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Atleta santiagueño corrió muy al límite un maratón de 42 km en la Antártida 

Se trata de Mariano Uberti, un investigador científico de 51 años que es oriundo de Selva y que con esta increíble aventura completó el club de los 7 continentes que se corre en el mundo.

23/03/2025 06:00 Deportivo
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Mariano Uberti, un investigador científico de 51 años, oriundo de la ciudad de Selva en el departamento Rivadavia de Santiago del Estero, jamás hubiera imaginado que desde que empezó a correr por hobby cerca de los 40 años, hoy sea uno de los 125 atletas de diferentes países y edades que fueron protagonistas de un hecho que ya quedó para historia: correr un Maratón de 42 kilómetros en la desolada y congelada Antártida Argentina. 

"Fue una experiencia única y muy emocionante. Soy consciente del enorme privilegio que tuve de no solo haber podido sentar pie en el continente, sino además de haber podido correr una maratón en tan remoto y tan puro destino del planeta como es la Antártida", afirmó Mariano que a través de sus palabras denotó un gran orgullo y un placer infinito por el deber cumplido. 

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Luego agregó: "La razón de venir a hacer esta carrera fue para cumplir con mi objetivo de completar una maratón de 42.2 kilómetros en cada continente del planeta y así formar parte del club de maratonistas de los siete continentes".

Pero al principio de esta muy loca aventura todo se le complicó a Mariano. Una lesión en el tobillo derecho, más un dolor de garganta y fiebre en el traslado con el grupo en un crucero hacia la península antártica, casi lo dejan afuera de la carrera a última hora.

"Salí a la carrera con toda la incertidumbre del mundo, pero con el espíritu en alto, contagiado por los demás corredores y por la adrenalina del momento que estaba por vivir. No había negociación alguna conmigo mismo para bajarme de la carrera sin al menos intentarlo. Pero esa noche anterior, fue la peor de las pesadillas el de pensar en la posibilidad de no completar mi objetivo. Por suerte no fue así", recordó.

El corredor santiagueño sabía que las condiciones físicas y anímicas en ese momento no eran las mejores para él, pero aun así le dio para adelante.

"Mi estrategia fue la de caminar en todos los tramos de piedras, de barro chicloso y las subidas y bajadas más abruptas. Por suerte, el físico aguantó y pude completar la carrera en 5 horas, 41 minutos", afirmó para su satisfacción y alegría personal.

Trazando un paralelo y una comparación con sus tiempos normales en la distancia madre del atletismo de fondo, Mariano le restó dos horas al que había establecido en la Antártida Argentina. 

"Mis tiempos actuales a mis 51 años para un maratón en pavimento son de alrededor de 3 horas, 40 minutos. Estoy agradecido de que no hubo hielo, porque eso hubiese sido mucho más complicado para mí", acotó. 

También el circuito, el lugar y el clima era toda una novedad para el competidor de Selva. 

"Esta carrera tiene lugar en la Isla King George, que está al norte de la península Antártida. Se elige ese lugar porque ahí están las bases de investigación de Chile, Uruguay, Rusia y China. Todas están unidas por un camino-ruta, donde permiten hacer la carrera. Además, es el único lugar de la Antártida donde al final del verano no hay nieve permanente, y donde las temperaturas son bastante moderadas para el standard antártico de entre-10 y 0 ? C grados, más o menos. Aparte de la temperatura y condiciones meteorológicas cambiantes (lluvia, agua-hielo o nieve). Un factor muy importante es el viento que puede alcanzar ráfagas de hasta 80 kilómetros por hora", remarcó.

El equipamiento es vital para que los competidores puedan estar cubiertos del frío polar y cumplir con normas estrictas que rigen para el Maratón y para el limitado tiempo de permanencia en el lugar. 

"Las condiciones climáticas en la Antártida cambian hora a hora y en un mismo día uno puede tener diferentes tipos de ambientes como lluvia, hielo, nieve, sol, altos vientos, etc. Todo esto sobre un terreno que puede ser rocoso, barroso o con bajos, con agua helada que cae de la montaña. Así que lo ideal es tener un equipamiento multicapas que permita estar aislado de los elementos y aquí la regulación de la temperatura corporal es fundamental", indicó.

Dentro de lo que fue su vestuario deportivo, al representante de Selva y Santiago no le faltó casi nada en la Antártida. 

