Por Eduardo Lazzari
San Martín: el anecdotario del Padre de la Patria San Martín: el anecdotario del Padre de la Patria
La conmemoración del nacimiento de José Francisco de San Martín ha coincidido generalmente con las vacaciones escolares. El hecho de conmemorar en nuestra cultura el paso a la inmortalidad ha fijado también el 17 de agosto como la fecha liminar que recuerda al más grande militar que haya dado la América. Para los historiadores hay un episodio que resulta complejo para el estudio de los primeros días de don José: al mismo tiempo que el Ejército de los Andes se plantaba frente al enemigo en Chacabuco en 1817, los portugueses invadían la orilla correntina del río Uruguay saqueando e incendiando Yapeyú, antigua capital del partido de Yapeyú, dentro del gobierno de las Misiones, lugar del nacimiento del prócer, perdiéndose así todos los documentos que comprobaban el magno acontecimiento.
La secular costumbre de elevar al bronce a los grandes de la historia ha sido más potente en el caso de San Martín, sobre todo debido a la estatura del personaje, uno de los más grandes del siglo XIX. Por eso, trataremos hoy de recorrer algunos hechos de su larga vida, rescatando anécdotas para acercarnos al hombre detrás del prócer, para seguir contemplando la semblanza de quien bien merece ser llamado Padre de la Patria, no sólo en la Argentina sino en toda la América del Sur.
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Dos combates casi iguales
La larga carrera militar de San Martín, que comenzó con su incorporación al ejército español a los once años y que culminó como comandante supremo de los ejércitos independentistas del Sur a los 46, estuvo obviamente jalonada por decenas de episodios de todo tipo. Pero que en dos ocasiones haya estado a punto de perder la vida en idéntica circunstancia no deja de llamar la atención.
El 23 de junio de 1808, durante la invasión de las tropas francesas a España, en Andalucía el entonces capitán José de San Martín, al mando de veinte hombres se trenzó en un feroz combate con una avanzada de los napoleónicos en Arjonilla. En medio de la lucha, el caballo del comandante cae muerto y San Martín queda aplastado por el peso del animal, y cuando el enemigo se acercaba para ultimarlo, un sargento de nombre Juan de Dios ofrendó su vida para salvar a su jefe. El parte de batalla, escrito por el superior de San Martín, dice: " al llegar a ella vio que los enemigos estaban formados en batalla, creyendo que San Martín con tan corto número no se atrevería a atacarlos; pero este valeroso Oficial únicamente atento a la orden de su jefe puso a su tropa en batalla y atacó con tanta intrepidez, que logró desbaratarlos completamente, dejando en el campo 17 dragones muertos y cuatro prisioneros ". Ya comenzaba a destacarse entre los propios.
El 3 de febrero de 1813, en el primer combate que el Señor de los Andes libraría en América, y frente a enemigos que eran tres veces superiores en número, también la intrepidez le iba a jugar una mala pasada cuando la metralla enemiga mata a su caballo y otro sargento, también de nombre Juan pero de apellido Cabral iba a sacrificarse en sufragio de su jefe. El combate de San Lorenzo ha pasado a la historia no tanto por su importancia militar sino como la demostración cabal de la capacidad estratégica y táctica de don José (en sólo cuatro noches unió Buenos Aires con el norte de Rosario), pero sobre todo el espíritu de disciplina de sus hombres, que ha pasado a la historia como el "espíritu sanmartiniano", característica peculiar del Ejército Argentino y marca registrada.
Una estatua curiosa
En el Perú, la figura del Protector de la Libertad es amada quizá más que en la Argentina. Y para los peruanos San Martín constituye la figura más querida en el relato histórico. Para conmemorar los 100 años de la independencia proclamada el 28 de julio de 1821, el gobierno peruano decidió levantar una estatua ecuestre de San Martín, para lo que llamó a un concurso internacional, en el que fue elegido el proyecto de Mariano Beillure, un escultor valenciano de fama mundial.
El proyecto debía contemplar una serie de condiciones, entre las que se encontraba "una llama votiva". Cuando se descubrió el monumento el 28 de julio de 1921 apareció sobre el casco de la alegoría femenina del escudo nacional peruano una "llama", pero era el camélido americano de los Andes. Sin duda, no es óbice para considerar a ese gigantesco monumento como una maravilla escultórica que homenajea debidamente a José de San Martín, aunque ese animalito yacente sobre la cabeza simbólica no deja de ser curiosísima.
Permítaseme recordar una anécdota de cuando viajé a Lima en 1980. Estaba contemplando la monumental estatua del Libertador cuando un limeño me preguntó si sabía de quién se trataba. Así comenzamos a hablar y el hecho de ser argentino lo llevó a mi contertulio a invitarme a tomar un café en uno de los bellos bares que rodean la plaza San Martín de la capital peruana. Y en medio de la charla, me hizo conocer una frase muy común en el país más hermano del nuestro: "San Martín no sólo nos dio la libertad, sino que dejó en el Perú muchos sanmartincitos": una muy graciosa y respetuosa forma de recordar algunos romances que pudo haber tenido el prócer en Lima, la gran capital española en América y legendaria por la belleza de sus mujeres.
