. Y no es sino esto lo que Gran Bretaña ha realizado desde el año 1833 en el territorio argentino de las Islas Malvinas.

Por su parte, la Resolución 2065/65 a la par de cimentar este principio, establece que las negociaciones entre ambos estados deben realizarse teniendo en cuenta los "intereses" y no los "deseos" de los habitantes.

Es por ello que mas allá de que no pueda argumentarse un derecho de los isleños a tener su propio gobierno (pues son súbditos británicos implantados en territorio argentino) el principio de integridad territorial refuerza aun mas los antecedentes (históricos y jurídicos) de nuestro país sobre las islas, de lo que sigue que, cualquier referéndum que se realice, carece de sustento jurídico, no solamente porque tendría en cuenta los "deseos" y no los "intereses" de los isleños sino porque constituiría un acto unilateral que, como tal, ya ha sido desestimado según las Resoluciones dictadas por Naciones Unidas.

 Actualidad

A esta altura de los hechos, el lector podría interrogarse acerca de si es factible alguna solución sobre los reclamos de nuestro país, más si se tiene en cuenta las graves consecuencias económicas que el conflicto armado aparejó para nuestro país (vgr. prohibición de ventas de armas e insumos en general que tengan algún componente británico). Recién en 1989 se restablecen las relaciones diplomáticas entre Argentina y Gran Bretaña).

A raíz del conflicto armado, Gran Bretaña incrementó su presencia en el Atlántico Sur, continuó con la explotación pesquera y comenzó una incipiente exploración de petróleo, más allá de los reclamos argentinos.

La República Argentina mantiene una extensa Plataforma Continental, ampliada luego de la Resolución de La Comisión de Límites de la Plataforma Continental (ONU) en el año 2009. La misma contiene la zona de las Islas, lo que importó una gran victoria de la posición argentina en la zona.

Sin embargo, es necesario recuperar la presencia económica y con ello continuar, sin pausa alguna, la negociación por la soberanía de las islas. El mundo necesita alimento y energía y nuestro país es generador de ambas cosas. El Atlántico Sur declarado Zona de Paz, constituye un espacio y un desafío que puede permitir el desarrollo económico de nuestro país. 

No podemos perder más tiempo, debemos avanzar en soluciones prácticas que importen recursos y crecimiento, pero también debemos mantener la posición jurídica que rechace la violación de nuestra soberanía y el quiebre de la integridad territorial, sin dejar de buscar, en Naciones Unidas y en todos los Foros internacionales, la solución a los reclamos de soberanía argentina.

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