"Mi equipo consistió de un par de zapatillas para trail, con tacos y a prueba de agua; medias largas abrigadas tipo sky, guarda tobilleras (gaiters). Una primera capa consistente de un pantalón base para las piernas y una remera larga con cierre para el torso. Una segunda capa para el torso también con cierre para regular la humedad del cuerpo y un segundo pantalón (uno corto hasta las rodillas y de reserva uno de sky por si llovía o hacía mucho frío). Finalmente una campera a prueba de agua y viento bien liviana con gorro. Dos pares de guantes, una máscara tipo balaclava como base y un gorro de lana encima. Lentes y/o antiparras de sky para proteger los ojos. Como previsión, por si había hielo, teníamos una suela con clavos para agregar a la zapatilla".

La buena noticia que tuvo el investigador científico, que en la actualidad vive y trabaja en Nebraska, Estados Unidos, es que pudo completar los 42 kilómetros en un día casi atípico para el clima de la Antártida. 

"Tuve la suerte que me tocó un día con una temperatura moderada, cerca de 0 ? C y con vientos leves y sin hielo. Así que lo más dificultoso fue poder regular la humedad del cuerpo para tratar de estar seco y abrigado durante diferentes puntos del circuito, por ejemplo, hacía frío arriba y calor abajo".

A diferencia de lo que es común correr un Maratón de 42 km en un circuito de piso duro como el pavimento, en la Antártida fue todo diferente y hasta faltó el entusiasmo, el apoyo y el ambiente del público. 

"Solo nos encontrábamos con los pingüinos que habitan en el lugar. Este circuito fue el más difícil que hice en mis años que llevo corriendo carreras, ya que habitualmente lo hago sobre pavimento. Aparte de las condiciones climáticas que describí anteriormente, el circuito estaba inserto al pie de montañas bajas, con piso que podía ser en partes de ripio y tierra, en otras de ripio fino tipo arena, tramos de piedras, tramos de barro chicloso, bajos con agua corriendo. Además, tenía alrededor de unos 1.000 metros de ganancia en altitud entre subidas y bajadas".

La experiencia para Mariano en la Isla King Jeorge fue tan positiva como interesante a la vez. Además de ser uno de los principales protagonistas del Maratón, el Bioingeniero pudo conocer otros aspectos que hacen a la cultura y al cuidado del ambiente en el continente antártico. 

"No se puede llevar ni dejar nada en la Antártida, así que teníamos nuestra propia hidratación en botellas que dejábamos en la largada y otro punto medio de la carrera. Los geles tenían que estar en una botella flexible, ya que no se puede llevar ningún tipo de envoltorio. En la largada había unas lonas donde nos permitían dejar una bolsa con ropa seca para poder cambiarnos si necesitásemos y unos baños portátiles especiales para uso de emergencia. Eso era todo", agregó en este sentido. 

Tampoco se podía estar demasiado tiempo en la costa de la península.

"Ni bien terminada la carrera, tuvimos unos minutos para ponernos la ropa de abrigo y de ahí nos llevaron de nuevo al barco, donde pudimos secarnos y abrigarnos rápidamente para evitar hipotermia. Es muy restringido la cantidad y el tiempo que las personas pueden estar en la costa antártica. Así que bajamos, corrimos y de vuelta al barco que estaba a dos kilómetros de la costa y que nos trasladó desde Ushuaia".

Con el respaldo de las 6 Majors para vivir esta inolvidable experiencia

Esta increíble aventura de Mariano Uberti en la Antártida no se habría hecho sin la experiencia que sumó en maratones internacionales (integra el grupo de las 6 majors) y sin la voluntad de poner a prueba una vez más su capacidad física y mental.

"Esta fue mi maratón número 16. Además, corrí unas 30 media maratones, un triatlón distancia olímpica, y algunas otras como de 10 y 5 kilómetros. Mi primer gran objetivo fue completar una maratón que logré en Omaha, Nebraska (2011) donde vivo. Mi segundo gran objetivo fue completar los 6 maratones majors, lo cual hice en Chicago (2012), Boston (2015), Berlín (2017), Londres y Nueva York (2021), y finalmente Tokio (2023). Mi tercer gran objetivo fue completar una maratón en cada continente, para lo cual agregué Ciudad del Cabo, Sudáfrica (2022), Bueno Aires (2023), Sidney, Australia (2024), y ahora Isla King George, en la Antártida".

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