En la Escuela N.º 653 "Bartolomé Escobar", que se encuentra ubicada en El Fisco de Fátima, departamento Jiménez, hay 50 niños que aprenden carpintería, huerta y tecnología, herramientas para su futuro.
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Cuando la educación se complementa con lo que va más allá de lo que los libros enseñan, grandes potencias pueden surgir. Formar a los niños resulta un gran desafío en cualquier rincón del mundo. Sin embargo, cuando se trata del interior provincial, toda comparación puede resultar vana.
En la Escuela N.º 653 "Bartolomé Escobar", que se encuentra ubicada en El Fisco de Fátima, departamento Jiménez, mucho saben de esto. Allí en donde la señal de los teléfonos no logran cumplir su rol, donde en ocasiones el alimento diario de la población infantil depende de lo que se prepara en el patio de una escuela, donde el deseo de crecer es real, porque el único propósito es servir a la familia, hay un grupo de niños gustosos de aprender, de crecer y de "ser alguien" en la vida.
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Emotivo inicio
Son 50 niños los que iniciaron ayer el ciclo lectivo 2025, entusiastas, con el deseo de retomar cada una de aquellas actividades que les reconforta el alma. Sueñan con volver a su rutina, y de a poco comenzarán desde ahora.
Junto a sus docentes, izaron la bandera, por primera vez en el año, y en presencia de sus familias compartieron las primeras horas del ciclo 2025 en ese espacio, su segunda casa.
A partir de ahora comenzarán a transitar largas jornadas entre cuadernos, libros y aquello que más los apasiona: los trabajos de campo.
Cuenta Candy Sández, docente de 4º y 5º grado, que ese establecimiento escolar, que se encuentra a unos 150 kilómetros de la ciudad Capital, la vida es distinta.
"Lamentamos tener solo 50 alumnos este año. Éramos más, pero siempre haremos nuestro deber con el mismo entusiasmo. En nuestra escuela hacemos muchas cosas por los chicos, son nuestra prioridad. Somos una escuela de jornada completa y eso garantiza el desayuno, almuerzo y merienda a nuestros chicos, que de cierta manera brinda una enorme tranquilidad a las familias", expresa para dar paso ahora a su relato sobre la vida de estos estudiantes en este rincón de la provincia.
Institución
El cuerpo docente de la Escuela N.º 653, que cuenta con un Jardín de Infantes anexo y el Agrupamiento, no solo se centra en lo que las currículas imponen, sino que pretende ofrecer herramientas prácticas para el futuro de los chicos.
"Los niños adoran el trabajo en la huerta. Sus horas de mayor entusiasmo son cuando tienen que cuidar todo aquello que sembraron hasta ver sus frutos. Cuando logran cosechar en su huerta, solemos salir a la ruta a vender estos productos, y así generar un ingreso que sirve luego para solventar gastos en fechas especiales, como fiestas de fin de año, por ejemplo. La idea es que ellos vean el fruto de su labor anual, y eso les divierte muchísimo", detalla la maestra.
Pero no es esa la única tarea que la escuela propone para que los niños encuentren, quizás, el camino hacia su futuro.
"Crean con maderas".
Tienen un taller de carpintería en el que realizan bancos, tarimas y trabajos simples, pero de gran utilidad.
"El maestro que viene desde la ciudad de La Banda les compra maderas para sus trabajos. Pero también es útil lo que ellos aportan desde sus hogares, ya que entre tantas otras cosas, aquí aprenden a reutilizar aquello que está en desuso. Reciclamos permanentemente", explica Candy.
Y aunque con las limitaciones en las herramientas, también cuentan con talleres de tecnología. Los apasiona, si, pero siempre prefieren la vida y las actividades al aire libre.
"Somos una institución muy inclusiva; tenemos niños con discapacidades y colaboramos en todo lo que podemos"
En la Escuela N.º 653 "Bartolomé Escobar", predomina la inclusión. La igualdad se ve y se respira en el ambiente. Cuenta la "seño" Candy que en la institución educativa hay muchos niños con diversas discapacidades y todos son acompañados tanto por el cuerpo docente como por sus compañeros.
"Acompañamos y apoyamos a toda la familia. Hay niños que por tratamientos en Tucumán deben suspender su asistencia, pero siempre estamos firmes, apoyando mediante trabajos, y en todo lo que podemos", sostiene Candy Jáimez.
En esa parte de la provincia, los celulares no funcionan. Las relaciones son más reales y los niños se atreven a soñar con un futuro prometedor.
Trabajo
Por ello, además de centrarse en los valores, en aportar conocimientos que servirán para cuando "sean grandes", comparten con sus compañeros desde el lado más genuino. Saben y ejercitan el valor de la solidaridad, comparten saberes con sus pares y todas las actividades transitan en un clima de calma y compañerismo. Son esos mismos valores que vuelcan cada vez que hay un compañero al que, por su discapacidad, les cuesta un poco más.
La igualdad ya está arraigada.