Por el Padre Mario Ramón Tenti.
Cuaresma: "un tiempo de Esperanza" Cuaresma: "un tiempo de Esperanza"
El Papa Francisco, en su mensaje para la Cuaresma 2025, nos invita a "caminar juntos en la Esperanza". Caminar como lo hizo el pueblo de Israel, según las Sagradas Escrituras, de la esclavitud hacia la libertad, de la muerte a la vida. Caminar significa no quedarse instalado, resignado ante el dolor de la realidad que a veces abruma y paraliza. Somos capaces de caminar porque Dios nos acompaña, va a nuestro lado, como un Padre conduce a sus hijos hacia la felicidad. Dios es providente y fiel, nunca abandona a sus hijos y por eso al caminar vamos detrás de una esperanza que en sí misma siempre exige conversión, es decir, dejarse transformar por Dios y cambiar el rumbo de la vida.
Este caminar siempre es junto a otros, no aislados de la realidad ni de la vida de los hermanos. Peregrinar junto a otros, como Pueblo de Dios, ayudándonos a cargar nuestras cruces, aliviándonos el dolor, haciéndonos cargo uno de otros.
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Y ese caminar no es un peregrinar sin sentido, ni abandonados a la suerte de un destino incierto, sino en la esperanza, una esperanza que no defrauda, porque Cristo ha vencido al pecado y a la muerte, dándonos gratuitamente su vida en la Cruz. Y por eso, sabemos que nada ni nadie puede separarnos de su amor.
Etapa compleja
Este tiempo de Cuaresma que comenzamos el Miércoles de Ceniza nos encuentra en una etapa compleja y crítica de la historia argentina. Muchos hermanos son descartados por un sistema económico que privilegia la especulación financiera por encima del trabajo y la producción, que impulsa un ajuste feroz dejando a miles de personas sin trabajo y una situación laboral precarizada que menoscaba la dignidad humana y les cierra el camino a un futuro promisorio.
No hace falta decirlo, porque todos los sabemos, que cada vez hay más hermanos descartados en la sociedad argentina, "los sobrantes" de esta economía de mercado que produce más pobres e indigentes. El retroceso del Estado en la ayuda a las familias más vulnerables: enfermos terminales, discapacitados, ancianos indefensos, niños y adolescentes desescolarizados, jóvenes en situación de adicción, mujeres maltratadas y otros nos invitan, en este tiempo cuaresmal, que comencemos a salir de nuestro espacio de confort para sostenerlos y sanar las heridas de su cuerpo y alma.
La invitación del Papa Francisco a caminar juntos en la esperanza nos tiene que movilizar a los cristianos y mujeres y hombres de buena voluntad a sostener a los pobres, como dice el mismo Papa en la Evangelii Gaudium: "Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo". De esto se trata en definitiva la Cuaresma, de Caminar en la Esperanza, sosteniendo a los pobres, a los descartados de la sociedad.
Por último, creo que también este tiempo cuaresmal puede ayudarnos a discernir qué está pasando con nuestra democracia, qué tipo de república queremos ser.
No caben dudas que la democracia se ha debilitado más que nunca desde su advenimiento en 1983, esto se evidencia en la limitada participación legislativa, concentración excesiva del poder en el Ejecutivo y un pequeño círculo que parece influir negativamente en las decisiones que se toman para todo el país, profundas grietas en el sistema federal, en el que no se respeten las autonomías provinciales, deterioro en el poder judicial, que como signo negativo entre otros, tenemos la admisión silenciosa del nombramiento de miembros de la Corte por decreto; estigmatización de algunos sectores de la sociedad como los menores de edad, a quiénes se les indilga la mayor cantidad de delitos, situación que es inexacta y mentirosa, y su correspondiente y remanida propuesta de bajar la edad de imputabilidad, sin tener en cuenta que son quizás el grupo social más vulnerable en nuestro país.
La Cuaresma, en definitiva, según este panorama, no será otra cosa que caminar en la esperanza junto a los sobrantes de la sociedad y estigmatizados por la violencia de un sistema económico y un nuevo paradigma cultural que descarta, promueve división y vulnera derechos y garantías constitucionales.
Anunciar buenas nuevas, renovar el compromiso con el Reino de Dios más allá de nuestras limitaciones y pecados personales, en la escucha del mensaje de salvación que puede cambiar nuestro corazón y ayudarnos a ser sostén de los pobres y los que sufren. La Esperanza no defrauda. Jesús, el Señor, camina a nuestro lado y nos sostiene en su amor.