Hugo Quiroga estuvo en la batalla de Monte Longdon, la más encarnizada. Cómo el trauma de la posguerra llevó al suicidio a muchos soldados, de ambos bandos.
Malvinas: "Los horrores de la guerra, uno los tiene adentro" Malvinas: "Los horrores de la guerra, uno los tiene adentro"
Durante la Guerra de Malvinas, la batalla de Monte Longdon fue la más encarnizada y decisiva en el conflicto bélico entre la Argentina y el Reino Unido. Durante varias horas, desde la noche del 11 de junio hasta la madrugada del día 12 de junio de 1982, el combate que comenzó con bombardeos entre ambos bandos, con superioridad de los británicos, terminó con peleas cuerpo a cuerpo con bayoneta.
Hugo Quiroga, santiagueño, teniente con 24 años, combatió en el lugar y tuvo a cargo un grupo de soldados como jefe de la Primera Sección de Ingenieros de la Compañía de Ingenieros Mecanizada Nº 10, que tenía su asiento en Pablo Podestá, Buenos Aires.
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A 43 años de la Gesta de Malvinas, hoy los recuerdos terribles que presenció esos días perduran en su memoria.
"Estuve en Monte Longdon donde se produjo uno de los combates más duros. No tan solo fue la guerra, el frío, los muertos y heridos, las balas que nos pasaban cerca, sino el momento que uno pasaba cuando tenía que levantar al compañero y ponerlo en la camilla y enterrarlo en Puerto Argentino. O tener que llevar al hombro a un herido, cuando ya no había camillas. Son vivencias muy duras que quedan", señaló en diálogo con EL LIBERAL.
"Combatimos dos días, comenzó a las 8 de la noche y terminó a la madrugada del otro día, sin parar, con fuego de artillería de barcos y terrestre de los ingleses que estaban al frente nuestro en Monte Kent. Según la gente que estaba en Puerto Argentino, a 10 kilómetros, sentían el olor a pólvora y nos contaron después que al mirar hacia el Monte Kent, parecía que era Año Nuevo o Navidad, porque el enemigo nos tiraba proyectiles con trazante", recordó.
Uno de los momentos más duros que atravesó, fue cuando murió un soldado a su cargo, alcanzado durante un ataque de aviones ingleses Sea Harrier en las posiciones donde estaban los pozos de zorro donde se resguardaban sus hombres.
"Eso fue tremendo: un día antes del combate general, estábamos en pozos de zorro y dos aviones Harrier pasaron tirando sobre nuestra posición. Una bala le pegó al soldado José Domingo Curima en el cuello. El proyectil entró justo en el pozo y cuando fuimos a rescatarlo estaba muerto: tenía la cabeza unida al cuerpo sólo con un poco de carne. Eso me causó una impresión tremenda y eso que vi varios muertos", narró.
Para este oficial, al dolor de la guerra perdida, se sumó el destrato de la sociedad y de sus propios camaradas que los culpaban por la derrota. "Cuando llegamos nos quedó el trauma y fuimos ignorados, no nos daban bola, entre los oficiales nos trataban como traidores cuando ellos quedaron en cuarteles, durmiendo bien, y nosotros nos batíamos con los enemigos", manifestó.
Paradójicamente, señaló: "Quienes nos dieron el valor fueron los ingleses, nos empezaron a valorar gracias a los ingleses que comenzaron a hablar de que no esperaban tanta ferocidad de nuestras tropas, que le habíamos causado mucho más bajas que en otras guerras posterior a la Segunda Guerra Mundial".
En ese sentido, el exmilitar señaló que las tropas argentinas pudieron emparejar la pelea contra los soldados profesionales ingleses "por el amor que le tenemos a la Patria".
Trauma posguerra
Quiroga señaló que el trauma después de la guerra también causó varias bajas entre los veteranos de guerra. "Tenemos más de 500 efectivos suicidados. Un caso que me tocó de cerca, fue el cabo Sánchez que tuvo una muy buena participación en un combate en una isla que fue tomada por ingleses y el accionó minas antitanques y los hizo retroceder. Cuando volvió pidió la baja porque no asumía la derrota. Le ofrecieron trabajar en el Estado Mayor, como civil, sin uniforme, como un reconocimiento. Pasó el tiempo y hace 5 años se pegó un tiro. Él tenía familia, esposa, hijos, pero sucede que los horrores de la guerra, uno los tiene adentro y uno no se da cuenta, pero salta en cualquier momento", lamentó.
Y reveló que según un informe de los ingleses, "hace 10 años, nosotros teníamos 385 suicidados y ellos tenían 350 y pico, y estamos hablando de soldados profesionales", remarcó.
Es por eso que señaló, que por todos esos horrores de la guerra que vivieron quienes combatieron en las islas, que a los soldados continentales "no se los puede considerar veteranos de guerra", pero que tienen que tener su premio o pensión, porque estuvieron apostados para defender la parte continental de la Argentina.
"Los soldados movilizados deben ser premiados, considerados, pero nunca como veteranos de guerra de Malvinas, porque lo que pasó en esa guerra fue sin precedentes. Se les podría dar una indemnización, jubilación, una pensión, lo que se quiera; pero no como veteranos de guerra, sí llamarlos soldados continentales. No ponerlos en el mismo plano, de igual a igual", subrayó.