Las peripecias de una gran película
Uno de los más grandes directores de cine de la Argentina ha sido, sin dudas, Leopoldo Torre Nilson, que en estos tiempos ingratos ha sido demasiado olvidado. Fue el creador de una de las grandes superproducciones del séptimo arte en el país con la filmación de El Santo de la Espada, una biografía de San Martín inspirada en el libro de Ricardo Rojas del mismo nombre. Antes de su estreno comercial, que se produjo el 25 de marzo de 1970 en el cine "Gran Rex" de Mendoza, se realizó una "avant premiere" en la residencia de Olivos, para que la viera el entonces presidente de facto, general Juan Carlos Onganía.
Terminada la exhibición, se produjo una gran tensión en la improvisada sala debido al gesto adusto del mandatario, quien luego de un prolongado silencio exclamó: "Así no puede estrenarse esta película". Ante el asombro de todos los presentes, Onganía sostuvo que era imposible mostrar al Libertador, magníficamente interpretado por Alfredo Alcón, vomitando durante el Cruce de los Andes, pero sobre todo dijo que constituía una falta de respeto mostrar una escena doméstica donde su esposa Remedios, cuyo papel interpretaba Evangelina Salazar, lo llamaba a su marido "Paco", un sobrenombre indigno del Padre de la Patria. Final e insólitamente, la gran obra de Torre Nilson debió ser estrenada sin esas dos escenas.
Una estatua heroica y otra demorada
San Martín es el argentino que más homenajes formales y materiales ha recibido a lo largo y lo ancho del mundo. Quizá la más conocida de las estatuas ecuestres del correntino es la que se encuentra en el Central Park de Nueva York, en los Estados Unidos, que apareció filmada en la película Mi pobre angelito y durante bastante tiempo fue testigo de la persecución sufrida por el niño protagonista. Pero también son famosas las existentes en Boulogne Sur Mer, Francia y en Madrid, España.
La estatua emplazada en el puerto de la ciudad donde murió San Martín, similar a la existente en la ciudad de La Plata, fue inaugurada en 1909 frente a la tripulación de la fragata "Presidente Sarmiento", junto con el obsequio de caballos del Regimiento de Granaderos al ejército francés, que los utilizó durante la Primera Guerra Mundial. Pero lo que hizo legendaria a la escultura fue su ubicación en el puerto de Boulogne, frente al canal de la Mancha, donde se logra observar la costa inglesa. Durante la Segunda Guerra Mundial los bombardeos alemanes destruyeron gran parte de las instalaciones portuarias, sobreviviendo sólo intacta la estatua del argentino, que muestra hasta hoy pequeños daños por las esquirlas. Terminada la guerra, en 1945, los boloñeses declararon a San Martín miembro de la Resistencia Francesa y en su estatua se hacen los homenajes conmemorativos de la lucha contra los nazis.
La estatua del Libertador en Madrid se demoró muchos años. No hay que olvidar que es para conmemorar la vida de quien liberó las tierras sudamericanas del dominio español. La escultura es una copia de la existente en Buenos Aires y fue realizada un siglo después de la original por el gran artista Luis Perlotti, quien además talló el busto de San Martín que fuera copiado centenares de veces para el centenario de la muerte del prócer. Ubicada en el Parque del Oeste, sobre la avenida de la Memoria, su piedra fundamental fue colocada por el presidente Arturo Frondizi e inaugurada corto tiempo después, en 1961.
Reconocimientos militares
No deja de ser interesante que los cambios de guardia del Palacio de Buckingham, en Londres, sede de la monarquía británica, contemplen la ejecución de la "Marcha de San Lorenzo", un verdadero himno nacional argentino, que según los artistas dedicados a la música militar es una composición extraordinaria. A poca distancia de allí, todos los 17 de agosto las fuerzas armadas británicas rinden homenaje ante la estatua del Libertador, quien fuera retratado de pie. Vale destacar que el acto formal no fue suspendido ni siquiera en los meses posteriores a la guerra de 1982.
En la Academia Militar de West Point, en los Estados Unidos, la institución educativa de mayor rango del Ejército, el retrato de San Martín está ubicado en una sala entre los más grandes generales de la historia universal y alguna vez, en el Salón Oval de la Casa Blanca, la sede del gobierno más poderoso del mundo, el retrato de San Martín envuelto en la bandera argentina fue testigo de reuniones en las que se definió el destino de los pueblos. Fue ubicado junto al retrato de George Washington, el máximo héroe estadounidense, por el presidente Harry Truman. Este hecho ha quedado plasmado en varias escenas de la película "Oppenheimer", estrenada hace poco tiempo.
Sin duda el capitán general José Francisco de San Martin es la joya diamantina de nuestra historia nacional, pero no sólo aquí sino también en el continente y en el mundo, lo que sin duda constituye un orgullo para todos los argentinos.
Fuente: TN